Por tierras de España: Castrojeriz | José Riqueni

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En la villa burgalesa de Castrojeriz nos deparó una de esas gratas sorpresas que, a la postre, sería de las más sustanciosas que atesoramos por su significado, contenido y peso específico en la historia de Castilla.

Y así, justo cuando entramos en la iglesia de San Juan, encontramos la exposición “De Castrojeriz a Brujas. Comercio y mecenazgo en el Camino de Santiago”. Estábamos ante un recinto expositivo cuya finalidad era poner en valor un periodo histórico los siglos XV y XVI, su importancia para la historia de la economía castellana y su repercusión en Castrojeriz. Llegando la lana castellana a los puertos Santander, Santoña, Laredo, Castro Urdiales… y de ahí viajando hacia los Países Bajos, como a la par, a la vuelta de los barcos, receptores de los productos que venían de Flandes a Castilla. Durante esos siglos, se produce el apogeo del comercio de la lana entre Castilla y Flandes y en tales gestiones participaron en su día varios mercaderes laneros de Castrojeriz, que incluso establecieron delegaciones comerciales en la ciudad flamenca de Brujas y se convirtieron en importantes hombres de negocios. Dicha muestra se complementó con varias de obras de alto valor artístico y de origen flamenco.

En tiempos del esplendor lanero de Castilla, uno de aquellos personajes, fue Juan López Gallo (1500-1571), noble español afincado en Brujas, financiero y consejero de la Corona española. De familia adinerada, hijo del regidor Diego López Gallo y de Isabel de Lerma, este caballero ejerció de consejero del rey en los Países Bajos españoles desde 1557 hasta 1561. Su misión era defender los intereses financieros de la Corona, de modo que acordaba préstamos en el mercado monetario de Amberes con la garantía de la nación española1​ y supervisaba ingresos fiscales.

El patrimonio dinerario de López Gallo era tal que, en una ocasión, compró cerca de 5.000 arrobas de lana, cuyo valor sería de unos tres millones de maravedís e incluso podía prestar cantidades considerables. En 1548, la Corona le pidió un préstamo de 64.000 libras. Sus restos y los de su esposa reposan en la iglesia de los dominicos, en la Langestraat de Brujas.

Los grandes mercaderes burgaleses fueron grandes ganaderos o compradores de lana. A través de sus agentes y criados recibían la lana de las sierras riojanas, sorianas, segovianas, abulenses y toledanas. Muchos de ellos hacían el lavadero de estas lanas para exportarlas limpias. De los puertos cantábricos partían las flotas, convenientemente amparadas en las épocas de peligro. La Universidad, por medio de sus diputados, organizaba estos afletamientos y cobraba las averías pertinentes.

Si bien nos hemos dejado llevar por la historia, yendo del pasado de Castrojeriz y desde uno de sus mercaderes saltando a sus homólogos asentados en Burgos capital, de seguido anotamos qué ver en Castrojeriz, los lugares a visitar en esta parada del Camino de Santiago: Puerta del Monte, Plaza Mayor, mirador, iglesia de San Juan, casa de los Gutiérrez Barona, palacio de los Condes de Castro, monasterio de San Francisco, convento de Santa Clara, iglesia de Santo Domingo, la Colegiata, el Castillo y las ruinas del Monasterio de San Antón, situado a las afueras.

El citado monasterio, fundado por Alfonso VII en el año 1146, fue palacio y Huerta del rey Pedro I de Castilla. De la protección real que gozó este recinto da muestra la existencia de escudos reales en el pórtico de la iglesia y en las claves de las bóvedas. Antaño, el Camino de Santiago pasaba por debajo de los dos arcos del pórtico elevado construido allá en el siglo XVI. En la iglesia, que era de tres naves, se practicaba la cura del llamado «mal de fuego o fuego de San Antón», enfermedad muy extendida en la Edad Media, producida por comer cereales con cornezuelo, hongo desarrollado en el centeno.

 

© José Riqueni Barrios | Escritor

 

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