La táctica rusa del ‘salami’ desafía a Occidente

táctica rusa del salami

La “táctica rusa del salami” consiste en acumular incidentes que, individualmente, no justifican una respuesta militar masiva, pero en conjunto erosionan la seguridad europea y miden la determinación de la Alianza Atlántica.

Periodista Digital 

La táctica rusa del salami desafía a Occidente

La táctica del ‘salami slicing’ (cortar salami) es una estrategia común por la que un país intenta «socavar las líneas rojas de un adversario en incrementos tan pequeños que cualquier represalia sustancial que se pueda tomar contra él resulta poco razonable».

En este contexto, la táctica rusa del salami avanza como una guerra silenciosa. Moscú acumula provocaciones que no justifican una respuesta militar directa, pero sí debilitan la seguridad europea y ponen a prueba a la OTAN.

El avance constante de Rusia amenaza no solo ciudades, sino también la estabilidad del continente. Europa se enfrenta a un enemigo que actúa sin ruido, pero con precisión quirúrgica. Cada pequeño paso ruso busca medir la determinación de la Alianza Atlántica y desgastar su capacidad de reacción.

Una estrategia que erosiona la seguridad europea

La táctica rusa del salami no es nueva. La primera vez que se usó este concepto en política (salami cortado en rodajas) fue cuando el secretario del Partido Comunista húngaro, Mátyás Rákosi, describió así las acciones de su partido para tomar el poder como «cortadas de salami», en húngaro, «szalámitaktika». Por otra parte, recordemos Crimea en 2014: movimientos ambiguos, respuestas tibias y una sensación de derrota moral de Occidente. Hoy la historia se repite. Rusia cruza una línea roja tras otra mientras la Unión Europea se limita a emitir comunicados.

Cada acción de Moscú, por pequeña que parezca, se suma a un plan más amplio. Cortes de cables submarinos en el Báltico, incursiones de drones kamikaze, bombardeos puntuales en Járkov y ciberataques simultáneos en infraestructuras críticas. Ninguna de estas agresiones, por sí sola, provoca una guerra abierta. Pero juntas crean una presión constante que mina la confianza de los aliados.

Expertos militares alertan de que el Kremlin utiliza esta táctica rusa del salami para medir hasta dónde puede llegar sin despertar una respuesta contundente. Es un juego de desgaste calculado, una guerra de nervios que busca dividir a Occidente y debilitar la cohesión de la OTAN.

Según el analista francés Pierre Lemoine, “Putin no quiere una guerra total, sino una guerra permanente de baja intensidad que mantenga a Europa bajo tensión”.

Ucrania resiste mientras Occidente duda

El frente ucraniano se ha convertido en el escenario principal de esta estrategia. La presión sobre Járkov, Kupiansk y otras ciudades orientales se intensifica. Los bombardeos rusos dejan barrios en ruinas, mientras los trenes que huyen hacia el oeste se llenan de familias.

Las autoridades locales apenas pueden organizar evacuaciones. Cada día surgen más desplazados internos y la llegada del otoño agrava la crisis humanitaria.

Los aliados saben que una respuesta insuficiente puede envalentonar a Moscú. Pero también temen que una reacción desmedida desencadene una confrontación directa con Rusia. Esa es la trampa perfecta del Kremlin: mantener el conflicto en un punto de tensión constante sin cruzar el umbral que obligue a una intervención militar.

Occidente responde con maniobras y sanciones

Ante la escalada de provocaciones, la OTAN ha activado la operación “Eastern Sentry”. También se refuerza la cooperación con Polonia y los países bálticos, donde crece el temor a una expansión del conflicto.

Mientras tanto, el Reino Unido y la Unión Europea han endurecido las sanciones contra la llamada flota fantasma rusa y contra empresas que facilitan tecnología al esfuerzo bélico del Kremlin. Se intenta golpear la economía rusa, aunque Moscú ha demostrado una notable capacidad de adaptación.

La táctica rusa del salami busca precisamente eso: agotar a sus adversarios. Cada respuesta de Occidente llega tarde y dividida. En Bruselas, los debates se prolongan. El tiempo corre a favor del Kremlin.

La amenaza silenciosa en el Báltico

El nuevo foco de tensión se sitúa en el mar Báltico. En los últimos meses, se registraron sabotajes a infraestructuras energéticas, cortes de comunicación submarinos y vuelos no identificados sobre espacio aéreo de la OTAN. Cada incidente parece menor, pero el patrón es evidente: Rusia tantea la reacción aliada.

Si una de estas provocaciones causa víctimas en territorio aliado —como el ataque con drones que dejó 29 muertos en Ucrania—, el riesgo de escalada aumentará. No se trata de errores aislados, sino de un método planificado. La táctica rusa del salami convierte la provocación en instrumento diplomático.

La lección es clara: cada concesión, cada silencio, anima al agresor. La táctica rusa del salami ha demostrado ser una de las armas más eficaces del Kremlin. No necesita declarar una guerra formal para obtener victorias estratégicas. Con cada “loncha”, con cada paso calculado, Rusia mide los límites de una Europa que duda y de una OTAN que equilibra prudencia y temor.

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1 comentario en «La táctica rusa del ‘salami’ desafía a Occidente»

  1. Lo que se debería aclarar, pero no se hará, es, decir si queremos, guerra, o no. Es, de risa, decir que, Rusia, amenaza con invadir Europa e iniciar un rearme que sextardará en implementar 4 ó 5 años… ¡¡Yo de Putin invadiría ya, antes del rearme!! ¿¿Se puede ser en Europa ms cínico ó más imbécil?? Por otro lado ¿¿tiene Rusia capacidad para, llegar a Cádiz o al Canal de la Mancha o a Berlín o solo a Leópolis??

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