Victoria para la vida: los diputados alemanes rechazan el suicidio asistido

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Hubiera permitido a cualquier persona mayor de 18 años, independientemente de cualquier enfermedad o dolencia, solicitar el suicidio asistido a un médico

La primera propuesta provino de Katrin Helling-Plahr y Renate Künast. Tenía como objetivo hacer que el suicidio asistido esté disponible para todos los que son capaces de tomar decisiones con un deseo constante de terminar con sus vidas. La otra, presentada por Lars Castellucci, implicó como mínimo la medida de seguridad de una evaluación preliminar de las condiciones psíquicas del paciente.

Cornelia Kaminski, presidenta de una de las principales organizaciones pro-vida de Alemania (Aktion Lebensrecht für Alle), dijo que está complacida con este resultado histórico y explicó la situación: “Este fue un día realmente bueno para el Parlamento y para la sociedad alemana en grande, porque ambos borradores fueron rechazados por el Parlamento”.

Es una victoria que los parlamentarios alemanes se negaran a decidir sobre un asunto de vida o muerte que involucra a tantas personas en Alemania. La ley actual detiene con bastante eficacia a las organizaciones profesionales que buscan ofrecer suicidio asistido a personas y que están comenzando su actividad ahora en Alemania.

“Como todos sabemos”, continuó la líder provida Kaminski, “el suicidio asistido significa abrir la puerta a la eutanasia [matar a alguien sin su permiso]; el suicidio asistido es una herramienta eficaz para acabar con la propia vida en países donde la eutanasia no está permitida. Ahora estamos ayudando a nuestros miembros del parlamento a tomarse el tiempo para reconsiderar los borradores, analizarlos y establecer buenos programas de prevención del suicidio, evitando que las personas tomen esa decisión”.

¿Qué hubiera pasado?

Si se hubiera aprobado la legislación eutanásica propuesta, Alemania habría tenido las leyes de suicidio asistido más radicales del mundo, lo que permitiría a cualquier persona mayor de 18 años, independientemente de cualquier enfermedad o dolencia, solicitar el suicidio asistido a un médico. Estas leyes también habrían terminado con la protección de instituciones católicas como hospicios o centros de atención para personas mayores de prohibir que las sociedades de suicidio asistido ofrezcan sus servicios dentro de sus instalaciones. No habría habido ningún espacio seguro, ninguna zona segura, donde las personas estuvieran libres de la presión de quienes ofrecían el suicidio.

Esta victoria que salvó vidas se produjo gracias a los esfuerzos conjuntos de los activistas pro-vida: “Luchamos hasta el último minuto”, explicó Kaminski. Fue un esfuerzo sin precedentes para obligar a los parlamentarios a votar en el penúltimo día de la temporada parlamentaria; los dos borradores fueron presentados apenas un par de días antes. Contra esta amenaza, como nos dice Cornelia, “Nos pusimos en acción y enviamos postales y correos electrónicos a todos los parlamentarios; también protestamos frente al Bundestag [Parlamento de Alemania]. ¡La vida gana!”

Este resultado alentador es una semilla de esperanza muy bienvenida que recuerda a todos los defensores de la vida que ninguna lucha se pierde de antemano y que la pasión y la coordinación efectiva pueden hacer milagros.

(Con información de IfamNews)

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