Los jóvenes no creen en la UE: el 53% critica al bloque comunitario por ignorar los problemas reales y un 40% cree que no es «democrático»

cae credibilidad de la UE entre menores de 35 años

Sólo el 6% de los europeos de entre 16 y 26 años cree que el sistema político de su país funciona bien y no necesita cambios

Un reciente estudio confirma lo que muchos ya sabían: los jóvenes no creen en la Unión Europea. Más de la mitad se siente abandonada por una institución que consideran ajena, elitista y sin rumbo.

La Unión Europea (UE) es una institución cada vez más impopular entre los jóvenes europeos. La desconfianza hacia las instituciones nacionales y europeas no hace más que aumentar entre la juventud del Viejo Continente, según el estudio Young Europe 2025 de la Fundación TUI.

La desconexión de la juventud: síntoma del colapso

El 53% de los jóvenes europeos entre 18 y 35 años no cree en la Unión Europea como una institución que represente sus intereses ni solucione sus problemas reales, y el 40% afirma que no funciona de forma especialmente democrática. Los datos proceden del último barómetro europeo encargado por varias instituciones comunitarias que buscaban medir el “estado anímico” de la nueva generación.

Los resultados son demoledores. Solo un 39% considera que el sistema político de su país funciona correctamente (aunque con margen de mejora). Un tercio pide cambios profundos en el modelo político, y un 14% clama directamente por una reconstrucción total del sistema. En países como Grecia, ese número se dispara hasta el 34%.

El mensaje es claro: los jóvenes no creen en la Unión Europea porque ven que los valores que pregona —inclusión, justicia, solidaridad— no se reflejan en su vida diaria. En su lugar, padecen paro, inseguridad y falta de futuro.

Una burocracia globalista que ignora a los ciudadanos

La falta de credibilidad de las instituciones europeas no es nueva, pero ahora se acentúa. A ojos de millones de jóvenes, Bruselas representa un bloque tecnocrático, manejado por burócratas globalistas, alejados de la realidad, que legislan sin legitimidad popular y de espaldas al sufrimiento real de la ciudadanía.

¿Por qué los jóvenes no creen en la Unión Europea? Porque ven que los burócratas no rinden cuentas ante nadie. Porque no entienden que se dediquen millones a políticas climáticas, ideología de género o lobbies LGTB, mientras ellos no pueden independizarse, encontrar empleo digno ni formar una familia.

Bruselas destina fondos a propaganda ideológica, no a solucionar problemas concretos. No ofrece esperanza, ni identidad, ni raíces. El euroescepticismo crece porque la gente está cansada de mentiras, imposiciones y censura.

Europa ha dejado de ser Europa

Un continente que olvida sus raíces, que destruye sus valores cristianos, que criminaliza la defensa de la familia y promueve la confusión sexual como modelo educativo, no puede esperar apoyo ni respeto. La Unión Europea ha renunciado a su esencia y ha optado por una agenda globalista destructiva, que los jóvenes ya no compran.

Por eso los jóvenes no creen en la Unión Europea: porque no reconocen en ella ni sus valores, ni sus prioridades, ni su identidad. Europa ha abierto las puertas a la inmigración masiva sin integración, ha entregado la soberanía a manos extranjeras y ha suprimido la libertad de pensamiento.

Los jóvenes quieren patria, raíces, certezas. No quieren tratados opacos ni discursos de funcionarios que nunca han pasado por las urnas.

Una institución sin futuro: si los jóvenes no creen, muere

Una institución cuya legitimidad descansa en el apoyo ciudadano no puede sobrevivir cuando los jóvenes no creen en la Unión Europea. Esta desafección juvenil no es una anécdota: es un síntoma terminal. Si quienes están llamados a ser la futura generación de votantes, líderes y ciudadanos activos ya no creen en el proyecto europeo, ese proyecto está condenado al fracaso.

El informe citado demuestra que el desencanto es transversal. No solo afecta a países del sur como Grecia, Italia o España, sino también a jóvenes alemanes, franceses y belgas. La promesa de una Europa de derechos y bienestar ha quedado en papel mojado.

Este vacío será llenado por nuevas alternativas. Cada vez más jóvenes apoyan movimientos patrióticos, conservadores y soberanistas. Porque buscan esperanza real, verdad, valores sólidos. No ideología líquida.

Los medios callan, pero el malestar crece

La mayoría de los grandes medios de comunicación, cómplices del sistema, ocultan o minimizan este fenómeno. Prefieren vender una Europa feliz, diversa y tolerante, mientras los jóvenes se hunden en la desesperanza y el nihilismo.

Pero el pueblo ya no traga. El hecho de que los jóvenes no creen en la Unión Europea y que el 53% rechace el sistema no se puede tapar con eslóganes vacíos. El tiempo de los tecnócratas se agota.

Frente a ello, desde medios independientes como este, seguiremos denunciando esta deriva y ofreciendo una voz firme en defensa de la verdad, la libertad y la soberanía nacional.

Europa camina hacia su desaparición

Los jóvenes no creen en la Unión Europea. Este hecho debe servir de advertencia a quienes, desde sus despachos, siguen imponiendo políticas alejadas del bien común. Cuando los jóvenes pierden la fe en una institución, esa institución ha empezado su cuenta atrás.

La desconexión actual no es un fallo temporal, es un rechazo profundo al modelo. O Europa despierta, o será barrida por una nueva ola patriótica que restablezca orden, valores y soberanía.

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