Por tierras de España: Zamora, El Perdigón y Toro | José Riqueni Barrios

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Zamora, El Perdigón y Toro

 Ya en otro artículo de esta obra viajera anotamos que, en nuestra estancia en Zamora, estuvimos alojados en el “Meliá Horus Zamora”, sito en C/Plaza del Mercado, un establecimiento del que guardamos muy grato recuerdo, la verdad sea dicha.

Zamora, en tiempo de moros y cristianos, fue enclave estratégico apetecible, cruce de caminos y mercado, un altozano amurallado cual otero en una fértil vega… En aquel verano del año 901, el cauce del río Duero está bastante mermado y no ayuda a defender la ciudad, tampoco sirve como elemento disuasorio frente a un numeroso ejército musulmán que procedente de la ciudad de Toledo ha llegado a sus inmediaciones y la cerca, llegando borde de sus murallas.

En auxilio de Zamora, baluarte del Reino de Asturias, llega el soberano Alfonso III de Asturias, conocido como “El Magno” y a la par, los zamoranos salen del interior de las murallas de la ciudad y conforman a su vez un cerco contra los sitiadores que habían venido desde tierras toledanas. La confrontación bélica del Reino Asturiano en Zamora, después llevar desde el día 10 de julio en lucha con los musulmanes en el sitio de la ciudad, se inclina, en la jornada del 12 de julio del año 901, a favor de los ejércitos asturiano-leoneses dirigidos por Alfonso III. Y ese día, el 12 de julio pasará a ser “El Día de Zamora”.

Alfonso III llevó a cabo una fuerte actividad repobladora, acogiendo a una importante inmigración mozárabe, y consolidó el Duero como frontera meridional del reino, en torno a las plazas fuertes de Toro y Zamora y que pasaría a llamarse “línea defensiva del Duero”.

Transcurre el tiempo y llegado agosto del año 939, Abderramán III avanza hacia Zamora con un ejército de 100.000 hombres. Cuando el califa tiene ante sí Zamora, la ciudad mejor amurallada de los cristianos, “la de los siete cercos y siete fosos”, que así la llaman, siendo sabedor de la importancia de este enclave como de los movimientos de las tropas leonesas y de sus aliados, castellanos y navarros, que caminan hacia Zamora, divide su ejército y deja unos 20.000 hombres cercando Zamora y el resto lo emplea para ir al encuentro de las fuerzas de Ramiro II.

Cuentan los relatos que los zamoranos se baten con orden y valentía, incluso haciendo incursiones en campo enemigo, pero el acoso de los sitiadores para rendirlos es implacable, asaltando posición tras posición, y al llegar al foso lo salvan rellenándolo con los cadáveres de los combatientes al objeto de poder avanzar por encima de los cuerpos inertes, a modo de puente, y así meter las tropas en la ciudad con la intención de doblegar la indómita y heroica resistencia de los zamoranos.

Los ejércitos de Abderramán III y Ramiro II se encuentran en Simancas, tierra al oeste del río Pisuerga donde el poder militar agareno quedará quebrado, doblegado por el ímpetu de los ejércitos cristianos.

A día de hoy, casi once siglos después, paseando por Zamora un atardecer junto a los restos de la ciudadela del castillo, pudimos contemplar una parte de lo que fueron aquellas recias defensas medievales y un rumor imperceptible, sólo imaginado, de gritos, ayes, relinchos y choque de espadas llega a nuestra conciencia por unos segundos.

En lo que nos trae entre manos ahora, en el presente de la escritura, la elección que hicimos en su día del hotel Meliá nos supuso una gran comodidad ya que está situado en el corazón del casco antiguo de la ciudad que discurre repleto de iglesias románicas entre la Plaza Mayor y la Catedral, cercano a las calles R. Carrión, R. Francos y Notarios.

