Las administraciones han creado 520.000 empleos desde 2018 y la cifra de julio supone un nuevo máximo histórico
Sánchez convierte España en un país de funcionarios tras superar los 3,1 millones de empleados públicos, un récord histórico que dispara el gasto y fomenta la dependencia del Estado.
Un récord histórico que marca un modelo político
Sánchez convierte España en un país de funcionarios y lo hace de forma deliberada. El empleo público alcanzó en julio de 2025 un nuevo máximo histórico con 3.107.195 empleados, según el Boletín Estadístico del Personal al Servicio de las Administraciones Públicas.
Por primera vez, España supera el umbral de los 3,1 millones de empleados públicos. Más de la mitad son funcionarios. El dato confirma una tendencia sostenida que no responde a la pandemia.
Desde julio de 2018, cuando Sánchez llegó al poder, el total se situaba en 2.583.494 empleados, ahora el aumento acumulado supera las 523.000 personas. El crecimiento no se detiene. El Estado sigue engordando.
Este modelo responde a una visión ideológica clara. Sánchez convierte España en un país de funcionarios porque necesita ciudadanos dependientes del poder político.
Crecimiento continuo y expansión autonómica
Entre enero y julio de 2025, el empleo público creció en 69.763 efectivos. El análisis de The Objetive confirma que no se trata de un ajuste puntual. La expansión resulta estructural.
El dato incluye funcionarios de carrera, interinos, eventuales y personal laboral. Destaca el aumento del personal estatutario, especialmente en sanidad, y el crecimiento del empleo autonómico.
Las comunidades autónomas, responsables de sanidad y educación, absorben gran parte del incremento. El modelo autonómico mastodóntico continúa su expansión sin control.
El ámbito local mantiene cifras más estables. Sin embargo, la Administración central también crece. En julio de 2025, los ministerios sumaban 96.441 empleados, frente a los 95.337 de enero.
Este aumento coincide con la creación de nuevas carteras y el refuerzo de áreas normativas, digitales y ligadas a fondos europeos. Así, Sánchez convierte España en un país de funcionarios y debilita la iniciativa privada.
Más funcionarios, más gasto y menos libertad
Sánchez convierte España en un país de funcionarios mientras crece la presión sobre las cuentas públicas. El aumento de plantillas se suma al gasto en pensiones, salarios públicos e intereses de deuda.
El sector público adquiere compromisos de gasto a medio y largo plazo difíciles de sostener. Sin embargo, el Estado amplía su perímetro mientras la economía real se debilita.
El envejecimiento de las plantillas anticipa nuevas necesidades de reposición. El círculo no se rompe. El gasto se consolida. Sánchez convierte España en un país de funcionarios sin plan de sostenibilidad.
Un Estado sobredimensionado frente a una economía débil
Este crecimiento plantea interrogantes serios sobre la sostenibilidad del modelo. La economía española afronta desaceleración y menor margen presupuestario. El Estado gana peso mientras las familias pierden poder adquisitivo. La iniciativa privada sufre cargas fiscales crecientes. La libertad económica retrocede.
Este modelo no fortalece España. La debilita. Fomenta la dependencia y reduce la autonomía personal. Sánchez convierte España en un país de funcionarios porque así controla más y rinde menos cuentas.
Más Estado, más gasto y menos libertad. Ese es el balance.




