Economía Española (y IV). Resumen y conclusiones | Julio García

Política Económica en España

Tras haber visto en artículos anterioresuna panorámica de la Economía Española, presentamos un resumen de los puntos más importantes que consideramos imprescindibles para la implantación de una adecuada Política Económica en España.

Entre los patriotas, los soberanistas, los contrarios a la situación actual; en otras palabras, los que forman parte del sector crítico del oligopolio partidista, está extendida la idea de que la Economía, o las posibles soluciones económicas a los problemas de nuestra Patria, “no son lo fundamental”. Piensan que lo importante es defender los grandes principios, los valores, la batalla cultural, la supervivencia de nuestra Patria, etc. Lo contrario les sucede a los centristas, que se consideran muy expertos en el tema económico (descubrimos enseguida que no lo son tanto, y además piensan en su propia economía, o en la de los grupos cuyos intereses defienden).

Aunque tienen buena parte de razón en lo que dicen, hay que matizar un poco. En un mundo en el que todo fuera sobre ruedas, los gobiernos se dedicaran a trabajar por el Bien Común, y por los valores, sería cierto que la Economía tendría un valor instrumental, siempre que se siguiesen los principios en la acción de gobierno. Pero no es el caso. El Eje del Mal es incansable, y no deja un solo frente sin cubrir. Estamos viendo cómo, a través de las políticas económicas, derivadas de las falsas ideologías globalistas y progresistas, se está contribuyendo a destruir nuestra Patria y nuestra Civilización.

Nuestros adversarios han utilizado las políticas económicas para sus fines: el control absoluto de las personas, la ingeniería social, y la difusión de todos sus prejuicios ideológicos, basados en el progresismo woke. Intentan destruir todo aquello que les puede hacer frente: la familia, el sector primario, las clases medias, los emprendedores, los autónomos, fomentar la lucha de clases, enfrentar territorios, destruir la moral, etc. Tras cada medida económica (subidas de impuestos, estatismo a ultranza, privilegios a determinadas regiones, mayores controles de la libertad personal, desproteger nuestros productos de los competidores extranjeros, mejor si son de países comunistas o islamistas, etc.) hay una perspectiva ideológica globalista-progresista detrás.

Recíprocamente, a lo largo de la Historia, los Gobiernos con buenas políticas han defendido a través de la economía medidas adecuadas de defensa de  los valores, la protección de la producción nacional, el patriotismo y la libertad.

Por ello, en nuestra alternativa, detrás de nuestras propuestas económicas hay muchos más valores de lo que parece a simple vista. La Economía, que en otros tiempos ocupaba un papel secundario, es ahora también uno de los principales frentes de nuestra Batalla Cultural.

Para dar solución a estos problemas no hay que caer, como hace el centrismo, en la visión “de gestores” de la economía, o en perspectivas tecnocráticas, porque esconden en su seno visiones globalistas que tienen poco interés en la defensa de la soberanía de las patrias. Estamos viendo en la política española que hay una falsa oposición que quiere gobernar para hacer lo mismo que el actual Gobierno (noviembre 2025) “pero mejor”. El problema actual no es sólo -aunque también- que haya incompetentes manifiestos en muchas áreas del Gobierno; sustituir a los inútiles por personas competentes (a quienes tampoco vemos en las filas de la “leal oposición” centrista) no solucionaría gran cosa, no sería suficiente ni de lejos, ni siquiera sustituir a los corruptos por personas con el mismo o similar programa, pero honrados. No basta. No nos vale.

Igualmente, para la elaboración de las propuestas económicas se han rechazado buena parte de las ideologías realmente existentes, que han sido la causa primera de nuestros problemas. Ni el individualismo a ultranza (un liberalismo sin límites éticos), que ignora a la sociedad civil y transforma a los españoles en meros consumidores o clientes, sin el menor freno moral, ni el estatismo (defendido por los socialistas que hay en todos los partidos), que provoca el clientelismo social, al pretender que todos los problemas los solucione gratis el Estado. Ni el separatismo, o antiespañolismo, que además de querer destruir España trata de sacar la máxima tajada de un Estado débil que durante largos años ha alentado, por acción o por omisión, el incremento de los privilegios de algunas regiones frente a otras, además de permitir la persecución inmisericorde de quienes se sienten españoles en esas zonas de España. Ni el relativismo, ni la tecnocracia, ni el globalismo, ni soluciones fundamentalistas, estatistas o totalitarias; para eso están los demás, en el centro, el separatismo y la izquierda, causantes de la actual crisis.

Y no tenemos que hacer caso, cuando hacemos propuestas de calado, a las acusaciones de “populismo”, entendido como el planteamiento de soluciones simplistas a problemas complejos, porque es falso. Quienes dicen esto no tienen el menor interés de que nada cambie, sólo en mantener el sistema aunque sea ruinoso para los españoles. Las medidas que hemos propuesto aquí tienen muy en cuenta la complejidad de la economía, con el enfoque correcto; sólo requieren, a partir de un corpus doctrinal de ideas claras que hemos intentado definir, de una voluntad firme de cambiar el rumbo de España. Se trata de luchar con eficacia por nuestra soberanía como Patria, por el Bien Común de los españoles, y por los valores que han hecho grande a España a lo largo de su Historia.

