Belén «inclusivo» en Bruselas: ataque directo a la Navidad cristiana. Oculta el rostro de la Sagrada Familia con retales

Belén inclusivo en Bruselas

El Belén «inclusivo» en Bruselas oculta los rostros de la Sagrada Familia, provoca indignación en toda Europa y muestra una nueva agresión religiosa contra el cristianismo.

Un Belén desfigurado para “incluir” borrando la fe

Bruselas provoca un escándalo monumental al instalar el Belén más importante de su ciudad con una decisión que vulnera la esencia de la Navidad. El Ayuntamiento oculta el rostro del Niño Jesús, de la Virgen María y de San José “para hacerlo inclusivo”. Esta mutilación simbólica convierte el conjunto en una caricatura ideológica que nada tiene que ver con la tradición cristiana.

La obra, llamada Las telas del Belén, presenta figuras sin rostro, solo cubiertas por retales que simulan la silueta de la Sagrada Familia. El público reconoce el nacimiento únicamente por el nombre de la instalación y por el lugar habitual donde siempre se ha colocado. Este ataque directo a la identidad cristiana consolida la deriva cultural que Europa sufre desde hace años.

La autora justifica su obra como un ejercicio de imaginación: «La ausencia de rostros busca dejar espacio a la imaginación del público, mientras que la elección de la tela rinde homenaje a la historia textil belga».

El resultado no deja espacio a dudas: estamos ante una reinterpretación que destruye el sentido del nacimiento. La cobardía cultural avanza con la complicidad política en esta nueva amenaza a los símbolos cristianos europeos.

Un ataque a la tradición cristiana disfrazado de modernidad

El alcalde Phillipe Close asegura que el antiguo Belén se encontraba en mal estado y necesitaba un reemplazo. Declara: «Desafortunadamente, tuvo que ser reemplazado. Optamos por mantener el símbolo cristiano, pero en una versión renovada». Sin embargo, la “versión renovada” elimina lo esencial: los rostros que representan el misterio del nacimiento de Cristo.

Esta reinterpretación diluye la identidad cristiana en nombre de una supuesta inclusividad que, en realidad, excluye lo sagrado. El Belén inclusivo en Bruselas simboliza esa renuncia a las raíces europeas que tantos gobiernos progresistas-globalistas fomentan. Las figuras sin rostro reflejan un mensaje claro: borrar lo cristiano para acomodar ideologías que desprecian nuestra civilización. Si todo vale, nada vale.

La instalación cuesta 65.000 euros de dinero público. Se mantiene en una de las plazas más turísticas de Europa y permanecerá instalada durante cinco navidades. Bruselas financia una obra que no respeta la fe de millones de católicos y que convierte la tradición en un espectáculo ideológico.

La jerarquía de la Iglesia belga cede ante la presión ideológica

Lo más alarmante llega con la postura de la jerarquía eclesiástica. Lejos de defender la tradición, respalda la instalación. El sacerdote Benoît Lobet, implicado en la selección de la obra, asegura que se trata de una interpretación «deliberadamente contemporánea» del Belén. Defiende que las telas y las figuras monótonas evocan la precariedad del nacimiento de Cristo y lo hacen accesible «a todos los rostros».

Este aval confirma una nueva capitulación de sectores de la Iglesia ante la presión ideológica dominante. La renuncia al simbolismo cristiano para agradar a los enemigos de la fe no representa inclusión; representa claudicación. La Iglesia, que debería proteger la representación del nacimiento del Salvador, participa en una reinterpretación que vacía la tradición de contenido espiritual.

El Belén inclusivo en Bruselas muestra un fenómeno preocupante: gobiernos progresistas e instituciones eclesiales coinciden en difuminar la identidad cristiana de Europa. La ocultación del rostro del Niño Jesús expresa una rendición cultural que abre la puerta a nuevas imposiciones ideológicas.

Europa frente a un proyecto de desarraigo cultural

El ataque a los símbolos cristianos se extiende por todo el continente, pero en Bruselas se manifiesta con crudeza. La eliminación de los rostros no pretende representar la precariedad del nacimiento: pretende borrar la figura de Cristo, vaciar la Virgen María de significado y convertir a San José en un adorno neutro y sin identidad.

El Belén inclusivo en Bruselas encarna el proyecto político que quiere expulsar a la fe del espacio público. La Navidad pierde su alma cuando se reemplaza el misterio por retales de tela. Los responsables políticos impulsan este cambio con la excusa de la modernidad. Su objetivo real no busca integrar, sino desarraigar.

Los defensores de esta instalación olvidan que Europa se construyó sobre pilares cristianos que dieron forma a su civilización, su cultura y su arte. Cuando Bruselas elimina los rostros de la Sagrada Familia, elimina también parte de la historia que nos une como europeos.

Este episodio no ocurre aislado, sino dentro de una tendencia que busca reducir la Navidad a un festival vacío y adaptado a las nuevas imposiciones ideológicas.

Ocultar los rostros de la Sagrada Familia no representa inclusión; representa censura. Europa necesita recuperar valentía y proteger su tradición cristiana. La Navidad no admite reinterpretaciones que diluyan su significado.

Frente a este ataque, la respuesta debe ser firme: defender la Navidad es defender nuestra civilización.

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