Sin embargo, gran amenaza para España no proviene solo de la política exterior de Marruecos. El enemigo lo tenemos en casa: una quinta columna de políticos españoles que, en lugar de defender los intereses nacionales, actúan como lobbistas de Rabat. En su mayoría vinculados al socialismo —pero no exclusivamente—, han trabajado activamente para legitimar las aspiraciones expansionistas del régimen de Mohamed VI.
Un claro ejemplo de esta diplomacia sumisa lo protagonizaron recientemente José Luis Rodríguez Zapatero y José Bono, quienes en la III Conferencia Internacional para el Diálogo y la Paz en el Sáhara Occidental respaldaron la propuesta de autonomía bajo soberanía marroquí. Este giro radical respecto a sus posturas cuando ostentaban cargos públicos evidencia la capacidad de Rabat para cooptar voluntades políticas en su beneficio.
Este evento fue promovido por el Movimiento Saharaui por la Paz (MSP), una entidad ahora integrada en la Internacional Socialista (IS), presidida por Pedro Sánchez. La conexión entre el socialismo español y el régimen marroquí se refuerza, condicionando la política exterior de España. Un informe del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) de 2021 reveló que los líderes del MSP, Hach Ahamed Bericalla y Fadel Breica, han mantenido vínculos con los servicios de inteligencia marroquíes, lo que cuestiona seriamente su supuesta independencia.
La sumisión de ciertos políticos españoles a los intereses de Marruecos no se limita al caso del Sáhara. El monarca alauí sabe ser generoso con quienes le sirven bien, y estos, a su vez, saben devolver el favor con fidelidad inquebrantable.
Entre los más incondicionales apoyos de Marruecos en la clase política española destacan los expresidentes socialistas Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, así como el exministro de Exteriores Miguel Ángel Moratinos, hoy Alto Representante de la Alianza de Civilizaciones de la ONU.
El caso más vergonzoso lo protagoniza la exministra socialista María Antonia Trujillo, quien ha defendido abiertamente que Ceuta y Melilla son una afrenta a la integridad territorial de Marruecos. Ha llegado a afirmar que la reivindicación marroquí sobre las ciudades españolas está ‘plenamente justificada’. Es inadmisible que una exministra española adopte el discurso del enemigo y respalde la pérdida de soberanía nacional.
Estos posicionamientos no son hechos aislados. Pedro Sánchez, en un acto de sumisión sin precedentes, entregó el Sáhara Occidental a Marruecos sin debate parlamentario, reforzando la total alineación de su gobierno con Rabat.
Mientras tanto, Marruecos avanza con su estrategia expansionista. Sus ambiciones van más allá del Sáhara y abarcan Ceuta, Melilla, los peñones e islotes españoles e incluso las Islas Canarias.
Marruecos califica a Ceuta y Melilla como “presidios ocupados” y su reivindicación sobre ellas es inamovible. Por su parte, Washington ve a Marruecos como su socio natural en el norte de África, lo que se ha traducido en un refuerzo de acuerdos comerciales, diplomáticos y militares, y no se prevé que haga nada en caso de que Marruecos inicie un proceso anexionista.
La gran incógnita es si Ceuta y Melilla están protegidas por la OTAN. Según el tratado, no lo estarían explícitamente. En la Cumbre de Madrid de 2022, el presidente Joe Biden declaró que ‘hasta la última pulgada del territorio nacional de cualquier Estado miembro está cubierta por la Alianza’. Sin embargo, para que esta afirmación tenga un efecto real, España debe definir con claridad y firmeza su soberanía sobre estos territorios y fortalecer su capacidad de disuasión frente a Marruecos.
El problema no es solo la ambición anexionista de Marruecos. El verdadero peligro es que tenemos el enemigo en casa. La penetración del lobby marroquí en la política española es alarmante, con figuras que, lejos de defender los intereses nacionales, actúan como cómplices de un régimen que sigue reclamando nuestro territorio. Mientras Mohamed VI refuerza su ejército y sus alianzas internacionales, el gobierno socialista cede, debilitando la soberanía española y facilitando la agenda expansionista de Rabat.
España necesita recuperar su dignidad y dejar de ser un peón en el juego geopolítico de Marruecos. Ceuta y Melilla son españolas y deben seguir siéndolo.
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2 comentarios en «Cuando el enemigo está en casa: la «quinta columna» de los políticos socialistas españoles que trabajan para Marruecos»
… también habrán cada vez más islamistas en el psoe
Hace 50 años de la marcha verde, y fue entonces cuando España abandonó el Sáhara, si después de 50 años no se ha resuelto el problema, y está claro que Marruecos no lo va a soltar, ni acepta la resolución de la ONU, no es mejor una solución que al menos daría más autonomía a los saharauis ??