La sucesión de Pedro Sánchez en la izquierda deja de ser un tabú. El desgaste del Gobierno y la descomposición del bloque de la extrema izquierda activan un debate interno inevitable.
El desgaste del sanchismo ya no se oculta
La sucesión de Pedro Sánchez en la izquierda emerge tras meses de tensión política. La inquietud recorre al PSOE y a sus socios parlamentarios. El malestar no surge por un episodio concreto. Responde a una acumulación de fracasos, escándalos, -muchos escándalos-, y promesas incumplidas.
La coalición avanza sin impulso. La agenda legislativa se ha paralizado. El Ejecutivo no gobierna y cuando hace algo es a la defensiva. Muchos dirigentes ya no cuestionan solo lo que Sánchez hace. Cuestionan lo que ya ni siquiera promete. Solo miente. Y ya todo el mundo lo sabe. No le creen ni sus fieles seguidores. La sucesión de Pedro Sánchez en la izquierda aparece en conversaciones internas que antes se negaban públicamente.
La legislatura sigue formalmente en pie, pero el proyecto político muestra claros síntomas de agotamiento.
PSOE y Sumar: una relación sostenida por interés
La reunión entre PSOE y Sumar refleja ese clima de desconfianza. Oficialmente buscan reactivar la legislatura. En la práctica miden fuerzas. Los comunistas de Sumar rebajaron su exigencia de un cambio profundo del Gobierno porque veían que se les terminaba la poltrona. Ahora pide acuerdos concretos en vivienda, empleo y economía. Esto es, estirar el chicle.
El socio minoritario acepta que no habrá crisis de Gobierno. Aun así, exige gestos visibles que justifiquen su apoyo. Al final, el típico paripé, anuncios de maquillajes y foto. Nada más. Saben que la legislatura está muerta pero han decidido aguantar.
Sánchez insiste en mantener la coalición hasta 2027. Desde Bruselas repite que “hay muchas cosas que nos unen”. Moncloa se aferra a los viejos mantras. Salario mínimo, vivienda y Estado del bienestar. El discurso ya no ilusiona. Es lo mismo de siempre para que ellos puedan mantenerse en el poder.
El “runrún” interno y la grieta en la izquierda
La sucesión de Pedro Sánchez en la izquierda inquieta especialmente al propio presidente. Ha ordenado cortar cualquier debate interno sobre fin de ciclo. Sánchez teme más la imagen de agotamiento que la crítica abierta. La consigna busca silenciar dudas.
El problema es que el cuestionamiento ya no nace solo en el PSOE. Ha entrado de lleno en la izquierda. Toni Valero, diputado de IU, advirtió que ignorar a Sumar sería una frivolidad. Reconoció que el margen se agota. Para los comunistas de Podemos va más lejos. Ione Belarra calificó al Ejecutivo como “políticamente muerto”. Para los morados, el problema no es coyuntural. El problema es de proyecto y de liderazgo.
La sucesión de Pedro Sánchez en la izquierda deja de ser un escenario hipotético. Es ya una realidad. Y sus escenarios a medio plazo así lo contemplan.
Un liderazgo sostenido por el miedo
Ante este escenario, Sánchez refuerza su discurso contra la derecha. Culpa al PP y a Vox de su desgaste. Vincula el crecimiento de Vox al supuesto “blanqueamiento” del PP y de los medios críticos. Evita cualquier autocrítica. Rechaza revisar su alianza con radicales e independentistas. Reivindica al Partido Comunista como baluarte antifranquista para no incomodar a sus socios.
La sucesión de Pedro Sánchez en la izquierda choca con un liderazgo basado en el miedo a perder el poder. La legislatura se convierte en un ejercicio de resistencia, no de gobierno ni de reformas.
La sucesión de Pedro Sánchez en la izquierda ya no se puede ocultar. El debate está abierto y no se cerrará con una reunión técnica. La izquierda afronta una crisis de liderazgo profunda. No tiene proyecto, ni rumbo, ni alternativa clara.
La izquierda se pregunta qué viene después. La respuesta llegará antes de lo que muchos creen. Y tiene nombre de mujer.




