Robert Kennedy Jr explica por qué es contrario a la vacuna de Pfizer contra el coronavirus

Share on facebook
Share on twitter
Share on linkedin

Retratado como «no vax» (contrario a la vacuna), Robert Kennedy Jr. ha dicho que es contrario solo a las «vacunas malas», es decir, desarrolladas demasiado deprisa. De los ensayos de solo seis meses al «engaño» del 100% de eficacia de Pfizer hasta el Gran Reinicio, el abogado estadounidense ha hecho un discurso en el Arco de la Paz, en Milán, muy claro sobre verdad y libertad.

Durante años, Robert Francis Kennedy Jr. ha sido uno de los varios exponentes de una de las dinastías familiares más importantes de Estados Unidos y del mundo. Es el tercer hijo de Robert Kennedy, ministro de Justicia y candidato a la presidencia de Estados Unidos en 1968, que fue asesinado como su tío, John F. Kennedy.

Licenciado en Harvard, abogado de profesión, autor de libros infantiles y católico, lleva años luchando por la libertad de vacunación y defendiendo las causas de los agraviados. Desde el inicio de la pandemia, se ha pronunciado con decisión en contra de los relatos oficiales. Se le considera el anti-Bill Gates por excelencia, por lo que la prensa italiana le ha descrito como «el gurú del movimiento no vax«. En realidad, el abogado estadounidense expuso el sábado un discurso muy claro en la gran reunión pública celebrada en el Arco de la Paz, en Milán, empezando por sus convicciones sobre las vacunas. «Mucha gente dice que estoy en contra de las vacunas, pero no lo estoy. Estoy en contra de las vacunas malas», dijo. ¿Y cuáles son las vacunas malas según Kennedy? Vacunas que se desarrollan con demasiada rapidez, saltándose pasos clave de la experimentación científica normal.

Kennedy explicó por qué los ensayos de Pfizer duraron solo seis meses; pero no lo hizo dando su interpretación, sino citando textualmente los propios documentos de la empresa. Pfizer es la única empresa que tiene una vacuna aprobada en Estados Unidos y se suponía que iba a realizar un ensayo clínico de tres años, pero lo redujo a seis meses. También administró la vacuna al grupo de control. Pero, ¿por qué terminaron el estudio tan rápidamente en seis meses? «Porque se dieron cuenta», dijo Kennedy, «de que en seis meses la protección de los anticuerpos desaparece, así que tuvieron que reducir el estudio a seis meses porque el resultado no era el previsto». Así que reunieron todos los estudios de esos seis meses y se los entregaron a la FDA para su aprobación.

Analizando esos datos, se puede ver cuántas personas murieron en el grupo de placebo y cuántas en el grupo de los vacunados. De las 22.000 personas del grupo vacunado, solo hubo una muerte por COVID durante los seis meses de observación. El grupo placebo también estaba formado por 22.000 personas que no recibieron la vacuna real, sino un placebo; en ese mismo periodo, en este grupo hubo dos muertes. Esto permitió a Pfizer afirmar que la vacuna reducía la mortalidad en un 100%, y eso porque dos es el 100% más que uno. La mayoría de los estadounidenses, dijo Kennedy, cuando se enteraron de que la vacuna era 100% efectiva pensaron que si se la ponían nunca se contagiarían con el COVID. En realidad, significa que hay que dar la vacuna a 22.000 personas para evitar que una muera. «Lo que significa que tienen que asegurarse de que la vacuna no mata a una sola persona, de lo contrario toda su documentación no se sostendría», concluyó el fundador de Children’s Health Defense.

Kennedy señaló que la mayoría de los gobiernos no están aplicando una buena política de salud pública. Se supone que la sanidad pública debe salvar vidas. En cambio, estamos viendo políticas cuyo fin es controlar nuestra sociedad y controlar a los niños. «Solo hay una razón por la que la gente no entiende lo que le digo y es porque está manipulada por el miedo». El hijo de Bob Kennedy sacó entonces a relucir otros ejemplos de la gestión de la epidemia en EE.UU., recordando que en marzo de 2020 Anthony Fauci -que es una especie de gurú del pensamiento pandémico- había defendido que las mascarillas eran inútiles, para cambiar de opinión repentinamente al poco tiempo.

Kennedy describió entonces el escenario del Gran Reinicio, la gran convulsión económica, social, política y mundial que se inició con la epidemia de COVID: «Nos han quitado la libertad de expresión, han cerrado las iglesias, anulado los procedimientos judiciales a las multinacionales, sin tener en cuenta el escudo penal que se les ha dado a los responsables de estos crímenes. En Estados Unidos nos han quitado el derecho a la propiedad, cerrando millones de negocios, y todo ello sin una compensación justa a cambio. Nos han quitado el derecho a ser libres y el derecho a no ser registrados ni vigilados por el gobierno. En Estados Unidos todos estos derechos están recogidos en nuestra Constitución. ¿Quién gobierna en nuestro tiempo? Y además de perder uno de los derechos más importantes, el derecho a la libertad de expresión, también hemos perdido el derecho a elegir a nuestros representantes. Hemos perdido el derecho a opinar sobre las leyes que se hacen. En un pasado no muy lejano, cuando un gobierno quería proponer una nueva ley, tenía que debatirla con el pueblo, tras basar el proceso en fundamentos jurídicos y científicos. Ahora la ley se ha convertido en la del más fuerte, en la que un hombre decide y sus decisiones se convierten en ley».

Una descripción acertada del nuevo orden internacional que prevé la aplicación de medidas liberticidas en nombre de una autodenominada seguridad sanitaria. Una gran lección de amor a la libertad, pero también a la verdad.

Publicado por Paolo Gulisano en la Nuova Bussola Quotidiana.

Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana.

Deja un comentario