El linchamiento como herramienta social en la guerra cognitiva | Luis de Miguel Ortega

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Mientras que en una democracia sana, es normal luchar por el pluralismo, y es imprescindible un debate más o menos áspero, en las sociedades fracasadas o en camino de ello, el debate se convierte en linchamiento.

Todos tenemos el derecho y el deber de discutir, discrepar y denunciar pero dentro de unos límites. Hay muchas cosas que critico y que no me gustan y hay muchas cosas que denuncio pero con la única intención de dar a conocer una realidad pero nunca para conseguir la destrucción del contrario, porque destruir al contrario, nunca puede ser el resultado de un debate.

El linchamiento, que puede ser unilateral o bilateral, el cretino no discute para hacerse entender sino para impedir que otro piense distinto en público mediante el miedo, la coerción, la amenaza o la agresión.

En la parte más caliente de esta pobreza espiritual, está el linchamiento público. En los últimos años hemos visto como esta estrategia se instaló en la sociedad y se ha normalizado.

Dentro de esa normalización podemos poner unos ejemplos de linchamiento.

  1. Los escraches de la izquierda contra la oposición

  2. El linchamiento público de quienes no llevaban mascarillas en la pandemia

  3. La denegación de prestaciones escolares o sanitarias a quienes no estaban vacunados o no usaban mascarilla

  4. La detención en público de quienes no usaban mascarilla o no obedecían los toques de queda a los que se asimilaba a «asesinos».

  5. El linchamiento público de los médicos que discrepaban en la pandemia al grito de «negacionistas» y «antivacunas».

  6. En la guerra de Ucrania, no podemos olvidar las fotos de los disidentes semidesnudos amarrados a las farolas y azotados.

  7. En el conflicto de Hamas e Israel, tampoco podemos olvidar las imágenes de acoso al disidente de Hamas y al disidente de Israel.

  8. No es fácil olvidar el linchamiento de nacionalistas contra sus contrarios

  9. Y tampoco es fácil olvidar el linchamiento contra quienes recetan o utilizan la homeopatía o las terapias naturales, el linchamiento contra los que no se vacunan o quienes no usan la sanidad pública ni para dar a luz.

  10. Caso especial es el linchamiento a los «bebelejías»…

  11. Por último, tampoco es fácil ignorar el linchamiento contra las creencias o los colectivos religiosos o sociales, y así se han montado estúpidas campañas contra las «sectas» y contra cualquier confesión religiosa ya sea católica, evangélica, el islam o el judaísmo.

Se trata de controlar por miedo la conducta social y hacer que a la gente no se le ocurra ni por un instante posicionarse contra lo políticamente correcto. La vida social se ve controlada por el miedo al linchamiento tanto en los grandes medios como en esos pequeños grupos de imbéciles de telegram.

Es una estrategia tan antigua como soez. Utilizada por todos los bandos en las contiendas, el linchamiento se ha vuelto completamente natural y «aceptable» en la vida política, y lo que es peor, muy utilizable y común en la educación de los menores en las escuelas.

La normalización del linchamiento ha creado a grandes personajes dentro de la política española, pero como personaje destacado debemos mencionar al exministro de funesto apellido el Sr. Gabilondo ahora a la sazón «Defensor del Pueblo».

El hermano del inventor de los terroristas con doble ropa interior, que dio cobertura al mayor auto atentado de la historia de España, ahora se saca de la manga una encuesta disfrazada de informe que dice que en España hay 200.000 víctimas de abusos sexuales por parte de miembros de la Iglesia Católica.

Según esa encuesta disfrazada de informe se hace una extrapolación grosera e insultante de cifras que llevan al impresentable de Gabilondo a sacar esa conclusión más cerca del linchamiento político que de la ciencia social. No se puede ignorar que según ese estudio, los 200.000 casos son poco más que el número total de abusos ya que casi el 50% de los abusados, lo fueron en otros contextos. El panfleto no solo se inventa una estadística sino que deja una segunda víctima señalada con el dedo: los abusos sexuales se producen en la iglesia y… en la familia. El estado Socialista (de derechas y de izquierdas) te protegerá de esos dos monstruos imaginarios.

El estudio que no pasa de ser un panfleto político con intencionalidad política viene a dar la matraca por enésima vez contra la Iglesia Católica.

Vaya por delante que desgraciadamente no soy católico, ni protestante, ni musulmán, ni judío, pero eso no impide que vea la monstruosidad de sus intenciones de manipulación social.

Estoy harto de que de la discusión calmada se pase al linchamiento y que de la diferencia se haga guerra. Harto de llamar a los Palestinos y árabes «terroristas»; a los curas católicos «pedófilos»; a los Judíos «asesinos».

Lo más triste de todo es ver como esta argumentación pseudopolítica se extiende como una mancha de aceite en la sociedad e hipnotiza a la gente, incapaz de renunciar a la masa, e incapaz de ver que detrás de cada noticia hay seres humanos de carne y hueso.

A Gabilondo no le interesan las víctimas ni hará nada por ellas nada más que darlas visibilidad y aprovecharlas como herramienta política desechable. Detrás de Gabilondo no hay una estrategia de reparación de las víctimas ni mucho menos un plan para descubrir la verdad (hacer una encuesta, no es una forma de descubrir la verdad). No le interesa nada más que acabar con una opción ideológica (la creencia católica) porque es uno de los grandes obstáculos del socialismo de derechas y de izquierda. Una persona con creencias morales, es un enemigo para el Sr. Gabilondo y su clan, habituado a prescindir de la moral en sus negocios.

Y así la sociedad pasa de drama en drama linchándose unos a otros, arengados por personajes que en ningún universo paralelo, deberían tener el título de «Defensor del Pueblo».

De este linchamiento a la construcción de «Tribunales Populares» hay un paso. Algunos petardos ya han creado una monstruosidad de Tribunal Popular de Valladolid, En Alemania se creó un Tribunal popular del Corona, y los Jueces de carrera, cada vez están más cerca de ser controlados por la opinión pública que por el Derecho. Y no hay que olvidar que después de los tribunales populares viene la policía del pensamiento y las checas…

Como hemos mencionado otras veces, la guerra cognitiva en la que estamos atrapados se alimenta de emociones negativas. Una de las grandes emociones negativas es el miedo pero otra de ellas es el odio, y esta costumbre del linchamiento a pequeña o gran escala, no es nada más que parte de esta guerra cognitiva en la que muchos caen como soldados involuntarios.

… y qué asco.

Luis de Miguel Ortega | Presidente Scabellum

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