La transcapacidad son aquellas personas que sin tener ningún tipo de limitación física ni de ningún otro tipo quieren tener alguna discapacidad por puro placer y porque «se sienten así». Algunos incluso han recurrido a ácidos o a la automutilación para alcanzar eso que tanto buscan.

El trastorno real de los transcapacitados se llama trastorno de identidad de integridad corporal y consiste en que la citada persona sufre una falta de coincidencia entre su cuerpo físico y mental y por ello se percibe como discapacitada. Ha llevado a que algunas personas vayan en silla de ruedas sin necesitarlo, a que se corten el brazo o a convencer a sus psicólogos para que les echen ácido en los ojos, porque eso es lo que les hará felices.

¿Qué es la transcapacidad?

Para comprender los motivos de declararse transcapacitado, Jesús González Amago, experto en el tema y autor de varios libros que lo tratan como ‘Re-inventarse. La doble exclusión: vivir siendo homosexual y discapacitado‘ y ‘Sin barreras, sin armarios‘, explica que lo más llamativo es que la gran mayoría de veces la transcapacidad tiene su origen en experiencias sexuales agradables con personas con discapacidad, mayoritariamente en el colectivo LGTBI. «Y como disfrutaron en el pasado, se autoconvencen de que si ellos también lo son (discapacitados), pueden disfrutar igual siempre», explica el especialista.

Añade además que dentro del colectivo LGTBI (dónde mayoritariamente se dan los casos de transcapacidad por casos de buenas experiencias sexuales), hay muchos casos en este apartado que se salen de la norma. «Las desviaciones sexuales en las que se engloban el colectivo de homosexuales discapacitados hombres son las siguientes: los devotos (cuyo término original es «devotee«), son personas no discapacitadas a quienes les atraen las personas con discapacidad; los «pretenders«, son no discapacitados que actúan como si tuvieran una discapacidad usando dispositivos, y los «wannabes» son aquellos que llegan a discapacitarse para desarrollar su vida sexual.

La legalidad en España

Las autolesiones no están consideradas como un trastorno, sino como un síntoma de otras patologías y/o situaciones. En muchas ocasiones, son personas que se autolesionan para enmascarar el dolor emocional u otras situaciones a través del dolor físico o el cambio radical que supone en la vida de una persona el hecho de tener discapacidad en una sociedad donde encontramos múltiples barreras».

Actualmente la autolesión o el hecho de que una persona sienta que tiene discapacidad o aspire a ello no está recogido en nuestra normativa como una vulneración de derechos.

(Con información de Voz Populi)