Diego Rodríguez-Ponga ha creado junto a su hermano Alfonso el videojuego «Plus Ultra: Legado» ambientado en Mesoamérica en el siglo XVI y que pulveriza la leyenda negra antiespañola.
El periodista Javier Navascués le entrevista para Infocatólica. Por su interés reproducimos fragmentos de la misma.
¿Cómo nace la idea de crear un videojuego basado en la historia de España?
Toda mi vida me he querido dedicar a hacer videojuegos. Es sin duda la pasión de mi vida. Conservo aún dibujos esquemáticos de niño y adolescente en los que pienso cómo mejorar juegos que ya existían y a la vez darles un toque personal. Asimismo, la historia es otra de mis grandes pasiones: me encanta leer sobre épocas remotas de todo tipo de lugares. Concretamente, la historia de la América hispana es algo que captó mi atención también desde muy joven.
¿Cuál es su principal motivación y objetivo al crear, junto con su hermano Alfonso, este videojuego?
Inicialmente, tan sencillo como buscarnos la vida en un trabajo que nos llene y satisfaga a los que formamos parte del proyecto desde el minuto 1. Adicionalmente, la cosa fue evolucionando hacia transmitir también una serie de contenidos históricos a través de videojuegos, que es probablemente la forma de expresión de mayor penetración en el siglo XXI.
Se había hecho algo, pero en cierta manera son los pioneros…
Existen otros juegos que han abordado el tema. Por ejemplo, Age of Empires II: The Conquerors incluía una campaña para jugar a las grandes batallas de la época desde la perspectiva de los mexicas. Por otra parte, Expeditions: Conquistador era un juego de rol táctico ambientado exclusivamente en la Mesoamérica del siglo XVI y estaba bien documentado. No obstante, ninguno de los dos títulos profundizaba demasiado en los personajes icónicos de la historia, pues los estilos de juego que proponían no lo permitían, sino que se centraban más en el aspecto militar. En nuestro caso, queremos precisamente apostar por un género que sí nos permite contar ciertos aspectos de la historia real, así como la sensación de exploración de los hermosos parajes mesoamericanos.
¿Por qué es importante reivindicar nuestra historia con naturalidad?
Conocer la historia consiste en conocer la verdad, que es lo que nos hace libres. Todo poder político y económico tiende a hacer una cierta utilización de la historia, muchas veces distorsionada, para justificar su hegemonía. Estos días estamos siendo testigos de cómo en el debate político se habla continuamente de los antecedentes históricos para justificar determinados conflictos armados que lamentablemente están teniendo lugar mientras hablamos. Dicho de otra manera: si nos intentan manipular a través de la tergiversación de la historia, deberíamos darnos cuenta de que conocerla nos crea anticuerpos contra ese veneno.
¿Por qué considera que esta historia es común a todos los españoles, de la península y de ultramar, al margen de ideologías?
En el caso concreto de la historia de la Hispanidad —no solo la de España—, es importante reivindicar ciertos aspectos positivos. Uno de ellos es la integración de distintos pueblos en una misma sociedad política, con una combinación de protección de lo diverso y unión en lo común. El rechazo del genocidio y la apuesta por el mestizaje son sin duda las claves de por qué la Hispanidad tiene una historia que merece ser, como mínimo, conocida. Y en estos tiempos en los que internet y los flujos migratorios hacen que los hispanos estemos en continuo contacto, es más importante que nunca que entendamos de dónde venimos. Desgraciadamente, en España se han impuesto ciertas corrientes de rechazo al inmigrante hispanoamericano, con insultos denigrantes como «panchito» o «sudaca». Si quienes los usan supieran historia, sabrían que eso es lo más antiespañol que se puede ser en esta vida.
Por eso, proyectos como Plus Ultra: Legado son apuestas completamente ajenas a las corrientes ideológicas de la vida política actual. No buscamos en absoluto levantar ninguna sonrisa en ninguna ideología moderna. Nos limitamos a exponer la historia de lo acontecido en Mesoamérica en 1520-1521.
¿Por qué hay que seguir combatiendo el relato negrolegendario, no solo con libros, congresos… sino también a través del mundo digital?
En cuanto empiezas a estudiar esta parte de la historia, te percatas de que en el imaginario colectivo hay mitos arraigados que surgen de la distorsión torticera de la historia. La Leyenda Negra y la Leyenda Rosa se entrelazan continuamente cuando uno oye hablar en la calle de estos temas. Sin embargo, es vital comprender que hay que rechazar ambas, pues ambas son falsas, exageradas y falaces. Y no pensemos como algunos insinúan que la Leyenda Negra es algo que usó Inglaterra en el siglo XVIII pero que ya está pasada de moda. De hecho, esta misma semana ha habido un conflicto diplomático en el que se ha sacado a pasear la Leyenda Negra.
Por otra parte, libros y congresos son necesarios. Y se ha hecho mucho. El problema es que hay que salir de lo estrictamente académico. Aunque en la academia afortunadamente estos relatos fantasiosos de «españoles buenos, mexicas malos» o «españoles malos, mexicas buenos» esté completamente fuera de lugar, en la calle sigue estando a la orden del día. Y la divulgación muchas veces tiene el problema de que solo llega al curioso convencido. Al final, caemos todos siempre en el sesgo de confirmación. No lo digo como una crítica, ojo; tan solo explico algo perfectamente humano. Y esto en el terreno digital también se da: tendemos a seguir perfiles en redes sociales que nos dan la razón y tendemos a ignorar los que no nos la dan —aunque estos últimos puedan tener razón en más de una ocasión—.
