La degradación de las instituciones y de la convivencia es absolutamente insoportable
Cuando se pierde la referencia del bien, la verdad, la belleza y el orden todo es posible. Todo es todo. Y así, observamos sin demasiado escándalo la presencia de terroristas en las listas de ETA. “Es democrático”, dicen desde Podemos. “El futuro lo tendremos que construir con Bildu”, dicen desde el PP Semper y Oyarzabal.
El cobarde de Otegui prefiere guardar silencio cómplice. Más elocuente fue el primer silencio de los ministros del PSOE. Ante la incómoda pregunta, mutis por el foro para después fabricar un argumentario facilitado por videoconferencias. Sin preguntas. Nada de riesgos. “Reabre injusta e innecesariamente el dolor de las víctimas”, dice la portavoz del PSOE, Pilar Alegría en su video enlatado. Tras el video, todos repiten argumentario.
Algunos sostienen que siendo moralmente repugnante es perfectamente legal. ¿Y la previsión de la Ley de Partidos de ilegalizar a partidos que de manera sistemática tengan a terroristas en sus listas? ¿no es el caso de Bildu?
Es verdad que el Constitucional blanqueó a Bildu tras la condena firme y justificadísima del Supremo. Y es verdad que el Tribunal de Pumpido probablemente volvería a repetir la ignominia. Pero eso no invalida que Bildu esté fuera de la ley, de la moral y de la convivencia. La pelota está en el tejado de sus señorías que son quienes tienen legitimidad para iniciar el proceso.
La vergüenza es acumulativa. Bildu no sólo no condena la violencia y el pasado criminal. Alberga a terroristas en sus listas. Algunos con delitos de sangre. Y por si fuera poco, algunos en los municipios de sus víctimas. Mucho. Y mientras tanto el PSOE tratando que escampe la tormenta, el PP criticando sin mover ficha y Vox recordando que ellos ya pidieron su ilegalización en el pasado. ¿Y ahora?
La pasividad institucional ante una afrenta tan repugnante e indigna como que asesinos humillen a sus víctimas alcanza también al fenómeno okupa. Resulta que desde hace años violentos, radicalizados e ideologizados okupas han tomado dos edificios de Bonanova (Barcelona). Los de Desokupa anuncian una intervención para poner fin a años de delincuentes campando a sus anchas con hachas y machetes por las calles. El barrio les secunda.
Pero ocurre que la Justicia y la policía autonómica blindan los edificios ocupados para proteger a los delincuentes. Supongo que pretenden evitar lo que en Podemos pretenden tipificar como “acoso inmobiliario”. Es posible que las formas de ‘Desokupa’ no sean versallescas. Es probable que los gritos de los vecinos no fueran cervantinos. Pero que el sistema judicial y policial proteja a unos delincuentes que con pasamontañas exigen la disolución de la Sareb y del Estado mismo es la mejor muestra del fin de una civilización. O estamos dispuestos a defender nuestra civilización o se impondrá el caos y el delito.
Luis Losada Pescador | Periodista