Una gran iniciativa ciudadana: “Que las mujeres lleguen a casa sanas y salvas”, la campaña recauda más de 500.000 euros en seis días.

La iniciativa ciudadana lanzada la semana pasada busca garantizar que las mujeres puedan moverse con seguridad a cualquier hora del día o de la noche.

La seguridad de las mujeres en Europa vuelve a estar en el centro del debate público. En Países Bajos, una campaña ciudadana recaudó más de 500.000 euros en apenas seis días para concienciar y actuar contra la creciente inseguridad que sufren muchas mujeres al volver a casa de noche. El lema es claro y directo: «Que las mujeres lleguen a casa sanas y salvas».

La campaña, llamada Wij eisen de nacht op (Recuperamos la noche), comenzó como un proyecto local de concienciación. Sin embargo, en muy poco tiempo se transformó en un auténtico movimiento nacional con fuerte respaldo mediático y social. Los organizadores aseguran que lo recaudado es solo el principio y que el verdadero objetivo es presionar a las instituciones para que garanticen medidas reales de protección.

Este fenómeno refleja una tendencia preocupante en Europa: la falta de seguridad en las calles y la incapacidad de muchos gobiernos de garantizar un derecho tan básico como el de caminar sin miedo.

Los datos detrás de la campaña en Países Bajos

Los portavoces de la iniciativa reconocen que la respuesta social superó cualquier expectativa. En apenas unos días, más de 430.000 euros fueron recaudados a través de plataformas digitales, alcanzando rápidamente el medio millón.

El manifiesto es claro: «No importa cómo nos veamos, dónde estemos ni la hora: permitamos que las mujeres lleguen a casa sanas y salvas». Un mensaje sencillo, pero de enorme carga moral, que ha calado en toda Europa.

La campaña describe escenas cotidianas: una joven volviendo en bicicleta después de una fiesta, una mujer que corre de noche en un parque, una madre que regresa a casa tras su trabajo. Escenarios comunes que, sin embargo, hoy se han convertido en sinónimo de miedo y vulnerabilidad en sociedades donde la inseguridad crece cada día.

Este éxito de recaudación obliga ahora a los organizadores a diseñar una estrategia más amplia que combine concienciación social, presión política y apoyo a asociaciones locales.

Seguridad de las mujeres en Europa: una preocupación creciente

La seguridad de las mujeres en Europa se ha convertido en un tema de debate constante. No solo por la incidencia de delitos, sino también por la falta de respuesta institucional. Países como Alemania, Francia o Suecia registran cada año más denuncias por agresiones sexuales en espacios públicos, muchas de ellas vinculadas a la inmigración masiva y descontrolada que han promovido las élites globalistas.

El entusiasmo con que la campaña holandesa fue recibida refleja que millones de ciudadanos sienten que el Estado no los protege. Si el derecho a caminar sin miedo ya no está garantizado, ¿qué otro derecho puede verse amenazado?

Además, se trata de un fenómeno europeo. Mientras en Países Bajos surge esta iniciativa, en España seguimos viendo casos donde la seguridad de las mujeres se ve comprometida, especialmente en ciudades con mayor presión migratoria.

De la concienciación a la acción política

La campaña en Países Bajos ha declarado que actuará en tres niveles.

  1. Concienciación social: campañas de comunicación, carteles y pegatinas que inviten a reflexionar sobre la inseguridad creciente.
  2. Presión institucional: una iniciativa parlamentaria en septiembre sobre feminicidio y una petición ciudadana para que el gobierno adopte medidas contundentes.
  3. Apoyo a asociaciones locales: fortalecimiento de plataformas que trabajen en barrios y municipios, multiplicando el impacto del movimiento.

La transparencia es otro factor clave. De los más de 500.000 euros recaudados, solo una mínima parte se destinó a carteles y material gráfico. El resto permanece en la plataforma de financiación colectiva, a la espera de un plan legal que asegure una gestión transparente.

Los organizadores no descartan crear una fundación para administrar los fondos y garantizar que cada euro se utilice en beneficio de las mujeres.

¿Y España? Un espejo incómodo

La seguridad de las mujeres en Europa también interpela directamente a España. Mientras en Países Bajos surgen movimientos ciudadanos, aquí los responsables políticos prefieren mirar hacia otro lado. La ministra de Igualdad, obsesionada con imponer la ideología de género, olvida lo fundamental: garantizar que las mujeres puedan salir y regresar a casa sin miedo.

España vive una paradoja. Se aprueban leyes que favorecen a delincuentes sexuales con rebajas de condenas, mientras que las víctimas sienten cada vez más desprotección. Las campañas institucionales se centran en el lenguaje inclusivo, pero ignoran el aumento de agresiones en nuestras calles.

El ejemplo holandés debería servir de espejo incómodo: mientras allí los ciudadanos se organizan, en España el Estado se diluye en debates ideológicos, incapaz de ofrecer soluciones reales.

La raíz del problema: inmigración masiva y políticas globalistas

No podemos hablar de seguridad de las mujeres en Europa sin mencionar el factor determinante: la inmigración masiva e incontrolada. Los datos de Francia, Alemania o Suecia lo confirman. La mayoría de las agresiones sexuales en espacios públicos están vinculadas a migrantes de origen extranjero, especialmente aquellos que no respetan los valores europeos ni la dignidad de la mujer.

Los líderes españoles y europeos, sometidos a la agenda 2030, prefieren callar y acusar de racismo a quien denuncia esta realidad. Sin embargo, las estadísticas son claras y la experiencia de barrios en ciudades españolas como Barcelona o Madrid muestran un patrón similar: inseguridad creciente, impunidad para los agresores y miedo en las calles.

La campaña holandesa es un grito contra esta política suicida que, bajo el disfraz de multiculturalismo, destruye la paz social y la libertad de millones de ciudadanos.

La seguridad de las mujeres en Europa no puede depender únicamente de iniciativas ciudadanas. Es responsabilidad del Estado garantizar que cualquier persona pueda caminar sin miedo, a cualquier hora y en cualquier lugar.

La campaña holandesa ha demostrado que existe conciencia social, pero también que los gobiernos están fallando. España debe aprender la lección y priorizar la seguridad real de sus ciudadanos frente a la ideología.

La pregunta es clara: ¿queremos un continente donde las mujeres deban organizar colectas para sentirse seguras, o queremos un Estado que defienda sus derechos fundamentales? La respuesta, por el bien de Europa y de España, no admite demora.

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