La periodista publica ‘Cancelados’, un ensayo contra las nuevas censuras que carcomen el discurso público
La escritora Carmen Domingo analiza las nuevas estrategias para silenciar opiniones incómodas en su último ensayo, Cancelados. Las redes sociales, lejos de mejorar nuestros canales de comunicación, han multiplicado el poder de las voces más irascibles, inestables e intolerantes. «Asumir que una parte de la población se crea con derecho a callar a la otra es un peligro», advierte.
El periodista Víctor Lenore entrevista a Carmen Domingo para Voz Populi. Por su interés reproducimos fragmentos de la misma
¿Cómo es posible que Internet haya estrechado la conversación pública en vez de ensancharla?
R. Porque es más fácil, rápido y cómodo leer un titular que leerse un libro y desarrollar un discurso propio tras la lectura y eso es lo que a día de hoy te facilita Internet. Y así es cómo hemos llegado a que, en pleno siglo XXI, prime más el titular que el contenido que hay detrás, el famoso clickbait. Tú mismo lo verás con los artículos, cada vez que tuiteas uno te darás cuenta de que hay diez retuis por cada lectura (eso siendo benévola, seguro que hay veces en las que hay incluso menos). Algo que debía hacer sido ‘a priori’ positivo, que la información se abriera a nosotros sin movernos de casa, algo que nos iba a ayudar a abrir la mente y a aumentar las posibilidades de contrastar información ha acabado sirviendo para justo lo contrario.
R. Llega cuando se asume como único y positivo el discurso importado desde las universidades progresistas estadounidenses. Es cierto que casi desde el tratado de Marshall damos por bueno todo lo que llega desde EE.UU., pero incluso en aquel momento había cierta crítica, te diría que hasta cierta reticencia. Ahora eso ha desaparecido y se ha comprado el discurso sin discutirlo.
Cuesta creer que en nuestra época se hayan quemado libros, así como que hayan hecho boicots a presentaciones. ¿Qué diría que ha fallado?
R. A mí, te confieso, ya no me cuesta creer casi ninguna barbaridad relacionada con el wokismo que nos rodea. Dicho esto, creo que han fallado muchas cosas, o no, quizás era eso lo que se pretendía, que desapareciera el espíritu crítico, que se aceptara por bueno lo que promocionaban unos cuantos instagramers, que los opinólogos televisivos lanzaran titulares impactantes y nadie los cuestionara, que la mayoría de discursos políticos estuvieran vacíos de contenido, que se defienda el pensamiento único… han fallado muchas cosas como ves.
En los últimos años, hemos vivido episodios surreales como el cierre de la cuenta de Twitter de un presidente de Estados Unidos por parte de una empresa woke de Silicon Valley. ¿Está la democracia cohibida ante estas megaempresas?
R: Sin duda está la democracia cohibida por el neoliberalismo, el dinero, las empresas, son las que todo lo pueden. Es el dinero, amigo. Nadie se atreve a discutirle a Twitter una barbaridad como la de cerrarle la cuenta a un presidente elegido democráticamente. ¿Es que nadie piensa que hoy molesta Trump, pero mañana puede molestar cualquier otro? Y, lo que es peor, ¿es que nadie de verdad piensa en lo que eso supone? ¿En cómo nos están negando, o imponiendo, pensar de determinada manera?
¿Es la corrección política una herramienta para mantener el statu quo económico?
R. Desde luego, no existe ni una corrección política que no esté condicionada por el dinero. ¿Tú crees que cuando se habla de doblar pronombres en el discurso para que todo el mundo se sienta incluido están pensando en la inclusión de las mujeres? La inclusión, la igualdad de las mujeres se logra con leyes, y con educación, por supuesto, no con discursos vacíos. Es más, te diría que detrás de muchas defensas de lo políticamente correcto hay un interés económico. No sé, ¿tú crees que en la campaña de retirar los conguitos negros por “racistas”, no hay una empresa que los fabrica de otros colores y que quiere ese mercado?
Otro asunto gordo es la batalla woke contra los clásicos de la literatura, desde “Lolita” hasta Agatha Christie. ¿Cuál cree que es la mejor manera de defenderlos?
R. Esta es otra de las tontunas con las que debemos lidiar a diario, incluso a costa de que los haters decidan cebarse con una en redes. Una no puede juzgar las obras literarias con ojos censores, sino con ojos literarios. Es que, además, la buena literatura parte de la libertad de creación del escritor y si no existe esa libertad, desaparece la literatura. Volvemos al pensamiento único, que parece que es a dónde nos quieren llevar. Lo que pasa es que, de nuevo, el dinero manda. ¿Qué hacer si quieres publicar una novela y sabes que las editoriales lo que buscan es lo políticamente correcto? ¿Cómo elegir el tema de un ensayo si sabes que la mayoría de las editoriales te van a cancelar?
Denuncia que la izquierda ya no enseña a George Orwell porque le resultan incómodas sus posiciones anticensoras. Además, su ensayo nos recuerda que Orwell predijo que sufriríamos una neolengua similar a la de “1984” a la altura de 2050. ¿Qué diría que es lo que más choca entre el autor británico y la izquierda actual?
R. Lo que claramente sorprende más es que Orwell, que no era precisamente de izquierda radical, se ha quedado situado a la izquierda de la izquierda líquida que tenemos en este país. Lo que no sé es cómo no se plantean, desde esa izquierda líquida de la que te hablo, qué está pasando para que les moleste alguien como Orwell.
Destaca la complicidad de las grandes corporaciones internacionales con el catecismo woke. ¿A qué cree que obedece esta alianza?
Yo creo que han hecho un cálculo de pérdidas beneficio (como hacen siempre, claro está), y que han calculado que les sale más a cuenta entrar en este discurso porque les ha parecido que durará, aunque puedan perder unos cuantos clientes. Y a mí me parece que se han equivocado, porque cada vez más cuando surgen estas campañas la opinión pública se pone en contra y en no pocas ocasiones han tenido que rectificar.