Stefan Zweig (1881-1942) fue sin duda una de las figuras intelectuales más destacadas del Viena brillante del primer tercio del siglo XX. Desde que apareció su primera novela (1904), Zweig desarrolló un estilo literario muy particular, que aunaba una cuidadosa construcción psicológica con una brillante técnica narrativa. «La época suministra las imágenes y yo me limito a ponerles palabras», afirmaba. Ejemplo de ello son sus obras Fouché, el genio tenebroso, La curación por el Espíritu, María Antonieta, María Estuardo, Erasmo de Rotterdam o La historia de Magallanes. Dado el interés de sus reflexiones, recientemente han sido publicadas varias de sus obras, como es el caso de Novela de ajedrez. Mendel el de los libros, Carta de una desconocida. Veinticuatro horas en la vida de una mujer, o Momentos estelares de la humanidad, que es una maravilla.
Hoy destacamos su autobiografía, titulada El mundo de ayer. Fue escrita poco antes de su suicidio, en sus últimos años de exilio en Brasil (1939-1941), y publicada póstumamente por una editorial de Estocolmo en 1942. El argumento de fondo es la descripción del destino de una generación testigo cambios impresionantes y del desastre europeo, con sus guerras y sus totalitarismos. Es el retrato de época de un mundo que ya no existe. «Lo que describo no es propiamente mi destino, sino el de toda una generación, la nuestra en particular, abrumada por la fatalidad como pocas lo han sido a lo largo de la historia». Como muchos de su época, preocupados por lo que estaba ocurriendo y no siendo comprendidos, Stefan Zweig fue testigo, contra su voluntad, de la más terrible derrota de la razón y el triunfo más salvaje de la brutalidad en la crónica de los tiempos. «Tuvieron que pasar muchas cosas, incomparablemente más de las que se suelen deparar a una generación en forma de sucesos, catástrofes y pruebas, antes de que reuniera el valor necesario para emprender un libro cuyo protagonista o, mejor dicho, cuyo centro de atención fuera yo mismo». En sus primeras páginas se presenta con este testimonio: «La única primacía que me atribuyo entre la multitud innumerable es la de haberme encontrado siempre, como austriaco, judío, escritor, humanista y pacifista, justo allá donde esas sacudidas sísmicas se manifestaron con mayor violencia. Tres veces han echado por tierra mi casa y mi existencia, me han arrancado de todo vínculo previo y de todo pasado y me han arrojado con su vehemencia dramática al vacío, a ese «no sé adónde ir» que ya es tan familiar para mí. Pero no me quejo por eso; precisamente el apátrida se vuelve libre en un nuevo sentido, y solo quien no está unido a nada tampoco está obligado a tener nada en consideración. Así que espero cumplir al menos una condición principal de cualquier descripción honrada de una época: sinceridad e imparcialidad».
En la habitación de su hotel nos dejó su autobiografía. Hoy resulta un un serio aviso para los tiempos donde queda difuminada primero, y luego negada, lo esencial de la humanidad, que es sobre todo una realidad moral. En definitiva, El mundo de ayer es uno de los más conmovedores y atractivos testimonios de nuestro pasado reciente, escrito además con mano maestra por un europeo empapado de civilización y nostalgia por un mundo, el suyo, que se iba desintegrando a pasos agigantados. El resultado es un libro capital, uno de los mejores de Zweig y referencia inexcusable para entender los desvaríos que llevan a la devastación.
Ficha técnica:
El mundo de ayer
Stefan Zweig
Editorial Alianza
454 páginas