Un Estado como el español, con más de un 10 % de paro (con cifras trampeadas, sabemos que el paro real es mayor), de los mayores de Europa, con un tercio de los españoles en situación de pobreza o en riesgo de estarlo, con una Administración elefantiásica, ineficaz, extractiva y creadora de privilegios injustos, con unos servicios públicos cada vez más deteriorados y sin voluntad de mejorarlos, con una inmigración descontrolada y causante de múltiples problemas de todo tipo, con una deuda superior al 100 % del PIB, con una oligarquía partidista empeñada en destruir todo lo que ha representado España y simultáneamente defensora de sus propios intereses a través de una corrupción ilimitada, con un activismo subvencionado en contra de la familia y de sectores sociales enteros como el primario, y decididos a hundir en la miseria a la clase media, incapaces de construir ni una sólo vivienda cuando hay un déficit de más de 600.000… no es ahora un Estado ejemplar ni mucho menos. Una empresa con estos datos habría despedido fulminantemente a su CEO y a todos sus directivos.

El proyecto económico propuesto ha de aplicarse en su integridad, con las correcciones y matizaciones que se consideren oportunas. Todos los problemas y sus soluciones están conectados  entre sí, por lo que no es posible aplicar el programa con medidas parciales. No basta con “sólo” bajar los impuestos, “sólo” hacer planes de infraestructuras, o “sólo” resolver el problema de la vivienda, olvidando el resto de las propuestas. La economía española requiere para su despegue de soluciones de carácter integral en todos los ámbitos, porque existen interrelaciones con conexiones múltiples en todos los sectores y en las diferentes medidas a adoptar.

Asimismo, hay que tener un cierto sentido de gradualidad. Aunque muchas medidas pueden y deben ser de aplicación inmediata (recordemos a Trump y a Milei en sus primeros días de mandato), otras requieren más tiempo, casi siempre menor de una Legislatura.

Y hay que tener en cuenta, como dijimos, a la sociedad en su conjunto. Todos los sectores sociales relevantes: las familias, los jóvenes, las empresas, los autónomos, los sectores económicos (primario, industrial, servicios), la tercera edad, el mundo del trabajo, la economía social: todos aquellos a quienes quiere destruir o someter el globalismo. Recíprocamente, hay que dejar de gastar dinero público en temas inútiles, o nocivos. No es necesario, ni siquiera existe obligación constitucional alguna, de subvencionar las políticas de género, los fanatismos climáticos, la barra libre a la inmigración ilegal, los chiringuitos de cualquier tipo o los cada vez mayores privilegios de políticos y cargos digitales.

Uno de los apartados más importantes es el de reducción del gasto. La suma de gastos prescindibles, o al menos reducibles fuertemente, entre ineficiencias y duplicidades administrativas, los intereses de la deuda, la corrupción, la economía sumergida, los chiringuitos, las subvenciones internacionales, la inmigración ilegal, las políticas de género, el exceso de cargos digitales, así como las partidas equivalentes en autonomías, empresas públicas y ayuntamientos (difíciles de conocer e integrar en su conjunto), suponen una cantidad de cientos de miles de millones de euros de despilfarro. Suficientes para solucionar los problemas del déficit, las pensiones, las inversiones necesarias y todas las políticas sociales.

Por el alcance de las propuestas restringido a la Economía, no hemos entrado en otros aspectos muy importantes: Educación, Justicia, Sanidad, etc. Pero está claro que todos ellos tienen una incidencia decisiva, no sólo en su ámbito respectivo, sino también en la Economía. Con una Justicia independiente y con firmeza frente a todo tipo de delitos; con una educación en valores y libre, la Economía, y por supuesto España en su conjunto saldrían ganando.

Todos los criterios y medidas que hemos elaborado están basados en el Patriotismo, en la continuidad de las grandes épocas de la Historia de España, en los Valores -tanto espirituales como humanos-, en un espíritu social rectamente entendido, y en la defensa de la libertad real de los españoles y de la sociedad civil.

Como resumen de las Propuestas para la Economía Española elaboradas en varios artículos, para recordar con más facilidad:

Tolerancia cero absoluto a la corrupción.

– Eliminación de todos los gastos superfluos: Cargos, chiringuitos, subvenciones.

– Aligerar el tamaño del Estado. Eliminar duplicidades.

– Auditoría permanente del Gasto Público. Estabilidad presupuestaria.

– Amortización acelerada de la deuda y reducción máxima de los gastos por intereses.

– Política migratoria estricta. Remigración.

– Bajadas drásticas de impuestos.

– Economía social: familias, emprendedores, cuadros, trabajadores, pensionistas, sectores.

– Mayor libertad del mercado interior español frente al bloque globalista.

– Objetivo de Pleno Empleo.

– Protección soberanista frente a las competencias desleales exteriores.

– Planes en Sectores económicos estratégicos. Inversiones para el crecimiento.

– Universalizar el acceso a la vivienda.

– Proyecto económico de España a medio y largo plazo.

Links a las propuestas:

Queremos evitar que nos pase algo parecido a lo que sucedió en Grecia, donde un Gobierno (centrista, en aquel caso) mintió descaradamente sobre la cifra real de la deuda; si tuviéramos una crisis económica grave, al rescate del país vendrían los “señores vestidos de negro” (FMI, BCE, UE) a hacer quitas a proveedores, rebajar drásticamente las pensiones y los sueldos de los funcionarios (y de los demás), a abaratar el despido (y a despedir funcionarios y a muchos trabajadores) y subir los impuestos, dejando intacto el esquema ruinoso e injusto que hemos denunciado. Eso sí que son soluciones simplistas frente a problemas complejos. Rotundamente no, si está en nuestra mano evitarlo.

En el escenario deseado que ahora sólo intuimos y que creemos factible, España sería un país próspero y competitivo en el escenario internacional, por el efecto de la acción conjunta de los criterios y propuestas planteados aquí. Es posible conseguirlo, y lucharemos por ello.

Julio García | escritor

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