España, en el abismo demográfico: ¿Una sociedad sin niños?

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La tasa de fecundidad alcanza la media de 1,12 hijos por mujer

El largo invierno demográfico en España: la natalidad cae un 51% en los últimos 100 años y alcanza mínimos históricos

La natalidad en España atraviesa un largo invierno demográfico, que aboca al país a un suicidio colectivo de su tejido social. En los últimos 100 años, los nacimientos han caído un 51%, marcando un mínimo histórico en 2023: 322.000 nacimientos frente a los 662.600 de 1923. Esta dramática caída se traduce en una tasa de fecundidad de 1,12 hijos por mujer, muy por debajo del nivel necesario para garantizar la renovación generacional, situado en 2,1 hijos por mujer.

Un declive que amenaza el futuro

El impacto de esta crisis es evidente. En las últimas décadas, la natalidad no ha dejado de desplomarse: en 2013 nacieron 425.800 niños, mientras que en 2023 la cifra se redujo un 25%. Si miramos aún más atrás, en 2003 nacieron 441.900 personas, lo que representa una caída del 35% en 20 años.

España está quedándose sin niños. Mientras la tasa media de fecundidad europea es de 1,46 hijos por mujer, y países como Francia alcanzan los 1,79, España queda muy rezagada. La brecha con otras naciones es alarmante: en 2022, Alemania tuvo 693.019 nacimientos y Francia 678.511, más del doble que España.

Este panorama no solo compromete la sostenibilidad del sistema de pensiones y el crecimiento económico, sino que también pone en riesgo la supervivencia cultural y social del país. Una sociedad sin niños es una sociedad sin futuro.

Causas profundas: cultura antifamilia y leyes antivida

Más allá de las cifras, es crucial analizar las causas. No estamos ante un fenómeno meramente económico, sino ante un problema cultural y político. En España, se ha instalado una cultura antifamilia y antinatalidad, promovida por muchos medios de comunicación que trivializan la maternidad o presentan la familia como una carga, en lugar de valorarla como pilar fundamental de la sociedad.

Por otro lado, las administraciones públicas no solo no fomentan la natalidad, sino que en ocasiones la obstaculizan. Las ayudas a las familias son escasas y, en muchos casos, inexistentes. Mientras tanto, se aprueban leyes que son abiertamente antifamilia y antivida, erosionando aún más las bases necesarias para la construcción de una sociedad próspera y equilibrada.

María López, madre de tres hijos y activista por la vida, señala: “Las familias numerosas somos invisibles para el sistema. Las ayudas no llegan, y en lugar de incentivarnos, se nos trata como una rareza. ¿Cómo esperan que tengamos hijos si nos dejan abandonados?”

Esta situación no solo afecta a las familias, sino que también envía un mensaje desalentador a las nuevas generaciones. En lugar de promover el valor de la vida y la importancia de formar familias, se priorizan políticas individualistas que ignoran las necesidades colectivas.

Las palabras de las familias numerosas: una radiografía de la crisis

María Menéndez, presidenta de la Asociación de Familias Numerosas de Madrid, lanza una dura crítica a las políticas actuales y el clima social que envuelve a la familia:

“No es solo que no hay ayudas económicas, que muchas veces son tan insignificantes que se asemejan a limosnas. Es que no tenemos valor para los que mandan y transmiten esa desvalorización a la sociedad. Además de promover solo la parte negativa de formar una familia y tener hijos.”

Menéndez advierte que la caída de la natalidad “es demoledora de sociedades” y que, a pesar de los avances científicos, no se está logrando un relevo generacional:
“Ni con todos los ‘supuestos adelantos y progresos científicos’ para tener hijos a edades tardías, sin tener pareja, alquilando úteros, congelando óvulos y esperma para ‘fabricar’ hijos a la carta… llegamos al relevo generacional. Las cifras actuales son de 1,09 hijos de madre española. Y en algunas Comunidades Autónomas hay menos de 1 hijo.”

Y lanza un contundente mensaje:

“La única solución posible es tener más hijos, formar familias. Construir el futuro. No son solo palabras bonitas. Es un verdadero hecho, es real. El mejor testimonio vivo de cómo construir este futuro son las familias numerosas. Somos pasado de lo que recibimos de nuestros padres, presente de lo que somos y futuro con nuestros hijos. Si cae la natalidad, la solución deberá ser aumentarla.”

La complicidad del Gobierno

El declive de la natalidad no es un accidente: es la consecuencia lógica de políticas que han atacado sistemáticamente la familia y la vida. No podemos ignorar que el sistema está diseñado para desincentivar la natalidad. Hay un vacío de políticas públicas, pero también una intencionalidad de imponer modelos sociales que van en contra de la familia tradicional.

Además, las políticas fiscales en España penalizan a las familias con hijos. Los impuestos no se ajustan adecuadamente a las cargas familiares, y los costes asociados a la crianza son cada vez más elevados. Como consecuencia, muchas parejas retrasan o descartan la posibilidad de tener hijos.

¿Qué se puede hacer?

Frente a este escenario, es imprescindible un cambio radical en las políticas y en la mentalidad colectiva. España necesita una revolución demográfica basada en tres pilares fundamentales:

  1. Fomento de la natalidad: Programas ambiciosos de apoyo económico a las familias, con incentivos fiscales reales y ayudas directas a quienes decidan tener hijos.
  2. Revalorización de la familia: Campañas culturales que pongan en valor el papel de la familia como motor de la sociedad y promuevan la maternidad como un bien social.
  3. Políticas pro vida: Derogación de leyes que atenten contra la vida y promoción de medidas que garanticen el bienestar de madres e hijos desde el momento de la concepción.

Sin niños, no hay futuro.

Sin niños, no hay futuro. Como dice Menéndez: “La mayor amenaza de peligro para un país es una baja natalidad. Ni esperanza ni futuro.”

No se trata solo de números; estamos hablando de nuestra propia supervivencia como sociedad. Es hora de que España despierte de este letargo demográfico. Si no se toman medidas urgentes, las consecuencias serán irreversibles. Una sociedad sin niños es una sociedad condenada a desaparecer, y permitirlo sería el mayor fracaso de nuestra historia reciente.

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