Las agresiones sexuales a mujeres por sumisión química crecen un 8% en España. La sumisión química es el método que usan cada vez más los delincuentes para robar o agredir sexualmente. Según datos del Ministerio de Justicia, una de cada tres agresiones sexuales en los últimos cinco años podría haberse producido «con la víctima bajo estado de sumisión química«, unos datos que, sin embargo, solo son «la punta del iceberg«.
Los expertos distinguen, dentro de las agresiones sexuales por sumisión química, entre las de tipo proactivo, en las que el agresor suministra una sustancia oculta a su víctima con el objetivo de anular su capacidad de respuesta; y las oportunistas, en la que el agresor se aprovecha del consumo voluntario de alcohol por parte de la víctima.
El perfil habitual de la víctima es el de una mujer joven, española, o latinoamericana, que admite haber consumido alcohol antes del episodio, y que sufre amnesia parcial o total de los hechos. No obstante, debemos considerar la sospecha también en otros perfiles de víctimas, en relación con la obtención de dinero o bienes bajo el efecto de sustancias. Si bien el alcohol es la más comúnmente empleada, las sustancias implicadas pueden ser múltiples“.
¿Qué dice el Código Penal?
Desde el punto de vista del Código penal, en el ámbito de la violencia, se diferencia entre la sumisión y vulnerabilidad químicas: “En el primer caso, el agresor te administra una sustancia, habitualmente sin que te des cuenta, para cometer la agresión. El segundo hace referencia a que el agresor aproveche una situación en la que tu voluntad está mermada porque has ingerido alguna sustancia, por lo que no puedes dar tu consentimiento”.
Actualmente, el Código Penal diferencia, en cuanto a ataques a la libertad sexual, entre abuso y agresión. En ninguno hay consentimiento por parte de la víctima, pero el abuso se diferencia de la agresión en que no hay violencia o intimidación para cometer el delito.
Así, la sumisión química, sin ser un tipo específico, tiene su encaje en el abuso sexual. Tal y como establece el artículo 181.2 del Código Penal: “Se consideran abusos sexuales los que se ejecuten sobre personas que se hallen privadas de sentido, así como los que se cometan anulando la voluntad de la víctima mediante el uso de fármacos, drogas o cualquier otra sustancia natural o química idónea a tal efecto”.
Es decir, no se diferencia entre sumisión y vulnerabilidad químicas, y así, “se entiende que la administración de estas sustancias no es violencia, por lo que se considera abuso, y no agresión sexual”.
Así, el Código Penal no establece una agravante para la sumisión química: se entiende que al estar anulada la voluntad de la víctima (mediante el uso de dichas sustancias por parte del agresor o agresores), no es necesario usar la fuerza ni la intimidación, por lo que se tipifica como abuso sexual, no como agresión.
¿Qué drogas se usan?
Dentro de las agresiones sexuales por sumisión, la fundamental es la oportunista en mujeres que consumen alcohol. “Con mucho, la sustancia más involucrada en la sumisión química es el alcohol”.
Hay un porcentaje donde se usan las benzodiacepinas. Las benzodiazepinas son un grupo de medicamentos psicotrópicos con efectos sedantes, hipnóticos, ansiolíticos, anticonvulsivos, amnésicos y miorrelajantes. Son benzodiacepinas entre otros, el Diazepam (Valium), el Lorazepam, el Flunitrazepam (Rohypnol), Midazolam (Dormicum), etc.
Se podría poner como ejemplo la película ‘Resacón en las Vegas’, donde se escenifica perfectamente, “aunque de forma exagerada”, y donde cuentan un caso de sumisión química, en el que unos amigos celebran la preboda de uno de ellos y al día siguiente se despiertan sin saber qué ha pasado.
También se emplean los productos que tienen un anestésico, el éxtasis líquido, “aunque se ve muy poco”.
La escopolamina, hioscina o burundanga es un alcaloide tropánico que se encuentra como metabolito secundario en plantas de varios géneros en la familia de las solanáceas, como la belladona, los beleños, estramonios, la escopolia, las mandrágoras y las trompetas de ángel.
La escopolamina también tiene un uso terapéutico. Se usa para prevenir las náuseas y los vómitos causados por mareos por movimiento o por medicamentos utilizados durante alguna cirugía. La escopolamina pertenece a una clase de medicamentos llamados antimuscarínicos. Funciona bloqueando los efectos de una determinada sustancia natural (acetilcolina) en el sistema nervioso central.
Se administra por vía oral pasando desapercibida para la víctima por no tener olor, color ni sabor. Además, sus efectos incluyen: sedación y amnesia anterógrada, la víctima no recuerda nada de lo ocurrido, alucinaciones y desinhibición de forma que la víctima no solo no se opone, sino que incluso puede colaborar.
¿Cómo actuar ante la sospecha de una agresión sexual por sumisión química?
El doctor Burillo, experto en Medicina de Urgencias señala que el problema que existe con la sumisión química es que estas drogas tienen una vida media muy corta, de forma que cuando uno llega al hospital porque es consciente de que algo ha pasado, no recuerda nada, y ya es tarde para detectar la sustancia en sangre o en orina.
“Alguien se toma una copa, generalmente una mujer, y se despierta en su casa o en casa de alguien o en un sitio que desconoce y con síntomas de haber sido violada. Entre que se hace la composición de lugar, que no se acuerda de lo que ha pasado, que no sabe si ha sido ella, o que realmente ha sido una agresión pasan muchas horas y cuando llega al hospital ya no se detecta en sangre o en la orina la sustancia que ha producido la sumisión”, agrega.
Así, subraya que cuando una persona detecta este caso acude al hospital, donde suele haber dispositivos específicos, y si no al 112 para después realizarse la detección de posibles drogas, una exploración ginecología o física para ver posibles agresiones, y una profilaxis de determinadas enfermedades, más la correspondiente denuncia o investigación.
Con todo ello, el doctor Guillermo Burillo, coordinador del grupo de Toxicología de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias, aconseja para evitar la sumisión química el salir en grupo con gente que se conozca, no dejar la copa perdida, sino tenerla siempre a la vista y en caso de encontrarse raro o mal ir a casa, pero con alguien de plena confianza, no con alguien que acaba de conocer en el bar.
“Nadie tiene derecho a abusar de alguien en el caso de sumisión química oportunista. Pero tampoco nadie debe sentirse culpable ni que ha propiciado la sumisión si esto sucede”, aclara el especialista.
Con este artículo no quiero ser más alarmista de la cuenta, pero la temporada de verano son frecuentes las fiestas patronales en los pueblos, discotecas, conciertos multitudinarios y actividades nocturnas al aire libre. Sería irresponsable por mi parte ignorarlo, no publicar un artículo sobre un tema que desgraciadamente existe y que puede afectarnos a nosotros, pero por desgracia y principalmente a nuestras hijas y/o nietas. Gracias por leerme.
Albert Mesa Rey | Escritor