Más de la mitad de los españoles creen que España es un “país roto”

España país roto

El régimen bipartidista y el estado autonómico «hacen agua». Y darse cuenta del problema es el primer paso para su solución.

España es un país roto: una percepción que crece

España es un país roto. Así lo sienten millones de españoles, según un reciente estudio que confirma la creciente fractura social y política. La encuesta refleja que más de la mitad de los españoles creen que el país atraviesa un momento de profunda decadencia, con un Estado autonómico y un régimen bipartidista que hacen aguas por todas partes.

Este diagnóstico no es una mera sensación pasajera. Es el reflejo de una realidad política donde la corrupción, la incompetencia y la falta de rumbo han llevado a la sociedad a un punto crítico.

Los datos que confirman la ruptura

El informe IPSOS sobre el avance del populismo en España, y recogido por La Razón, señala que el 55% de los encuestados consideran que el país está «roto». Una percepción que no distingue entre ideologías y que une a españoles de todas las generaciones en un mismo diagnóstico.

La clase política, más que un instrumento de solución, se percibe como el principal problema. Un 41% de los ciudadanos la coloca en la cima de sus preocupaciones, muy por encima de la vivienda o la economía.

La desafección es todavía más profunda: un 72% de los encuestados asegura no sentirse representado por el Gobierno ni por los partidos que ocupan el Congreso. Un divorcio total entre la llamada «la casta política» y el «pueblo».

El fracaso del régimen bipartidista

El régimen del 78, diseñado para alternar en el poder a dos grandes partidos, hoy muestra sus grietas más evidentes. Décadas de reparto de poder y corrupción han creado una clase política más centrada en mantener sus privilegios que en resolver los problemas reales de la nación.

El bipartidismo no solo ha fracasado en garantizar estabilidad; también ha alimentado un Estado autonómico que fomenta desigualdades y abre la puerta a proyectos separatistas. El resultado es una España país roto, con comunidades autónomas convertidas en pequeños feudos y ciudadanos cada vez más distantes entre sí.

Corrupción y desafección ciudadana

La corrupción sigue siendo una herida abierta. Casos que afectan a los dos grandes partidos han erosionado la confianza de los ciudadanos. El final del último curso político ha estado marcado por escándalos y pactos vergonzantes que priorizan intereses partidistas sobre el bien común.

El estudio confirma lo que muchos ya intuían: los españoles perciben que la política se ha convertido en un negocio cerrado para unos pocos, y que el sistema vigente protege a los culpables más que a los ciudadanos.

Unidad nacional en riesgo

El debilitamiento de la idea de España como nación unida es otra consecuencia directa de este modelo. El Estado autonómico, lejos de acercar a las regiones, ha generado divisiones, separaciones, fragmentaciones, discriminaciones, tensiones territoriales, duplicidad administrativa y una competencia desleal en recursos y competencias.

En lugar de una España cohesionada, tenemos un mosaico de intereses que chocan entre sí. Los datos de IPSOS no mienten: la percepción de decadencia y ruptura es ya mayoritaria.

La brecha entre sociedad y casta política

Uno de los puntos más inquietantes del informe es la coincidencia generalizada —de izquierdas y derechas— en la existencia de una brecha insalvable entre la sociedad y la élite política – casta política-.

Esta fractura no es solo ideológica, es estructural. Los ciudadanos perciben que la casta política vive en una realidad paralela, ajena a los problemas reales como el paro, el precio de la vivienda o la degradación de la educación y la sanidad.

España país roto no es solo un titular; es una advertencia. Los datos demuestran que el modelo actual ha fracasado. Si no se abordan reformas profundas, la ruptura podría ser irreversible.

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