Represión y censura: El Gobierno británico clasificará como «sospechosos» a quienes critiquen la inmigración masiva

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La crítica a la inmigración masiva podría considerarse terrorismo según el Gobierno británico. Reino Unido criminaliza la crítica a la inmigración masiva y refuerza la represión y censura ideológica en un nuevo ataque a la libertad de expresión.

La dictadura del pensamiento en Europa

Europa está dando pasos acelerados hacia un modelo de censura y represión institucionalizada. Francia, Alemania, España y Reino Unido aprueban leyes y directrices que cercenan la libertad de expresión. Se castiga al ciudadano crítico con la «verdad oficial» y se criminaliza a quien disiente del pensamiento único. En esta dinámica totalitaria, Reino Unido ha actualizado su programa «Prevent», un curso obligatorio para funcionarios, que ahora considera sospechoso a quien manifieste crítica a la inmigración masiva o al multiculturalismo impuesto.

La crítica a la inmigración masiva, aparece ya en el material oficial como señal de radicalización. Bajo el pretexto de prevenir el extremismo, el Gobierno británico impone esta formación a docentes y empleados de la administración local. Según el programa, expresar «preocupación por la amenaza que supone la inmigración para la cultura occidental» activa mecanismos de vigilancia estatal.

El sistema «Prevent» no está diseñado para proteger, sino para perseguir a quienes ejercen su derecho a la libre opinión. La crítica a la inmigración masiva se convierte así en herramienta para etiquetar como extremistas – terroristas- a aquellos ciudadanos preocupados por el futuro de su nación. O claudicas y cedes o eres, según el gobierno británico, un terrorista.

Silenciar al disidente, permitir al criminal

El programa «Prevent» equipara la amenaza del terrorismo islamista, que ha causado casi 100 -96- muertos en Reino Unido, con una supuesta «extrema derecha» a la que se le acusa de ser responsable de tres.

Mientras tanto, los verdaderos peligros siguen sin control. Axel Rudakubana, acogido por el programa, asesinó a tres personas en Southport. Este caso ilustra el fracaso de un sistema obsesionado con castigar la crítica a la inmigración masiva y con ignorar amenazas reales.

Ahora se vigila la opinión, no el acto violento

El propio Frank Furedi, director del MCC Bruselas, denuncia: «No buscan llenar las cárceles con nacionalistas culturales. Quieren silenciar el debate sobre raza, islam, cohesión social y multiculturalismo. Su objetivo es que esas opiniones se vuelvan inaudibles«.

La nueva versión del curso «Prevent» representa un salto cualitativo hacia el totalitarismo, hacia el pensamiento único. Ahora se vigila la opinión, no el acto violento. El Ministerio del Interior afirma que busca «proteger», pero en realidad transforma en sospechosos a quienes defienden su cultura. La crítica a la inmigración masiva se convierte en sinónimo de amenaza, de terrorismo.

Una tendencia continental preocupante

Este no es un caso aislado. En España, la Ley de Memoria Democrática castiga a quienes cuestionan el relato sectario impuesto sobre la Guerra Civil. En Alemania, criticar la política migratoria puede acarrear sanciones y en Francia se censura sistemáticamente a los medios críticos con el multiculturalismo.

Todos estos casos se apoyan en el mismo mecanismo: la supuesta «protección» del ciudadano vulnerable sirve como excusa para imponer una dictadura del pensamiento. Bajo el disfraz de lucha contra el odio, se persigue la crítica a la inmigración masiva, se prohíbe disentir y se amenaza con penas de cárcel a quienes no comulgan con la verdad oficial.

La normalización de la censura ideológica mediante leyes educativas, normativas de comunicación o manuales de conducta para empleados públicos demuestra que el problema no es puntual. Es sistémico.

La libertad de expresión, en la cuerda floja

La crítica a la inmigración masiva se ha convertido en delito en la Europa del siglo XXI. El caso de Reino Unido es solo la punta del iceberg. Esta censura orquestada por los gobiernos europeos pone en peligro no solo la libertad de expresión, sino también la soberanía de las naciones y la identidad cultural de los pueblos.

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