-¿Qué es lo que más le ha sorprendido de este 2023?
Lo que más me sorprende a nivel financiero es la poca reacción de los mercados y de las economías a las fuertes subidas de tipos de interés que hemos apreciar en los últimos doce a quince meses. Probablemente se deba a que todavía hay un gran exceso de liquidez en las economías occidentales.
– Todas las miradas han estado puestas en la Fed y en el BCE. No ha habido sorpresas, los tipos de interés no han de variado. Pero, ¿ha habido algo en las comparecencias de Powell y Lagarde qué le haya llamado la atención?
Los comentarios de la Fed y del BCE en mi opinión no son más que intentos de gestionar las expectativas de los mercados a corto plazo y por tanto les presto la atención justa.
Personalmente me interesa más hacia donde vamos a un par de años vista.
-Dice la presidencia del BCE que es pronto para cantar victoria sobre la deriva inflacionista, ¿está de acuerdo?
Totalmente de acuerdo. Después de que los Bancos Centrales hayan estado quince años inyectando dinero en las economías mundiales, lo que por definición ya es un hecho inflacionista, la transición energética y el aumento de tensiones geopolíticas llevan a que la globalización se pare o incluso revierta, por lo que la inflación será el campo de batalla del próximo lustro. La única baza para combatirla que hay en la actualidad es el aumento de productividad que probablemente llegará de la mano de la Inteligencia Artificial, pero este efecto que tardará bastante más de lo que pensamos en percibirse.
-Los tipos se han quedado cómo están, pero de ahí a bajarlos ¿hay todavía un trecho?
Depende de cómo definamos bajar los tipos de interés. Desde los años setenta, los tipos de interés a nivel global han bajado y los Estados, en general, están cada vez más endeudados.
El escenario más probable para los próximos cinco años es que los tipos de interés se mantengan bastante más altos que en los últimos diez. Otra cosa es que se puedan observar pequeñas bajadas puntuales. No nos olvidemos que predecir la inflación es casi imposible, pero históricamente esta impacta en las economías en oleadas, es decir, no supone una presión continua y constante.
-La economía de EEUU está mejor que la europea, ¿será así en 2024?
Galbraith decía que el papel de la predicción económica es hacer que la astrología parezca algo más respetable.
Prefiero hablar en términos de probabilidades y en ese sentido, si es posible que la economía americana se mantenga más fuerte en 2024 que la europea, por la mayor flexibilidad económica de EEUU y su menor dependencia energética del exterior, pero como hemos visto este año 2023, puede pasar de todo.
-¿Le preocupa que Nadia Calviño deje el Gobierno? y ¿Qué de bueno tiene que haya una española al frente del BEI?
Sinceramente me preocupan más muchas otras cosas que el juego de sillones en las instituciones españolas y europeas. Lo ideal sería que no lo pagásemos usted y yo con nuestros impuestos.
-¿Conoce a Elma Saiz, la sustituta de José Luis Escrivá en el Ministerio de Seguridad Social? ¿Cuál es el primer encargo que le haría?
El problema actual en España es que el mismo presidente del Gobierno ha resaltado que los ministros tienen un perfil político y no técnico. Pienso que no estamos ahora mismo en un momento económico que permita a España (ni a Occidente en general) hacer experimentos, hay muchos retos futuros que necesitan de gente preparada para hacerles frente y establecer las bases para la prosperidad de las generaciones futuras.
Efectivamente, es una muy mala noticia, ya que el español medio está agotando sus reservas. El economista americano Arthur Okun popularizó el “Índice de Miseria” que básicamente es la suma de la tasa de paro en un país más la inflación medida por el IPC.
Este índice mide la situación del ciudadano medio en términos económicos. Con los últimos datos disponibles que corresponden al año 2022, España obtiene el segundo peor resultado de la Eurozona, después de Lituania. Si a este dato le sumamos que en ese año el 57% de la población española no pudo ahorrar (la segunda peor de Europa) y que el Estado español aumentó su Deuda Pública en un 13.4% respecto del PIB entre 2018 y 2022, estamos ante unos datos desesperanzadores para las generaciones futuras.
No nos olvidemos que la inflación es un impuesto silencioso que afecta sobre todo a las clases más pobres, que el paro afecta sobre todo a los jóvenes y a los mayores y que la Deuda Pública consiste en obtener dinero de las generaciones futuras para intentar acelerar el crecimiento actual.
-Parece que está claro que con la reforma de las Pensiones de 2021 se han desincentivado la contratación de planes individuales y, sin embargo, los planes colectivos no acaban de despegar…
Es una transición compleja, mal enfocada, ya que se ha intentado obligar por Ley a los ahorradores a cambiar su forma de ahorrar y eso en sociedades libres, como la nuestra, no suele funcionar bien.
Se deberían incentivar, no sólo los planes colectivos y de autónomos, permitiendo que haya más competencia entre los actores que ofrecen estos instrumentos, sino también los planes individuales, estimulando el ahorro de la población en general, multiplicando, los instrumentos disponibles y su atractivo para invertir a largo plazo.
-¿De qué debemos estar pendientes en 2024… en todos los aspectos económico, bursátil y también geopolítico, desde su punto de vista?
En el aspecto económico, personalmente seguiré pendiente de las retiradas de liquidez por parte de los Bancos Centrales y de la refinanciación de la deuda de las empresas y Estados durante el período 2024-2026, que es cuando hay muchos vencimientos que refinanciar a nivel mundial. Este hecho afectará a las valoraciones de todos los activos financieros y reales a nivel global.
Los eventos geopolíticos suelen ser inesperados (invasión de Ucrania, ataque a Israel) y, por tanto, poco se puede anticipar por este lado.
-¿Qué le pediría al Gobierno que se acaba de formar?
Mi Carta a los Reyes Magos sería que la clase política tuviese altura de miras, que los gobernantes tuviesen sentido de Estado y que fueran conscientes de que sus decisiones de aquí a las próximas elecciones, tienen consecuencias muy relevantes a largo plazo (como por ejemplo invertir o no hacerlo en un hospital ayudará a cuidar la salud de los ciudadanos, al igual que la inversión en infraestructuras ferroviarias, aeroportuarias, en redes de telecomunicaciones mejorará la competitividad económica).
La gran reforma pendiente de las democracias occidentales, según mi opinión, es que la clase política y los gestores no están alineados con los objetivos de sus ciudadanos, eso genera hastío y desconexión entre la ciudadanía y sus supuestos líderes.
También habría que reducir la capacidad discrecional de tomar decisión de estos mismos gestores, con una fiscalización efectiva y responsabilidades claras, lo que reduciría la corrupción endémica generalizada en los estamentos públicos.