Funcionarios eclesiásticos del Vaticano han vuelto a dar un paso atrás en su actitud frente al islam. En un momento en que miles de cristianos son perseguidos, encarcelados y asesinados en el mundo musulmán, el Vaticano ha decidido habilitar una sala para rezos islámicos dentro de la Biblioteca Vaticana.
El propio Giacomo Cardinali, viceprefecto de la Biblioteca Apostólica Vaticana, lo confirmó en declaraciones al diario La Repubblica: “Algunos eruditos musulmanes nos pidieron una sala con una alfombra de oración, y por supuesto se la dimos”.
La noticia ha generado indignación entre los fieles católicos que ven en este gesto una concesión al islam en pleno territorio sagrado. Mientras los templos cristianos arden en Nigeria, Pakistán o Egipto, el Vaticano decide abrir sus puertas al rezo musulmán.
Esta actitud frente al islam, cada vez más sumisa, representa la crisis espiritual de una parte de la jerarquía eclesiástica que confunde la caridad con la rendición. La Iglesia que antes defendía la verdad ahora se pliega al relativismo y al miedo.
La islamización de Europa y la cobardía de Occidente
Europa asiste, en silencio, a su propia transformación. Cada año se construyen más mezquitas y cierran más iglesias. El viejo continente pierde su alma cristiana mientras se rinde ante la corrección política y la imposición islámica.
Esta actitud frente al islam no es fruto de la caridad, sino del complejo de culpa que la izquierda y los globalistas han inoculado en Occidente, y que los cristianos y la misma jerarquía eclesial lo ha aceptado y asumido. En lugar de afirmar su identidad cristiana, Europa cede terreno cultural y espiritual bajo el pretexto de la “tolerancia”.
La inmigración masiva y el relativismo religioso han creado el caldo de cultivo para una islamización progresiva, que no solo amenaza la seguridad, sino también la esencia de nuestra civilización. Mientras el islam avanza con convicción, la Iglesia institucional se disculpa por existir.
Frente a este escenario, surgen voces valientes que se niegan a callar. Una de ellas es la del Padre Custodio Ballester, símbolo de coherencia, fe y resistencia.
La absolución del Padre Custodio: firmeza ante la persecución
El P. Custodio Ballester, sacerdote español conocido por su defensa inquebrantable de la fe católica, fue llevado ante los tribunales por decir la verdad sobre el islam. En 2017, durante una intervención en la tertulia La Ratonera, afirmó que “el yihadismo radical y el islamismo violento quieren destruir Europa y la civilización occidental”.
Por esas palabras, el P. Custodio fue acusado de un delito de odio y se enfrentó a tres años de cárcel y ocho de inhabilitación para ejercer la enseñanza. Su caso llegó a la Audiencia de Málaga, donde finalmente ha sido absuelto.
La sentencia reconoce lo evidente: decir la verdad no es odio. Su victoria judicial es también una victoria moral y espiritual para todos los católicos perseguidos por defender la verdad frente al islam.
Mientras algunos sacerdotes callan por miedo y otros jerarcas se arrodillan ante el islam político, el P. Custodio Ballester demuestra que la fe exige valentía. Su coherencia contrasta con la tibieza de quienes prefieren agradar al mundo antes que ser fieles a Cristo.
Dos actitudes frente al islam: valentía o sumisión
Estos dos casos muestran dos actitudes opuestas frente al islam: Por un lado, el P. Custodio, que arriesga su libertad por decir la Verdad y denunciar el peligro del islamismo; por otro, algunos funcionarios eclesiásticos vaticanos, que renunciaron a su fe y entregaron una sala del Vaticano al rezo musulmán.
Mientras el primero defiende la fe católica como única religión verdadera, los segundos promueven un relativismo que iguala a Cristo con Mahoma. Esa confusión doctrinal debilita a la Iglesia y desorienta a los fieles.
El P. Custodio sabe que no se puede servir a dos señores. Cree, como muchos católicos, que la verdad no se negocia. En cambio, algunos miembros de la curia parecen más preocupados por no ofender a nadie que por proclamar el Evangelio.
Esta es la batalla espiritual de nuestro tiempo: firmeza frente a cobardía, fe frente a rendición, Cristo frente al mundo. La historia juzgará quién fue coherente y quién traicionó su misión.
El precio de la verdad y la dignidad de los coherentes
En una sociedad dominada por la censura izquierdista-globalista y la corrección política, decir la verdad sobre el islam se ha convertido en un acto de resistencia. El P. Custodio ha pagado ese precio, enfrentándose al sistema judicial y al linchamiento mediático.
Su absolución no solo reivindica su inocencia, sino también el derecho a hablar sin miedo. Gracias a su ejemplo, muchos sacerdotes y laicos recuperan el valor para denunciar el avance del islamismo y la complicidad de ciertos poderes eclesiales.
El P. Custodio representa la Iglesia viva, la que no teme al martirio ni a la persecución. Su testimonio recuerda que la fidelidad a Cristo exige coraje, no diplomacia.
Mientras tanto, quienes desde Roma ceden ante el islam olvidan que su deber no es agradar al mundo, sino conducir almas al Cielo. Ceder terreno en nombre del diálogo interreligioso es renunciar a la misión evangelizadora que define a la Iglesia Católica.
Hoy más que nunca, el cristiano debe elegir. O sigue el ejemplo del P. Custodio, firme ante el error, o imita la debilidad de quienes relativizan la verdad.
La actitud frente al islam marca la diferencia entre una Iglesia viva y una Iglesia rendida. No se trata de odio, sino de amor a la verdad y defensa de la civilización cristiana.
España necesita sacerdotes que hablen claro, defiendan la fe y resistan la islamización cultural y espiritual. No necesitamos gestos de sumisión, sino actos de valentía. Esa es la diferencia entre los cobardes y los coherentes. Entre algunos funcionarios eclesiásticos del Vaticano y los verdaderos pastores.
Gracias, Padre Custodio Ballester, por recordarnos que solo hay una fe verdadera y un solo Señor. En tiempos de persecución y confusión, tu ejemplo ilumina el camino.