Un año de Illa en Cataluña: La rendición al separatismo para una falsa pacificación socialista

El PSC, lejos de representar una alternativa al independentismo, ha terminado siendo su cómplice.

Han pasado doce meses desde que Salvador Illa se proclamó vencedor en las elecciones catalanas del 12 de mayo de 2024. Para Pedro Sánchez, esta victoria representa el único triunfo significativo desde 2019. Sin embargo, lejos de ser un avance político sólido, el gobierno de Illa refleja una continuidad con el separatismo, disfrazada bajo el lema de «pacificación».

Una pacificación falsa

A pesar de que las encuestas muestran una caída histórica del sentimiento independentista -solo el 32% de los catalanes apoyarían la secesión en un referéndum, según el CIS catalán- esto no refleja un logro real del gobierno socialista. La aparente calma en Cataluña resulta por las constantes cesiones a los socios separatistas, especialmente ERC y los Comunes. Illa no ha consolidado una agenda legislativa clara y su gestión se limita a evitar conflictos con los partidos independentistas dándoles todas sus reclamaciones. Esta falta de dirección solo ha fortalecido la hoja de ruta separatista.

El rol del PSC: plegarse al separatismo

El PSC, lejos de representar una alternativa al independentismo, ha terminado siendo su cómplice. Los socialistas catalanes han asumido sin cuestionamientos las demandas nacionalistas, mientras intentan mantener un equilibrio precario para evitar fricciones. Esto desactiva el voto socialista españolista, dejando en manos de los separatistas la consolidación de su discurso político.

La estrategia del poder

El objetivo real del PSOE en Cataluña no radica en resolver problemas sociales, sino en mantener un control político que garantice la permanencia de Sánchez en La Moncloa. Para ello se han plegado al separatismo con tal de consolidar un granero de votos seguro. El rol de Illa se convierte en el de un gestor que debe evitar tensiones, aunque para ello tenga que asumir postulados nacionalistas.

Consecuencias para el votante españolista

La política de de cesiones ha generado una profunda desilusión en el votante españolista del PSC, que percibe una traición. El voto desencantado busca alternativas que no transijan con el nacionalismo. Las alternativas en Vox, el PP, y Aliança Catalana emergen.

El futuro de La Moncloa se decidirá en Cataluña, en la capacidad del PP para recortar distancias y reconquistar espacios en Lérida, Gerona y Barcelona. Si los socialistas logran bloquear este avance, Sánchez podrá mantenerse en el poder. Sin embargo, el desgaste del pacto con los separatistas podría ser un obstáculo difícil de superar.

En conclusión, el año de Illa en Cataluña ha sido más una farsa de pacificación y de cesiones al separatismo que de logros políticos o sociales. La falta de oposición efectiva y el sometimiento al separatismo no auguran un futuro prometedor para el socialismo catalán. El precio de mantener el poder ha sido, paradójicamente, perder identidad y liderazgo en una región clave para el futuro de España.

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