Por tierras de España: Trujillo | José Riqueni Barrios

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Portada: Plaza Mayor de Trujillo (Cáceres)

 Alojados en el hotel Meliá, justo al lado de la Plaza Mayor de Trujillo, una y otra vez contemplamos en ella la estatua ecuestre de Pizarro. Asistíamos, pues a observar con gozo estético y emoción aquel escenario de piedra antigua, una bella estampa, el decorado más perfecto que uno pueda imaginar con el que recordar la épica extremeña en la conquista de América.

Francisco de Pizarro

 Pero sumerjámonos, al menos por unas líneas, en la historia de esos audaces extremeños que dejaron atrás las dehesas extremeñas, las tórridas tardes de verano con el chirrido de las chicharras, el arrullo de las tórtolas y la sequedad de los rastrojales, la vista de las almenas del castillo del pueblo y el crotoreo de las cigüeñas en la torre de la iglesia, para lanzarse a una aventura que consistió en cruzar un vasto océano en el seno de un cascarón de madera, a merced de vientos y mareas, oleajes y aguaceros, semanas y semanas sin más horizonte que agua en derredor, sin más melodía que el rumor de las olas sobre el casco, bajo una bóveda de millones de estrellas al ocultarse el sol, cada noche de desolación e incertidumbre.

Muchos y muy nombrados son tales aventureros extremeños que dejaron atrás los encinares y retamales, montes y olivares, para cruzar un vasto océano y explorar un Nuevo Mundo, adentrándose en selvas.

Conquistadores y descubridores, entre otros, Vasco Núñez de Balboa, Hernán Cortés, los hermanos Pizarro, Francisco de Orellana, Pedro de Valdivia e Inés Suárez, representan el alma extremeña en la colonización de nuevas tierras allende el océano, más allá de Finisterre, más allá del cabo San Vicente.

La Plaza Mayor de Trujillo es piedra cargada de historia, la de un pueblo que adquirió su porte señorial gracias al oro y la plata de esos hombres que se fueron y regresaron habiendo hecho fortuna, quienes mandaron construir palacios y mansiones.

En torno a la citada Plaza Mayor, en cuyo centro aparece Francisco Pizarro montado a caballo, se alternan los palacios de los Duques de San Carlos, Marqués de Piedras Albas, Marqués de la Conquista (residencia de Hernando Pizarro, hermano de Francisco) y muy próximos se encuentran los de Chaves Cárdenas, Chaves Sotomayor, Santa Marta, Orellana-Pizarro, Pizarro Aragón y el de los Marqueses de Sofraga.

Trujillo es bonito de día, al anochecer, de noche…dejemos, pues, al menos por una vez, de aportar más información al respecto, ya que una cosa son los datos y otra es la magia, la magia de Trujillo, la de sus calles, rincones y tantos escudos nobiliarios en fachadas, testigos mudos de vidas, afanes, amores, desengaños, mentiras y traiciones, esos ingredientes que no faltan en ninguna existencia.

© José Riqueni Barrios | Escritor

 

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