Tras un desayuno magnífico en cantidad, calidad y exquisito servicio del joven y femenino personal en el bellísimo salón de tal cadena hotelera destinado a tal fin, dedicamos una mañana a pasear por esta ciudad en un recorrido que si mal no anotamos en su día en nuestro cuaderno de viajes fue tal que así:

El Merlú (Plaza Mayor. Zamora)

-Iglesia de San Juan Bautista (Plaza Mayor)

El monumento al Merlú -obra en bronce realizada por Antonio Pedrero Yéboles (1996)- está ubicado en una esquina de iglesia de San Juan Bautista. En la Semana Santa de Zamora, una de las señeras en España, el Merlú es el nombre que reciben aquellas parejas de congregantes de la Cofradía de Jesús Nazareno cuya labor consiste en reunir a los demás hermanos para comenzar el desfile procesional. ​Los avisos se realizan mediante el toque de una corneta con sordina y un tambor destemplado. Son un total de 6 las parejas que recorren, horas antes de las 5 de la madrugada del Viernes Santo, los diferentes barrios de la ciudad con el fin de reunir en la plaza mayor a los más de 7.500 hermanos que conforman la Cofradía. ​El Merlú también hace el mismo llamamiento cuando se celebra la asamblea anual de la cofradía.

Antiguamente, debido a la prescripción litúrgica, las campanas de las Iglesias de Zamora enmudecían desde la tarde del Jueves Santo hasta el Domingo de Resurrección. De ahí surgió la necesidad de la figura del Barandales que se convertiría en toda una institución de la ciudad. Se trata de un personaje que desempeña la misión de avisar al público de la marcha de las procesiones durante la Semana Santa. Suele vestir con amplios ropajes y agita con las manos dos pesados esquilones que rondan los cinco kilos. Esta tradición, la del campanillero avisador de procesiones, se remonta al siglo XVI y en 1994, obra del imaginero zamorano Ricardo Flecha Barrio, siendo su motivo el cuarto centenario y dada su popularidad, se erigió una escultura en los aledaños del Museo de la Semana Santa.​

-Plaza de Viriato.

-Parador Nacional Condes Alba de Aliste (café)

-La Magdalena. Virgen de la salud. Sepulcro S.XII. Buscar el Obispo en la segunda arquivolta de la portada.

-Convento de Tránsito. Clausura (para nuestro gozo y recuerdo, cantan las monjas, hacemos un alto oído atento y alma en vilo).

-San Ildefonso (restos de San Ildefonso. Patrón de Toledo). Virgen del Amor Hermoso.

-Bajamos por la cuesta de Pizarro y caminamos bajo los arcos del puente de Piedra. Almorzamos en el patio de la Hostería Real de Zamora.

-De San Ildefonso a la C/ Troncoso, mirador, catedral (en obras, visita complicada), castillo, Palacio Episcopal.

Zamora, como todas las ciudades que tienen río y puentes, se hace más fácil de conocer teniendo como referencia sus pasarelas. A saber, Zamora tiene tres puentes, el de piedra, el de hierro y el nuevo.

La tarde, en esencia debido a nuestra edad, siempre requiere algo más tranquilo, reposado, de ahí que optásemos por visitar el Museo Etnográfico Regional de Castilla-León en C/Santa Clara. Anotamos en nuestro cuaderno las 6:45 pm de un 17 de agosto del año 2006. Algunas de las salas de exposición de este museo se nombran tal como sigue: El barro, El alma y el cuerpo, La forma y el diseño, El tiempo y los ritos…Nos llama la atención, entre otros de gran interés etnográfico, los objetos propios de la cultural pastoril, un tacatá, una carroza funeraria para el entierro de niños…

Zamora al anochecer, si transitamos por las calles que van paralelas a los restos de la muralla y siguen el curso del Duero, huele con intensidad a jazmines y madreselvas…los tonos almibarados del horizonte, el rumor del río que de alguna forma se presiente y el aroma de mil flores que se abren al frescor de la noche recrean un ambiente ciertamente único. Cenar a la luz de las velas en algún restaurante de los que dan al río, justo a la hora del ocaso, es una de las gratas tareas a la que es menester entregarnos y no dejar pasar si visitamos esta ciudad que, aunque reducida en su casco antiguo, se nos muestra plena de sabor e historia, como aquellas fragancias que se venden en frascos pequeños.

