La ofensiva de la izquierda sectaria contra la figura del rey Mago Baltasar desata un nuevo conflicto cultural y religioso que busca eliminar tradiciones navideñas profundamente arraigadas en España.
La izquierda sectaria abre un nuevo frente contra la Navidad
La izquierda sectaria e inculta demuestra su hostilidad hacia la fe católica y las tradiciones familiares con un nuevo ataque contra la Cabalgata de los Reyes Magos. A pocos días del inicio de los desfiles, grupos vinculados a círculos comunistas impulsan una campaña para eliminar al rey Baltasar, símbolo navideño desde hace siglos.
Las organizaciones encabezadas por Por Andalucía, plataforma vinculada a los comunistas de Podemos y Sumar, exigen su eliminación por considerarlo “racista, ofensivo y deshumanizante”. La iniciativa se debatió en el Parlamento andaluz.
Este discurso confirma la estrategia de la izquierda sectaria: transformar tradiciones festivas y familiares en campos de batalla ideológica. Su ofensiva pretende forzar a la sociedad a renunciar incluso a símbolos compartidos por generaciones de españoles.
Baltasar, un objetivo ideológico en pleno siglo XXI
La extrema izquierda, promotores de la propuesta, aseguran que Baltasar “reproduce estereotipos coloniales” y “perpetúa roles raciales problemáticos”. La argumentación ignora siglos de tradición cristiana y cultural. Es el fanatismo y la incultura llevado al extremo.
En su argumentario, Por Andalucía afirmó que la presencia de Baltasar constituye “un ejercicio de deshumanización cultural” y que su continuidad debería replantearse. Esta visión refleja cómo la izquierda sectaria intenta imponer una lectura ideológica a una celebración que une a millones de familias cada año.
La Cámara presenció un debate que muchos calificaron de surrealista. Mientras los niños esperan con ilusión la llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar, la extrema izquierda fanática intenta convertir una fiesta cristiana y familiar en un conflicto político artificial.
La izquierda sectaria insiste en su proyecto cultural: destruir símbolos cristianos, desmantelar tradiciones y manipular el calendario festivo para imponer su visión ideológica. Es odio a la religión. Es cristofobia. Su ataque a Baltasar demuestra esa obsesión.
El Parlamento andaluz frena el intento de censura
La iniciativa fue rechazada por una amplia mayoría del Parlamento andaluz. Incluso grupos ajenos al Gobierno señalaron que la propuesta era “ocurrente” y “desconectada de la realidad social”. Recordaron que las cabalgatas son eventos profundamente arraigados en la vida familiar española.
Desde el Ejecutivo andaluz, la respuesta fue clara: las tradiciones “no necesitan ser reescritas por motivos ideológicos” y la Cabalgata “seguirá siendo como siempre”.
La derrota parlamentaria muestra que la sociedad rechaza las imposiciones de la izquierda sectaria. Sus discursos no conectan con el sentir popular, que valora la Navidad como una expresión de fe, identidad y unidad familiar.
Este intento fallido revela una estrategia más amplia: erosionar los símbolos cristianos y transformar celebraciones tradicionales en espacios de confrontación política. La resistencia institucional y social frena, por ahora, ese propósito.
El debate más absurdo de la Navidad española
En la calle, las familias se preparan para vivir la Cabalgata con normalidad, ilusión y agradecimiento. Solo la izquierda sectaria busca imponer un conflicto que no existe. Sus ataques responden a un proyecto ideológico que cuestiona la identidad cultural y religiosa de España.
Mientras la mayoría de españoles vive la Navidad desde la fe, la familia y la alegría, la izquierda centra su energía en destruir lo que une, nuestra esencia. La ruptura cultural forma parte de su estrategia de poder.
En este contexto, la defensa de nuestras tradiciones fortalece la identidad nacional y protege la libertad frente a imposiciones ideológicas.
La izquierda sectaria muestra su hostilidad hacia la tradición, la fe cristiana y la unidad cultural de España. Su ataque a Baltasar confirma una estrategia que intenta transformar una celebración familiar en un instrumento político.