Por eso, hay que ir a las artes, especialmente a las audiovisuales.
Así es. Hay algo que las hace universales. Muchos protestantes, musulmanes y ateos visitan cada día la Basílica de San Pedro. No lo hacen porque crean de verdad que sea la sede de la institución fundada por el Dios de los judíos hecho hombre a través de una virgen aramea del siglo I; lo hacen por su enormísimo valor estético. Lo mismo ocurre con el cine. La gente no fue a ver en masa una película como Gladiator porque le interese la situación de la esclavitud durante el Imperio Romano en tiempos del emperador Cómodo. La gente fue porque es un peliculón: actorazos, escenas épicas, una historia de venganza y superación, etc. Ahora bien, esos valores estéticos bien pueden servir para suscitar el interés en la gente para conocer más sobre un determinado tema.
Es importante también destacar que en cuanto nos pusimos a leer sobre el encuentro en Mesoamérica, nos dimos cuenta de que son los indígenas los que crean el Imperio español. Esto puede resultar chocante, pero es que realmente hasta la incorporación de Mesoamérica, España en América se reduce a unas pocas plazas en las Antillas. Los españoles en la conquista de Mesoamérica son muy pocos, seguramente en una proporción 1 a 100.
Son sus aliados (totonacas, texcocanos, tlaxcaltecas, etc.) los que realmente crean una nueva sociedad común donde caben todos, incluidos los mexicas, que son los inicialmente derrotados, pero que enseguida aportan grandes personalidades al Imperio. Los españoles sobre todo les dan la clave de esa estabilidad común: la fe católica.
¿Ha podido contactar con historiadores hispanistas, gente de la cultura…?
Sí, claro. Continuamente estamos en contacto con profesores universitarios de ambos lados del Atlántico. Afortunadamente, es fácil encontrar gente dispuesta a echar una mano, ya que el juego requiere de una continua revisión por parte de historiadores y conocedores de la realidad mesoamericana.
¿A qué público va dirigido el videojuego?
Es importante saber que los metroidvanias son jugados fundamentalmente por gente de 25 a 35 años. Eso sí, es también común encontrarse jugadores en franjas más bajas de edad. Aunque a mucha gente le sorprenda, el juego no está destinado al consumo hispano, sino al global. El videojuego es un mercado que se consume en todo el mundo de forma más o menos parecida, por lo que es esperable que mucha de la gente que se acerque a un metroidvania de estilo cómic lo haga sin importarle la Hispanidad. Por eso, la gente va a poder jugarlo en español, inglés y francés. Ah, y en náhuatl.
¿Por qué lo han traducido a una de las lenguas indígenas?
Precisamente por reivindicar el legado de los pueblos indígenas que dan lugar al Imperio español y a la sociedad novohispana en particular, que es el germen de lo que hoy es México. De hecho, el juego se llama Legado por eso mismo. Reivindicar solo la parte española de dicho legado es un error garrafal. El legado es fundamentalmente mestizo.
Por eso, queremos también aportar nuestro granito de arena y traducir Plus Ultra: Legado al náhuatl. La Hispanidad no es solo la lengua española; eso es lo que nos une, desde luego, pero es mucho más que eso. Mucha gente no sabe que tlaxcaltecas y mexicas hablaban la misma lengua, el náhuatl, pese a ser enemigos acérrimos. Pero, a partir de la victoria hispano-tlaxcalteca, pasan a ser miembros de la misma sociedad política. La lengua vehicular del nuevo virreinato no sería el español, sino el náhuatl. Este aumentó en número de hablantes, extensión y prestigio. Mucha gente desconoce, incluso en México, que el náhuatl tuvo gramática impresa antes que el inglés o el alemán. El interés de la Corona y de la Iglesia siempre fue entender a esos pueblos que se habían incorporado, así que el estudio de sus lenguas fue un principio rector durante las primeras décadas del Imperio.
Además, quisiera decir que el náhuatl es una de las lenguas amerindias que más han influido en el español y en el tagalo, la lengua mayoritaria de Filipinas, debido a ese legado mestizo. Un ejemplo muy claro: aguacate, tomate y chocolate, que forman parte de nuestra gastronomía, son tres palabras de origen náhuatl. En España, a la pieza blanca que usamos para escribir en una pizarra le llamamos tiza, que viene del náhuatl tizatl. Sin embargo, en México se usa la palabra gis, que viene de la misma raíz latina que yeso. Esto de alguna forma nos hace comprender que Mesoamérica se enriqueció con la tradición española, latina y cristiana mientras que la península Ibérica se enriqueció con la gastronomía y el vocabulario mesoamericano.
¿Cómo se puede colaborar con ustedes para costear la creación del videojuego?
Ahora mismo, la mejor forma es ayudarnos a través de micromecenazgo en Kickstarter, que estará disponible hasta el 15 de junio. Cuanto más dinero recibamos, más posibilidades hay de lograr que este proyecto llegue a buen puerto. Y no solo eso, sino que es mandarles el mensaje a grandes inversores de que hablar de nuestra historia común tiene mercado. Además, si este proyecto tiene éxito, vendrán muchos más.
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