España pasó de 768 casos de bullying en 2021 a más de 7.600 en 2022
El acoso escolar está en el origen de muchos de los problemas de salud mental que afectan a los adolescentes. Por ello, los expertos insisten en que la prevención del bullying, a través de programas de intervención que funcionen, es la clave para garantizar que los entornos escolares sean espacios de convivencia y aprendizaje saludables para la infancia y la juventud.
En verano persiste el bullying
Cuando llega el verano, muchas familias suelen pensar que sus hijos no sufren acoso, dado que dejan de ver a sus acosadores y salen del ambiente que propicia el acoso. Sin embargo, esa idea es errónea.
En verano el acoso escolar puede continuar sobre todo a través de redes sociales, juegos online, aplicaciones de mensajería, entre otros; o bien. Así que, aunque el contexto cambie, el bullying continúa porque acosador y víctima siguen teniendo algún tipo de relación. Los adolescentes que tienen acceso a redes sociales siguen expuestos tanto a sufrir acoso escolar como a realizarlo porque pueden conectar con esas personas y es cuando se perpetúan los vídeos, los memes y demás.
La importancia de la familia
Hoy en día, el acoso está en todas partes y siempre estamos rodeados de esta violencia. En cuanto al papel de las familias, es importante que sepamos que el acoso escolar es un problema social muy grave y, también, es un problema de salud mental que impacta, directamente, en la salud física.
Por ello, el seno de las familias es muy importante. La escucha activa, el respeto real y el acompañamiento emocional óptimo son herramientas que permiten establecer buenos límites y orientaciones, sobre todo, en torno al uso de las tecnologías. El objetivo es dar un buen ejemplo de relaciones sociales, emocionales y personales sanas.
La importancia de las redes sociales
Las redes sociales nos permiten, como sociedad, conectarnos con otras personas en tiempo real en cualquier parte del mundo, por lo que han supuesto una evolución muy importante en las relaciones. Sin embargo, son también un ‘titán social’, porque dejar que los niños y niñas se entreguen a ellas sin control es como dejarles solos en un mar lleno de tiburones o en un lago repleto de cocodrilos», explica García.
Las redes sociales generan descargas de dopamina constantes que los menores no saben controlar, y que les someten. Nuestro cerebro es adolescente hasta los 21 años, aproximadamente. Hasta ese momento, se experimentan una serie de cambios en el neurocortex –el área responsable de discernir lo bueno de lo malo y de la toma de decisiones– que son cruciales en el desarrollo de una persona.
(Con información de La Razón)