En la madrileña plaza de Cibeles de Madrid ha tenido lugar el sábado 21 de enero de 2023 una manifestación, convocada por más de 100 colectivos de la sociedad civil, contra la deriva irracional y totalitaria del gobierno social comunista que preside Pedro Sánchez.
Hay demasiadas cosas por las que la sociedad civil quería protestar, y no me refiero sólo a la pérdida progresiva en los indicadores de bienestar de la población como consecuencia del déficit, la inflación, la deuda pública o el número creciente de hogares por debajo del umbral de pobreza; sino también la toma de control del tribunal constitucional, la reforma del código penal para eliminar el delito de sedición y la rebaja interesada del delito de malversación de fondos públicos. Si esto fuese poco, tramitan, con toda precipitación, leyes que benefician a los violadores, que permiten abortar a menores sin consentimiento paterno o cambiar de sexo a niños sin la madurez suficiente para tomar una decisión tan grave que no tiene marcha atrás y que conlleva graves daños y riesgos de por vida. Se trata de una auténtica estrategia socavada de demolición de la sociedad, del sistema democrático y del estado de derecho, mediante la erosión de las instituciones democráticas. Hoy se gobierna sin límites morales buscando contentar a los enemigos de España que son los socios de gobierno que, con su apoyo, mantienen a Sánchez en el poder.
A pesar de que se ha querido quitar importancia al número de manifestantes por portavoces gubernamentales y medios afines, algunos medios independientes indican que la afluencia ha sido de alrededor de 300.000 personas.
Como era de esperar, la formación Unidas Podemos no ha sabido encajar esta expresión democrática, asemejando esta manifestación, pacífica y autorizada, a la que se produjo en para acceder a las cámaras de representantes brasileñas. Me temo que esta pobre argumentación será más que suficiente para una cantera intelectualmente poco exigente.
Muchos deseamos que éste sea un primer paso para que la sociedad civil se manifieste, al margen de protagonismos políticos interesados, y vaya dejando claro, en defensa de la calidad democrática de nuestro país, qué límites no se deben traspasar. Este año es un año electoral en el que tendremos oportunidad, con madurez y sentido común, de poner a cada partido político en el sitio que se merece. No la desaprovechemos.
| Redacción de Adelante España
