Desafiar la ley de la cheka | Pío Moa

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La ley de memoria histórica, rebautizada democrática para mayor sarcasmo,  revela perfectamente, en tres aspectos básicos, la situación de democracia fallida en la que se encuentra hoy  España.

En primer lugar, es una ley totalitaria. En ninguna democracia puede un gobierno permitirse dictar a los ciudadanos lo que deben creer o dejar de creer sobre el pasado de su nación. Esta ley ataca las libertades básicas de opinión, investigación,  expresión, asociación y cátedra, y debe reconocerse como una gravísima amenaza a la convivencia en libertad de los españoles.

En segundo lugar, la versión de la historia que tratan de imponer es evidentemente falsa. Si no lo fuera, dejaría el problema al debate intelectual democrático en la sociedad. Pero es indudable  que esa versión no puede sostenerse en un debate libre, por lo que necesita respaldarse  en  una ley tiránica y delictiva.

En tercer lugar, al prohibir y amenazar con gruesas multas lo que llama “exaltación del franquismo”, sigue los dictados de los sectores más peligrosos para la continuidad de España y la democracia. Pues, en efecto, quienes muestran tal odio liberticida y evidentemente enfermizo –pues el  franquismo dejó de existir hace más de cuarenta años–  son precisamente los asesinos de la ETA y sus simpatizantes; los socialistas, conocidos ante todo por  su corrupción y complicidad con los primeros; los comunistas, a los que cabe definir como demócratas de la opresión y el  genocidio;   los separatistas, empeñados en destruir España en función de delirios racistas; y los políticos del PP, que solo quieren entender de dinero y su “gestión” de acuerdo con los socialistas, con quienes comparten la corrupción. Estos partidos son sembradores profesionales del  odio y de la mentira, que está llevando al país al fracaso de la democracia y de la convivencia en paz y libertad.

Esa gente tiene sin duda derecho a sus opiniones en democracia, pero de ningún modo a imponerlas  tiránicamente, como pretenden y vienen haciendo. En el pasado se ha visto a partidos totalitarios imponer leyes liberticidas utilizando los formalismos democráticos. Así obraron los nazis y así obran sus actuales imitadores. Pues al margen de cuál sea su ideología concreta, los métodos son los mismos e igualmente sus resultados: la abolición de la democracia.

Por todo ello es preciso declarar la rebeldía e inaceptación radical de esa ley, y la denuncia de sus autores que, si la democracia se impone como seguramente lo hará, deben terminar en el banquillo. Porque o la democracia los pone en su sitio, o ellos destruirán la democracia y a la propia España.

Por qué no es conocido…

Comienza la  ley de memoria “democrática”, es decir, chekista:  “El periodo democrático inclusivo, tolerante, de igualdad, justicia social y solidaridad, protagonizado por la Segunda República Española y sus avanzadas reformas políticas y sociales, fue interrumpido por un golpe de Estado (…)”

En cierto modo tiene razón: la república aspiraba a ser democrática, pero fue progresivamente destruida por la violencia izquierdista y separatista, con sus atentados contra iglesias, bibliotecas y centros de enseñanza, sus asesinatos y sobre todo por dos golpes de estado: la insurrección armada de PSOE y separatistas en octubre de 1934 y la falsificación de las elecciones de febrero del 36, para implantar inmediatamente un régimen de terror. Afortunadamente la mejor parte de la sociedad y del ejército ya no admitió más crimen, se sublevó y derrotó al Frente Popular  que había destruido la república. Pero para entonces la vuelta a aquel régimen era ya imposible.

Estas cosas deberían ser conocidas por todo el mundo, y yo he escrito libros irrebatidos y creo que irrebatibles, porque se basan en los archivos de izquierda y separatistas. ¿Por qué no son generalmente conocidos? Por el boicot del PP a la historia y a  la cultura. De igual modo, su peor fechoría en Cataluña y Vascongadas ha sido no tanto seguir a los separatistas, sino desarmar y anular cualquier oposición a ellos.

Pío Moa | Escritor

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