De la censura a la criminalización del disenso | Jeffrey A. Tucker

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La historia parece avanzar rápidamente, ¿no es así?

Se está gestando una gran batalla en todo el mundo occidental sobre el principio básico de la libertad de expresión. ¿Estará protegido por la ley? No está del todo claro cuál será el resultado. Parece que estamos al borde de una posible calamidad si los tribunales no deciden de la manera correcta. Incluso si logramos una victoria, la cuestión ya está en juego. Nuestros derechos de libertad de expresión nunca han sido más frágiles.

Dirige tu atención a Francia ahora mismo. En plena noche, se deslizó en la Asamblea General una nueva ley que convertiría en delito criticar las inyecciones de ARNm. Los críticos la llaman la ley Pfizer. Pide multas de hasta 45.000 euros y posiblemente tres años de prisión por desacreditar un tratamiento médico aprobado.

Como todas las naciones occidentales, las críticas a la plataforma de ARNm ya han sido objeto de una gran censura en las redes sociales. Aun así, ha habido un importante giro de los consumidores a nivel mundial contra estas inyecciones. La gente no está convencida de que sean necesarios, seguros o eficaces. Aún así, el gobierno impuso mandatos para todos, miles de millones de personas en todo el mundo. Esta fue una forma de reclutamiento que ha generado una profunda división entre gobernantes y gobernados.

Sin embargo, en lugar de dar marcha atrás, los gobiernos, que han sido capturados por los intereses farmacéuticos, lucharán por las empresas y la tecnología para amenazar con encarcelar a cualquiera que hable abiertamente en su contra.

Aquí es donde la censura se convierte en un arma severa. Es el siguiente paso lógico. Primero, despliegan todos sus poderes para mantener los canales de distribución de información libres de disidencia. Cuando eso no funciona del todo, simplemente porque la gente encuentra medios alternativos para hacer correr la voz, hay que intensificar las cosas e instituir controles directos.

Es lógico que esto suceda. Después de todo, el objetivo de la censura es curar la mente pública para sofocar la oposición a las prioridades del régimen. Cuando los principales medios corporativos se están desmoronando y surgen nuevos medios, la siguiente etapa es ir hasta el final para criminalizar rotundamente la opinión, como cualquier gobierno totalitario.

Estamos muy cerca de esa etapa. Si puede suceder en Francia, puede suceder en toda Europa, luego en la Commonwealth y luego en Estados Unidos. Sabemos mucho sobre la política hoy. Es mundial. Las élites que han tomado el control de nuestros gobiernos se coordinan a través de las fronteras. Por eso es muy importante prestar atención a lo que sucede al otro lado del charco.

Como segundo elemento, me alarma leer el artículo principal de la sección de opinión del New York Times que celebra un caso de difamación del que no había oído hablar antes. Es de Michael Mann, profesor de la Universidad de Pensilvania. Había demandado a un escritor del Competitive Enterprise Institute por discrepar del modelo de cambio climático de Mann y, en particular, del llamado palo de hockey.

Ésta no es en absoluto mi área de especialización, pero no tengo ninguna duda de que la ciencia climática convencional debería estar sujeta a fuertes críticas. Si algo nos ha enseñado la era COVID es que el “consenso científico” puede ser escandalosamente erróneo y necesita una revisión que se presente en forma de escritos, algunos de ellos concisos y cortantes.

El Dr. Mann presentó una demanda por difamación. Después de una década completa de litigio y una audiencia completa, el jurado terminó decidiendo a favor de los demandantes. A un acusado, Rand Simberg, se le ha pedido que pague 1.000 dólares y al otro, Mark Steyn, 1 millón de dólares. Simberg dice que apelará y respalda cada palabra que escribió. Steyn está de acuerdo y está dispuesto a apelar.

¿Puedes imaginar? ¡Critica una turbina eólica o los bloqueos pandémicos y te llevarán ante un juez!

¿Tendrá este caso un efecto paralizador sobre las críticas al gobierno? ¡Absolutamente! De hecho, resulta aterrador pensar lo que implica. Y el escritor no deja nada a la imaginación. Considera este caso como una cuña para hacer que la crítica científica de cualquier área de la vida (desde las vacunas hasta el cambio climático y la conversión a vehículos eléctricos) sea esencialmente ilegal. En cualquier caso, si no es así, se acerca al colocar tantas minas terrestres que los críticos esencialmente se callan por miedo a arruinarles la vida.

Este caso duró diez años. El artículo en cuestión fue publicado hace 12 años. ¿Cómo es posible que los litigantes impulsaran un caso durante tanto tiempo? Se trataba de sentar un precedente grave. Ese precedente está ahora claramente establecido. La definición de difamación es tan maleable que los jurados pueden decidir cualquier cosa. La sola perspectiva de ser llevado ante un juez durante diez años es suficiente para disuadir de hablar.

Básicamente, se ha puesto sobre aviso a todos los críticos del “consenso científico” en todos los ámbitos. Ya son presa fácil. Ése es el mundo hacia el que nos dirigimos.

Aquí está el problema. La censura funciona cuando el gobierno puede controlar todos los canales de distribución de información. ¿Qué pasa cuando eso ya no funciona? Los poderes fácticos tienen que utilizar métodos más directos, incluso cuando van en contra de la Primera Enmienda. Quienes dicen que esto no puede suceder aquí deben prestar más atención a la realidad de lo que está sucediendo.

Mucha gente está triste de ver la desintegración de los viejos medios. Ciertamente yo lo estoy, pero considero cómo responderán los censores. Se están volviendo duros, confiando más en la ley, y esperando que los tribunales puedan actuar para callar a los críticos de forma permanente. Ese es el futuro que al que nos estamos aproximando. Es extremadamente peligroso. Bajo esta trayectoria, la libertad de expresión ya no existirá. La Primera Enmienda será letra muerta.

(Con fragmentos del artículo de Jeffrey A. Tucker en Epoch Times)

2 comentarios en «De la censura a la criminalización del disenso | Jeffrey A. Tucker»

  1. Estamos inmersos -y cada día mucho más- en una censura/dictadura sin visos de cancelación. En mi opinión, esos que manejan los hilos, se divierten, viéndonos correr de allá para acá, como marionetas. Quizás su astío de vida, les conduzca a estos hechos y a este maligno plan que, nos envuelve y nos liquida, a los habitantes de un planeta, que un día sin informática, éramos mucho más libres, donde reinaba la humildad y la sencillez. No nos dejemos llevar a ese punto, de no retorno.

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