Persecución trans: Proponen en Austria penas de cárcel para los padres que rechacen que sus hijos menores de edad se sometan a cirugías trans

cirugia trans
A Prisha Mosley le extirparon ambos senos cuando creía que era transgénero, ahora espera recibir una cirugía reconstructiva. 

Austria ha dado un nuevo paso hacia el totalitarismo ideológico. En plena imposición de la dictadura trans, se discute una propuesta de ley que castigaría con hasta un año de prisión a los padres que no acepten que sus hijos menores se sometan a cirugías de cambio de sexo. Ya no solo se les arrebata la patria potestad: ahora se les quiere encarcelar.

La dictadura trans ha dejado atrás la fase cultural y ahora entra en su fase penal. Criminaliza la defensa natural de los padres sobre sus propios hijos. Es el final del derecho y el triunfo de la ideología.

El proyecto que criminaliza a los padres: cárcel y multas

Según un informe emitido por ServusTV, el proyecto impulsado por los partidos SPÖ (socialdemócratas) y Neos (liberales) contempla multas de hasta 30.000 euros o penas de prisión de un año para quienes cuestionen o desaconsejen la llamada “transición de género” de un menor.

Esto incluye a los propios padres. La simple negativa a autorizar una mastectomía o una operación irreversible podría ser considerada “transfobia”. Se legisla así una forma abierta de persecución familiar. La dictadura trans no permite objeciones. Ni biológicas, ni médicas, ni morales.

Mientras tanto, en el Parlamento austriaco algunos pretenden lavarse las manos. El SPÖ dice ahora que no impulsa el proyecto y culpa a Los Verdes. Pero el texto existe, y su debate está programado para este mes de junio, según múltiples fuentes del citado medio.

La prohibición del tratamiento psicológico: censura a la verdad

El mismo texto pretende prohibir expresamente el tratamiento psicológico para casos de disforia de género. Es decir: ningún profesional podrá ofrecer una alternativa que no sea la mutilación o el adoctrinamiento. Si lo hace, será acusado de “terapia de conversión” y perseguido penalmente.

Así, la dictadura trans elimina cualquier enfoque clínico basado en la prudencia o la ciencia. Se impone una visión única: la del activismo trans. Se criminaliza la psiquiatría tradicional. Se persigue a médicos, psicólogos, psiquiatras. Ni que decir los aspectos morales. Se destruye la medicina para imponer una «religión trans» sectaria e ideológica.

Las cifras no mienten: el fenómeno no es aislado

En 2011, sólo cuatro menores en Austria se sometieron a mastectomías por “reasignación de género”. En 2023, la cifra asciende a 128 menores.

Esto no es casual. Es fruto de un sistema que promueve la confusión, censura la disidencia y protege legalmente la mutilación infantil. No se trata de “casos individuales”, sino de una agenda. Es la misma que avanza en Canadá, en Estados Unidos, en España, y ahora en Austria. Una agenda que destruye la infancia, ataca la familia y liquida la autoridad de los padres.

Lo que está ocurriendo en Austria es un aviso para el resto de Europa. Cuando los gobiernos progresistas aprueban leyes de género, no buscan proteger derechos, sino imponer una dictadura trans que niega la realidad biológica, criminaliza a los padres y mutila a los menores.

Primero fue la imposición cultural. Después, la censura en redes. Luego, la pérdida de la patria potestad. Hoy, la cárcel. Si no se pone freno a esta deriva, pronto veremos padres encarcelados por no ceder ante esta tiranía.

La dictadura trans no busca libertad, sino sometimiento.

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