La ley de memoria chekista no es una fechoría más, como tiende a pensar una derecha siempre enemiga de pensar. Es la fechoría clave, la que va al fondo de la situación. Es la verdadera Constitución del nuevo frente popular, su ley de leyes, la base de su legitimidad histórica, moral y política, una ley constituyente, como ellos mismos van advirtiendo. Que, lógicamente, ataca la Constitución de 1978, una ley bastante chapucera, como no podía ser menos vista la mediocridad de sus autores, pero que al menos sustenta dos ideas clave: la unidad nacional de España y las libertades políticas. Que son precisamente los blancos a los que disparan los autores de la memoria fraudulenta. ¿Se entiende la cuestión? Parece que la evidencia es lo último que se percibe cuando la atención se dispersa en mil problemillas menores.
Pero precisamente por su carácter anticonstitucional, el nuevo frente popular ha ido demasiado lejos y se ha puesto al descubierto. Con ello ofrece la gran ocasión para corregir el rumbo enfermo seguido por la política española desde hace décadas, muy especialmente desde que un PP descerebrado de señoritos sinvergüenzas se permitió condenar el alzamiento de sus padres o abuelos contra el terror del Frente Popular. En términos estratégicos, esa ley es como un ejército que ha avanzado demasiado en unos puntos dejando sus flancos al descubierto y permitiendo a sus contrarios cercarlo y destruirlo. Claro que si los contrarios no ven o no quieren ver la ocasión, los ofensores continuarán su avance “hasta la victoria final”. Y esto es lo que viene ocurriendo, incluso en VOX, que no parece ver el alcance del problema y vacila –ojalá me equivoque– ante el dicterio de “franquista” y “ultraderecha” con que le bombardea el nuevo frente popular
En cualquier caso, la situación objetiva es esa, y el ataque a los enemigos de España y de la libertad puede y debe actuar en tenaza sobre la retaguardia de ellos: un brazo de la tenaza debe centrarse en la denuncia incondicional y con máxima energía del carácter farsante, fraudulento, antidemocrático y anticonstitucional de esa ley, explicando urbi et orbi su carácter soviético y contrario a las libertades constitucionales. Demostrando que no estamos ante una de tantas maniobras más o menos admisibles de sus partidos, sino ante un ataque directo a las bases de la convivencia en paz y en libertad. Debe insistir en la libertad de todos a sostener versiones diversas sobre una historia que no pueden dictar unos tiranuelos incultos y corruptos, como son los constituyentes del nuevo frente popular. Esta debe ser la tarea ante todo de VOX, un partido que se ha ido desarrollando como alternativa a la putrefacción de la política.
El otro brazo de la tenaza consiste en desafiar la propia ley investigando y exponiendo la versión histórica contraria a la que intentan imponer dictatorialmente el actual gobierno y los separatistas. Y eso nos compromete a todos. La versión ocultada a la gente durante tantos años debe llegar al pueblo en general, convenciendo a la opinión pública de que esa ley, de hecho constituyente, es tiránica porque su versión histórica es imposible de sostener en un debate libre. Que la democracia no vino de esos evidentes antidemócratas, sino del franquismo apoyado en la sociedad reconciliada y próspera dejada por el régimen de Franco. Que, como al terminar la guerra decía Besteiro, un raro socialista decente, exige demoler “el Himalaya de falsedades” con el que el Frente Popular de sovietizantes y separatistas imponía en España un régimen de terror. Y exige reconocer que el mérito de acabar con tal pesadilla corresponde “a los nacionalistas (los nacionales) que, sean cuales sean sus defectos, se han batido en la gran cruzada anticomunista”. Aquellos a los que el PP ha condenado, escupiendo sobre sus tumbas, las de sus propios padres. Aquellos que, después, salvaron a España de las invasiones, bombardeos masivos, atrocidades y deportaciones de la II Guerra Mundial, otro mérito no menor. Y dejaron una España libre de los viejos odios que destruyeron la república. Apta para una democracia no convulsa, que el nuevo frente popular está destruyendo como destruyó el antiguo la república. Utilizando ahora el método nazi de valerse fraudulentamente de las formas legales para destruir la democracia.
(Pío Moa | Escritor)
(Artículo publicado en https://www.piomoa.es/)