El Perdigón: El Perdigón es una pequeña localidad situada a las afueras de Zamora. Por más señas a unos 11 km al sur. Nuestra elección en su día, siendo las 3:10 pm de un miércoles de agosto años ha, fue entrar en la “Bodega Antigua”, un local con encanto en donde dimos cuenta de un almuerzo a base de parrillada de chacinas, vino de pueblo (rosado), ensalada de pimientos rojos y un pan rubio de corteza morena, pan pan del que ya no queda y que nos supo a gloria. Almuerzo de dioses al amor de ese adagio tan conocido que dice “más cura la panceta que la lanceta”.

Colegiata de Santa María. Toro (Zamora)

 Toro: Toro es un caserío en el pasado conquistado por Aníbal y a día de hoy convertido en ciudad del vino -el vino tinto de Toro-, un caldo macizo, espeso y profundo elogiado por Cervantes y que se extrae de una uva con denominación de origen, la uva tinta de Toro.

Tres cercos protegen este casco urbano de tronío y con acusada personalidad: El río Duero, un primer cinturón de murallas medievales y un segundo cinturón. Nos encontramos frente a un conjunto monumental Histórico-Artístico.

Toro fue sede de las Cortes de Castilla, aquí juraron como reyes Juana la Loca y Felipe el Hermoso, como también se sublevaron los Comuneros contra Carlos V.

Soportales adornados con barricas y una colegiata de gran porte en uno de sus extremos, bodegas subterráneas por doquier y un puente romano. Por el nombre de sus calles, resumen de la esencia de un lugar cargado de sustancia, sito en la llanura castellana, podemos comprender su ser e historia: Cantar del Arriero, Comedias, Candeleros, Trucos, Judería, Odreros, Zapateros, Hornos, Prisión, Clérigos, Ratones, Abrazamozas, Buenaguía, Salsipuedes…

Por la calle Buenaguía, un pastor chivato introdujo a las tropas de los Reyes Católicos. En Toro venció Isabel la Católica a Juana la Beltraneja.

De obligada visita, entre otros lugares de interés, son:

-Bodegas subterráneas.

Virgen embarazada. Colegiata.

Toro (Zamora)

 -Colegiata románica. Portada de la Majestad. Virgen de la Mosca en la Sacristía, un retrato de Isabel la Católica, escultura de una Virgen embrazada en un pilar.

Comenzó a construirse en 1160, en tiempos de Alfonso VII, y se terminó en 1240. La obra maestra de esta colegiata es su portada Occidental, de estilo gótico y policromada. Junto con las catedrales de Zamora y Vieja de Salamanca, este templo introdujo una importante innovación técnica al resolver el paso de la planta cuadrada o de crucero a la circular de cúpula empleando pechinas, un elemento constructivo que se forma al superponer dos estructuras con diferentes trazados geométricos. Sobre ellas se eleva el tambor con dos pisos de 16 ventanales que iluminan directamente el crucero.

Pórtico de la Majestad.

Colegiata. Toro (Zamora)

-El Espolón (vistas).

-Puente de 22 ojos.

-Portada del Palacio de las Leyes.

-Palacio Marqueses de Alcañices.

-Plaza Mayor (El Merlú, vinos, quesos, pimientos…).

-Verraco ibérico S.X (Arco de Santa Catalina)

Zamora y Toro, Toro y Zamora, te enamoran, sin duda te atrapan y pasan a ocupar su lugar propio en los estantes de la nostalgia, esa memoria del alma en la que todo queda cuasi en el hoy.

© José Riqueni Barrios | Escritor

 

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