¿Quién acosa a quién? | Alejandra Soto

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El pasado fin de semana volvía a Twitter el debate sobre el aborto, tras una concentración organizada por la incipiente iniciativa “Viernes por la Vida”, en las inmediaciones de la clínica Dator (Madrid), en la tarde del viernes 29 de enero.

Las convocantes habían comunicado su intención de ejercer el derecho a la libertad de expresión, en tiempo y forma, a la Delegación del Gobierno en Madrid, quien modificó no solo la ubicación de la concentración (frente a la clínica), desviándola a una calle perpendicular próxima, sino que prohibió tajantemente mantener siquiera “contacto visual entre los manifestantes y la entrada a la clínica Dator” (palabras textuales de la resolución), movilizando al lugar de la concentración a nada menos que dos furgones policiales para hacer cumplir dichas limitaciones.

La concentración, que contó con algo más de 20 participantes (dos por policía movilizado), transcurrió con toda normalidad durante hora y media, en un ambiente juvenil y festivo. El acoso tardaría un par de días en llegar, cuando “alguien” decidió soltar a los perros para hacer el trabajo sucio.

Fue la mañana del domingo, cuando algunas fotografías comenzaron a moverse por las redes sociales y el diario digital Público dio la voz de alarma por este “linchamiento público” realizado por “ultracatólicos” contra las mujeres que acudían a la clínica. En el artículo (completamente objetivo, por supuesto) se hablaba de acoso, tomando como única referencia las palabras de responsables de clínicas, sin tener en cuenta siquiera las fotos por ellos mismos publicadas, en las que se observaba perfectamente la distancia a la que estaban de la clínica (desde luego nulo contacto visual) y la sosegada actitud de los manifestantes, que por respetar respetaban hasta el distanciamiento social (no como cierta manifestación feminista que tuvo lugar en la misma clínica Dator, el pasado mes de diciembre, cuando no pareció molestarse mucho la dirección de la clínica, por los gritos que se emitían en las mismas escaleras de acceso).

Con el artículo se desató la tormenta, y cerca de un centenar de cuentas (anónimas en su mayoría) comenzaron a amenazar e insultar a la plataforma “Cañas por España”, de la que había surgido la iniciativa “Viernes por la vida”. Durante todo el domingo el bombardeo fue constante, tanto por twitter, como instagram, publicaciones y mensajes directos. ¿Saben cuando concluyó el acoso esta vez? Cuando la “Actriz, directora, feminista y mata-zombies profesional, con una habitación propia”, Leticia Dolera (sí, la misma que hace un par de años despidió a una mujer por quedarse embarazada) decidió sumarse a la crítica del comportamiento de los provida y salió “escaldada”.

Por lo visto el discurso feminista aun tiene muchas fugas que solucionar antes de poder ponerse a la altura moral de quienes p-a-c-i-f-i-c-a-m-e-n-t-e deciden invertir su tiempo en defender la vida de los más débiles. En otros tiempo se les hubiera llamado progresistas e incluso héroes, por ahora tendremos que conformarnos con fanáticos acosadores.

Alejandra Soto | Abogada

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