La superación de la pandemia de coronavirus y el consiguiente endurecimiento de la política monetaria y fiscal, unido a las consecuencias económicas de la guerra en Ucrania, han acrecentado los temores a que se desate una recesión a nivel internacional.
En aras de un análisis más homogéneo y consistente, utilizaremos únicamente indicadores referentes a los Estados Unidos, si bien la situación es extrapolable, – en el caso del viejo continente la situación es similar, o incluso peor. El FMI ha rebajado las previsiones de crecimiento para Europa, y considera que varios países, incluida Alemania, no serán capaces de evitar una recesión- por lo general, al resto de economías desarrolladas, y es evidente que una recesión en EEUU tendría un impacto relevante a nivel internacional.
1-Aumento de los tipos de interés
Pese a que en estos momentos el tipo de interés fijado por la Reserva Federal de EEUU se sitúa en el 0,25%, los integrantes de la misma esperan que esta supere el 2,5% en 2023, mientras que entidades como Deutsche Bank apuntan a que esta pueda escalar hasta el 6% en el medio plazo. Históricamente, los ciclos de subidas en las tasas de interés – y por ende, el encarecimiento del dinero– han terminado desembocando en periodos de recesión (representados, en adelante, por franjas grises en los gráficos). Además, esta rebaja de los tipos viene acompañada por una sustancial contracción del balance del banco central. Es decir, que pasará de comprar activos financieros a venderlos, drenando liquidez de la economía.
2-Inversión de la curva de tipos
Probablemente, el indicador más seguido por los analistas en lo que se refiere a la predicción de crisis económicas sea la inversión de la curva de tipos o curva de rendimientos de los bonos del tesoro americano. Esta representa la estructura temporal de los tipos de interés de estos títulos de deuda pública que, por lo general, suele tener una forma creciente. Es decir, que conforme aumenta el plazo en que el gobierno americano debe devolver el importe adeudado, el tipo de interés aumenta. Esto se basa en la idea (de puro sentido común) de que es más arriesgado prestar dinero a corto plazo que a varios años vista, por lo que la mayor incertidumbre lleva a que el interés que se solicita a cambio se eleve.
Sin embargo, todo cambia cuando se prevé que la situación económica sea mala en el corto plazo, momento en que la curva se invierte. En otras palabras: los inversores, al tener miedo por el futuro cercano, piden que se les pague un interés mayor por financiar al gobierno a corto plazo que a largo.
3-Aumento del precio del petróleo
Los aumentos drásticos en los precios del petróleo nunca son una buena noticia. El mayor coste de esta materia prima esencial encarece el transporte, la electricidad y la cadena de suministro en su conjunto, mermando los márgenes de las empresas y la renta disponible de las familias. Históricamente, las grandes desviaciones al alza del precio del petróleo han precedido recesiones en Estados Unidos (franjas grises en el gráfico), especialmente, cuando esta desviación supera el 50% respecto a su tendencia. Estos niveles ya se han alcanzado tras la guerra de Ucrania, acrecentando así los temores a una contracción económica. Aún así, es preciso matizar que en el país americano se ha convertido, gracias a la técnica del fracking, en una potencia productora de crudo, lo que podría reducir el impacto negativo de los altos precios del mismo.
4-Deterioro de la confianza del consumidor
Las encuestas que miden la confianza del consumidor ofrecen información relevante sobre el estado de ánimo de la ciudadanía y su visión de la economía a futuro. Así, tasas de confianza decrecientes presagian momentos difíciles para la economía familiar y, por tanto, inminentes mermas en los niveles de consumo y ventas empresariales. En estos momentos, la confianza del consumidor americano se encuentra cercano a mínimos de la crisis de 2008. Aun así, paradójicamente, y por el momento, el consumo real se mantiene en máximos.
5- Pleno empleo
Aunque niveles de desempleo reducidos son síntoma de la buena salud de la economía, tasas cercanas al pleno empleo pueden indicar cierto recalentamiento de la misma y, por tanto, que ya no hay más margen de mejora. Actualmente, Estados Unidos registra una tasa de paro de apenas el 3,6%, situándose ya en niveles prepandemia, y siendo uno de los valores más reducidos en toda la historia. Los datos disponibles nos indican que niveles tan bajos de desempleo nunca han durado demasiado tiempo, y que estos han acabado disparándose tras la aparición de una nueva recesión.
Uno de los sectores más afectados por la nueva política monetaria contractiva está siendo el mercado inmobiliario. En Estados Unidos, las hipotecas a tipo fijo de 30 años ya soportan el tipo de interés más alto en más de una década, lo que está dificultando el acceso a la financiación de viviendas en un momento en el que los precios de las mismas se sitúan a niveles estratosféricos. Concretamente, el precio de los inmuebles con respecto al ingreso de los hogares se sitúa en el nivel más alto desde que hay registros, mayor incluso que en la burbuja inmobiliaria de comienzos de siglo, como observamos a continuación.
La combinación de mayores tipos de interés en las hipotecas y el alto precio de la vivienda ha contraído sensiblemente la solicitud de préstamos hipotecarios hasta niveles cercanos a los mínimos de este siglo, lo que siembra la sospecha razonable de que un colapso del mercado inmobiliario americano esté por llegar.
En suma, la excesivamente acomodaticia política monetaria mantenida por los bancos centrales durante los últimos años ha potenciado una economía artificialmente alimentada y unos niveles de inflación descontrolados. Ahora, las autoridades monetarias, encabezadas por la FED, están tratando de corregir este escenario con una agresiva (y tardía) retirada de estímulos que afectará indudablemente al crecimiento económico. Pese a que por el momento la coyuntura parece favorable – bajo desempleo, consumo elevado y crecimiento económico – son muchos los indicadores que, como hemos podido comprobar, presagian una alta probabilidad de recesión.
(Con información de Libertad Digital)