El boom de las sectas y grupos esotéricos en España: La situación está desbocada

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Lo religioso cotiza a la baja», pero «hay un boom de todo lo que tiene que ver con la New Age».

El caso de Anna Marín ha vuelto a poner sobre la mesa la proliferación de sectas y grupos esotéricos en España. Se cree que la joven de Elche puede haber sido captada por alguna persona o colectivo de este corte que la haya persuadido para marcharse de casa y viajar hasta Perú con el objetivo de «dar un cambio e iniciar una nueva vida». Expresión que ella misma habría utilizado para -escuetamente- explicar a sus padres el motivo de su huida.

Su familia acaba de descubrir que hace meses que la chica dejó la universidad y «rompió abruptamente» con sus amigos, a pesar de que les seguía diciendo que iba a clase y quedaba con ellos cada día. Podríamos decir que Anna ha llevado una doble vida desde noviembre y que las mentiras se han ido amontonando desde entonces. Sus padres no saben dónde iba cuando salía de casa de lunes a viernes para ir a la facultad y volvía horas después.

Su desaparición recordó -sobre todo inicialmente- a la de Patricia Aguilar, otra ilicitana que se marchó de casa y se fue a Perú en el año 2017. En su caso fue engañada por el líder de una secta, del que ella misma reconoció haberse enamorado, que la captó cuando aún era menor -tenía 16 años-. La convenció de que había sido elegida para repoblar el mundo ante un inminente apocalipsis. La joven, que vivió con el gurú y su harén durante 548 días, fue encontrada cuando estaba con su bebé (hijo de su captor) en medio de la selva.

Independientemente de si la marcha de Anna tiene que ver con una secta o no, hemos de saber que las captaciones de personas de todas las edades y perfiles -normalmente aprovechando una situación de vulnerabilidad- por parte de este tipo de grupos, están a la orden del día. En España, convivimos con cientos de sectas y grupos esotéricos. Es complicado dar una cifra exacta pero «la situación actual está desbocada».

Centenares de grupos. El boom de las New Age

Para que nos hagamos una idea, hace una década había unos 350 grupos. En los últimos cinco años, el número podrían superar los 700 grupos

Pero lo que es más preocupante aún, es que lo que crece y lo que atrae ahora son todas las sectas que se mueven en torno al crecimiento personal, al potencial humano, la autoayuda o las terapias naturales.

Hay un boom de todo lo que tiene que ver con la New Age, la Nueva Era. Los retiros en la naturaleza, todo lo que está en torno al yoga, al mindfulness, la sanación… Son reclamos muy populares de las sectas hoy en día. Los utilizan para colarse incluso entre las actividades programadas o auspiciadas por muchos ayuntamientos, que han acabado convirtiéndose en «los mayores cómplices de la captación de las sectas en España».

Y es que monitores o profesores de actividades aparentemente inofensivas, como pueda ser el yoga, utilicen sus clases para la captación de nuevos adeptos que sigan distintos tipos de terapias o acudan a retiros de diferente índole. A priori, nadie desconfía de estos gurús que defienden un estilo de vida saludable. Menos aún cuando están respaldado por una administración.

Radiografía de una secta

Para que hablemos de secta, se tiene que dar la circunstancia de que sea un grupo, que no tiene por qué ser grande -de hecho, nos encontramos cada vez más con fenómenos de grupos muy pequeños, que a lo mejor no llegan a diez personas-, en el que una persona ha sido capaz de congregar en torno a sí a varios que creen que se trata de alguien extraordinario, que tiene unas cualidades especiales, y de arrastrarlos a su delirio.

Si ponemos como ejemplo el mencionado caso de Patricia Aguilar, uno de los más mediáticos de los últimos años, hablamos de «un hombre con un pequeño grupito, con un harén. Unas mujeres a las que tenía sometidas y que eran sus esposas -entre comillas- para repoblar el mundo después del Apocalipsis«, Es decir, que el líder de una pequeña secta (escindida a su vez de una de las sectas gnósticas presentes en Perú) «ha impuesto una serie de ideas a unas personas mediante un proceso de manipulación psicológica«.

Por tanto, «no ha respetado la libertad de esas personas». La clave es el tema de la libertad. Cuando hablamos de una secta, por inocua o inofensiva que pueda parecer, siempre falla. «Hay distintos grados de peligrosidad, por supuesto. Pero siempre hay un engaño, una doble cara. La externa puede ser un grupo religioso, una asociación cultural o un grupo terapéutico. En la interna, se trata de una serie de personas, por pocas que sean, que dependen totalmente de las directrices de ese gurú».

Los gurús y sus perfiles: Farsantes, convencidos y psicopáticos

En el mundo de los líderes sectarios hay de todo. Pero podemos clasificar a estos gurús fundamentalmente en dos grupos: farsantes y convencidos. Los primeros no auténticos «caraduras que ven la forma de lucrarse y vivir a costa de los demás». «Son estafadores».

No obstante, los que más éxito tienen son los del segundo grupo: «los que se creen, de una u otra manera, lo que están diciendo». Es lógico que así sea. «Como ellos están convencidos, resultan más convincentes para las personas que acaban creyendo en ellos». Éstos suelen tener «rasgos de la personalidad que podríamos considerar narcisistas o paranoides, tal como están descritos por el DSM-5 (el manual de diagnóstico más usado en psiquiatría a nivel mundial)».

También nos encontramos con gurús con  rasgos psicopáticos, como los de casos conocidos de suicidios colectivos y grandes masacres protagonizadas por sectas».  «Ahí estaba el cadáver del líder como prueba de que su convencimiento. Es decir, hizo a los demás víctima de su delirio pero él también fue víctima«.

Cómo actuar. El método de ‘las tres C’

Si tenemos la sospecha de que alguien de nuestro entorno ha podido caer en las redes de una secta o grupo esotérico, debemos intentar constatarlo «haciendo memoria para detectar qué cambios ha habido en la actitud, en la forma de hablar, en las costumbres, la forma de vestirse y de alimentarse, los horarios, las compañías…».

Es importante descubrir «de dónde pueden venir esos cambios». «Los temas de conversación, las fuentes de información que se citan, los libros que se leen o los vídeos que se ven» nos pueden dar la clave de «si se trata de algo de tipo esotérico .

Hay que utilizar la estrategia de ‘las tres C’: contacto, comunicación y cariño. «Hay que mantener abiertas todas las vías de comunicación y hacer que ese contacto sea positivo, que no acabe siempre en discusión cuando se saca el tema». «Desde ahí, se puede lograr que esa persona hable con libertad y que cuente lo que le está pasando sin autocensurarse. Y esto será una fuente de información magnífica para que la familia o los amigos puedan ayudar a la persona a que dude o ponga en cuestión las cosas. Pero no se puede hacer directamente, sino con mucho tiempo, mucha paciencia y mucho cariño».

El objetivo sería «que se diera cuenta de las contradicciones, de los dobles juegos, de que tiene una cara externa y otra interna. Hay que mostrar con hechos que se le quiere incondicionalmente y que su familia, o sus amigos, va a estar siempre con esa persona.

(Con información de Libertad Digital)

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