El gobierno de la indignidad | José Ignacio Echegaray

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El Diccionario de la Lengua española (RAE) define INDIGNIDAD como cualidad de indigno. Acción indigna o reprobable y señala como sinónimos: ruindad, bajeza abyección, humillación, vileza, deshonor, ultraje, desmerecimiento.

La Iglesia Católica, en el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia en el numero 132 dice: “Una sociedad justa puede ser realizada solamente en el respeto de la dignidad trascendente de la persona humana. Ésta representa el fin último de la sociedad, que está a ella ordenada.”

No creo que el gobierno y sus miembros sepan qué es la Doctrina Social de la Iglesia y si lo saben, está claro que no la practican. Muy al contrario, arremeten contra ella siempre que pueden porque saben que los católicos jamás estaremos de acuerdo con su forma de actuar.

Los miembros de este gobierno al cometer acciones indignas adquieren la cualidad de indignos, pero eso no es lo más grave, lo verdaderamente importante es que con esas acciones no respetan la dignidad de las personas y, consecuentemente, nos fuerzan a vivir en una sociedad injusta.

Las indignidades que comete continuamente este gobierno, con su presidente a la cabeza, son innumerables, por eso voy a señalar sólo algunas de las más significativas.

INDIGNIDAD es aliarse con quienes quieren destruir España y su democracia. Los independentistas con los que se ha asociado no esconden sus innobles objetivos. Además, la mayoría de esa amalgama de partidos son marxistas y, por tanto, enemigos de la democracia. Es imposible que funcione una coalición en la que nadie se fía de nadie.

INDIGNIDAD es vender España por un puñado de votos.

INDIGNIDAD es mentir y no decir nunca la verdad a los españoles, incluidos a los que le han votado, que los ha engañado, sin despeinarse, diciéndoles en la campaña electoral que la amnistía no cabe en la Constitución.

INDIGNIDAD es presentar en el Congreso una ley de amnistía redactada por los propios delincuentes que se va a ver beneficiados por ella.

INDIGNIDAD es votar sí a la ley de amnistía en el Congreso a sabiendas de que es una ley inconstitucional y cuyo fin último es abolir el Estado de Derecho. ¡Qué lástima da ver a tantos diputados vender su dignidad por permanecer en la poltrona!

INDIGNIDAD es que la presidente del Congreso llame la atención al Sr. Abascal por decir que Sánchez está dando un golpe de estado y borre del diario de sesiones esa frase y, sin embargo, permita que una diputada insulte con nombres y apellidos a jueces de las mas altas instancias de la Judicatura.

INDIGNIDAD es que por ese puñado de votos se embista contra el Poder Judicial creando comisiones (soviets) en el Congreso cuya finalidad es criminalizar a los jueces que condenaron a los golpistas catalanes, so pretexto de que actuaron por motivos ideológicos (cree el ladrón que todos son de su condición).

INDIGNIDAD es decir que la no renovación del CGPJ es culpa del PP y que eso es lawfare.

INDIGNIDAD es negociar el futuro de España en una mesa clandestina, con un delincuente prófugo de la justicia que huyó de España metido en un maletero y con un mediador experto en guerrillas.

INDIGNIDAD es falsear la historia y ocultar a las nuevas generaciones los desmanes y las fechorías que cometió el PSOE durante la segunda república.

INDIGNIDAD es invadir las instituciones por parte del gobierno y acosar al Poder Judicial para someterlo a su mandato, aboliendo así el Estado de Derecho.

INDIGNIDAD es que el ministro de transportes diga que Bildu es un partido progresista y democrático cuando el jefe, Otegui, fue uno de los jefes de ETA y, además fue condenado por terrorismo. Un partido que lleva en sus listas a más de 100 miembros de ETA, algunos de ellos con delitos de sangre, nunca puede ser democrático y progresista.

Sánchez y los que le siguen se han quitado la careta y, con total descaro, están dando un golpe de estado en toda regla. Por mucho que le moleste oírlo a la presidente del Congreso, destruir la separación de poderes es abolir el Estado de Derecho y eso, no es otra cosa más que un auténtico golpe de estado, a la venezolana, pero golpe de estado.

José Ignacio Echegaray | Escritor

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