El presidente Trump habló por teléfono con su homólogo chino, Xi Jinping, el lunes 24 de noviembre, y luego publicó en Truth Social: «¡Nuestra relación con China es extremadamente fuerte!».
Los cálidos sentimientos provenientes de Washington llegaron después de que ambos líderes mantuvieran una productiva reunión en Corea recientemente y programaran varias conversaciones más para el próximo año.
Rivalidad subterránea
Pero debajo de la superficie hay una rivalidad entre los dos países por la tecnología más vital del siglo XXI: la inteligencia artificial.
Para entender la rivalidad, consideremos un anuncio reciente del Departamento de Justicia de Estados Unidos: el 20 de noviembre, acusó a dos estadounidenses y dos ciudadanos chinos de conspiración para exportar ilegalmente alrededor de 400 unidades de procesamiento gráfico (GPU) de alto rendimiento a China.
La ley federal exige que se obtenga una licencia para la exportación de estas tecnologías, que pueden utilizarse para desarrollar y fortalecer la IA.
Los cómplices no tenían licencia, ni siquiera la solicitaron. De hecho, mintieron sobre el destino de las GPU al enviarlas. Y por sus servicios, recibieron la friolera de 3,89 millones de dólares en transferencias bancarias desde China.
Los objetivos de China
El contexto de este esquema de contrabando es que Beijing se ha fijado como objetivo que China sea el líder mundial en IA para 2030, y ha logrado avances considerables.
“China es el líder mundial en publicaciones de investigación sobre IA y está a la par de Estados Unidos en materia de IA generativa”, señala la Fundación para la Innovación y la Tecnología de la Información.
Agrega que China está “avanzando rápidamente en la investigación y aplicación de la IA, desafiando el dominio de Estados Unidos en este campo crítico”.
Este progreso se debe a las enormes inversiones del gobierno chino en el siglo XXI. Entre 2000 y 2023, fondos de capital riesgo vinculados al gobierno chino invirtieron 184 000 millones de dólares en empresas chinas del sector de la IA, según un estudio publicado el año pasado y realizado por profesores de Harvard, el MIT y Oxford.
El caso Huawei
En una divertida coincidencia, un día después de la acusación de contrabando, Huawei, una importante empresa tecnológica china, anunció una herramienta llamada Flex:ai que, según dijo, “mejora la utilización de chipsets basados en inteligencia artificial”.
El anuncio también hizo el guiño obligatorio a la ciudadanía corporativa, afirmando que la tecnología «acelerará la democratización de la IA». Pero la compañía ocultó el titular, como se suele decir en el periodismo, reservando el detalle más importante —que curiosamente se atribuye a «fuentes»— para la frase final: «La nueva herramienta de software ayudará a China a crear un chip de IA analógico 1000 veces más rápido que los chips de Nvidia».
Huawei no es una empresa cualquiera. Es el mayor fabricante mundial de equipos de telecomunicaciones. Y también ha estado involucrado en el tipo de chanchullos que resultaron en la reciente acusación. En 2020, el Departamento de Justicia de EE. UU. acusó formalmente a la empresa y a cuatro de sus filiales. Los cargos se centraban principalmente en intentos de robo de secretos comerciales de empresas estadounidenses.
La empresa utilizó una serie de tácticas, pero quizás la más descarada de todas fue pagar bonificaciones a sus empleados si obtenían información confidencial de empresas rivales.
Y cuando la policía estadounidense estaba investigando a Huawei, la empresa dijo a sus empleados que no obedecieran.
Basta decir que hay buenas razones para no confiar en el gobierno chino y sus empresas apoderadas, como Huawei.
La administración Trump reconoce la amenaza.
A finales de junio, aprobó sabiamente una fusión entre dos empresas estadounidenses que compiten con Huawei: Hewlett-Packard Enterprises y Juniper Networks. Un alto funcionario de seguridad nacional estadounidense declaró a Axios :
“En vista de las importantes preocupaciones de seguridad nacional, un acuerdo… sirve a los intereses de Estados Unidos al fortalecer las capacidades nacionales y es fundamental para contrarrestar a Huawei y China”.
El funcionario dijo que bloquear el acuerdo habría “obstaculizado a las empresas estadounidenses y fortalecido” a los competidores chinos.
Dada la importancia económica de la IA para países de todo el mundo, la competencia entre Estados Unidos y China es lamentable. Pero probablemente también sea inevitable.
China no cumple las normas que supuestamente rigen la economía global. Y, según el Departamento de Justicia, está utilizando la IA para reforzar su ejército, probar armas de destrucción masiva y reforzar la vigilancia.
El próximo año, el presidente Trump tiene previsto realizar una visita de Estado a Pekín y Xi a Washington. Se centrarán en los aspectos cooperativos de la relación, pero no hace falta consultar a ChatGPT para ver que ambos países están en camino de colisionar en cuanto a la IA. Abróchense los cinturones.




