Por la obsesión ‘woke’: El equipo de Harris admite que la izquierda está perdiendo la «guerra cultural»

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La reciente derrota electoral de Kamala Harris ante Donald Trump ha puesto de manifiesto que la izquierda estadounidense está perdiendo terreno en la batalla cultural. El propio equipo de Harris, según declaraciones recientes, y recogidas por La Gaceta, reconoce este revés, y en las filas demócratas tratan de analizar lo ocurrido hace menos de un mes. Una figura destacada de su equipo de campaña,  Quentin Fulks, subdirector de su campaña, admitió en el podcast Pod Save America que la izquierda está “perdiendo la guerra cultural”, lo que abre una lección clave: cuando se defienden los valores con firmeza, valentía y estrategia, el izquierdismo de cancelación pierde.

La confesión de un fracaso cultural: la obsesión woke y despreciar los problemas reales de las familias

Una de las causas es la obsesión woke, ese intento de despreciar los problemas reales de las familias para imponer una agenda globalista que prioriza las restricciones climáticas, la ideológica de género y trans o el ya fracasado modelo multicultural.

Fulks reconoció un problema estructural dentro del Partido Demócrata: «Los demócratas nos estamos devorando a nosotros mismos. Los republicanos tienen una cámara de resonancia bien afinada, bien engrasada y bien invertida (…) resuena a través de TikTok, a través de la cultura».

El reconocimiento es contundente: la izquierda está atrapada en una obsesión por imponer agendas ideológicas -como la ideología de género, las restricciones climáticas extremas y el multiculturalismo fallido- mientras ignora los problemas reales de las familias, como la pérdida de poder adquisitivo, la precariedad laboral y la inseguridad derivada de la inmigración ilegal.

El declive del movimiento woke

La creciente impopularidad del movimiento woke no es casualidad. Desde 2016, los grupos activistas que se movilizaron contra Trump han perdido fuerza e influencia. Incluso líderes de iniciativas como la “Marcha de Mujeres” admiten la falta de dirección. Según declaraciones recogidas por Axios, una de las directoras del movimiento aseguró: «Necesitamos encontrar nuevas formas de movilizar a la gente. Tenemos que atraer a la mayor cantidad de actividades posible».

Lecciones para la defensa de los valores

Lo ocurrido en Estados Unidos deja una lección esencial: la valentía, la estrategia y la claridad en la defensa de los valores son fundamentales para ganar la batalla cultural. Los conservadores estadounidenses han demostrado que, cuando se enmarca la lucha en principios universales y se comunican con eficacia, se puede movilizar a una mayoría silenciosa que rechaza el sectarismo y el fanatismo radical de la ideología woke.

En palabras de un analista político conservador: «El miedo y la cobardía siempre pierden. Es la firmeza y la valentía, unidas a una estrategia bien definida, las que inclinan la balanza».

Este planteamiento no solo transforma la conversación cultural, sino que impacta directamente en las políticas públicas. Una vez que se gana la batalla cultural, los partidos y legislaciones se adaptan para reflejar los principios defendidos, consolidando así los valores en las leyes y en la sociedad.

El camino hacia la victoria en la batalla cultural

Para trasladar esta experiencia al contexto europeo y español, es necesario comprender que el combate cultural no se libra únicamente en el ámbito político. Se trata de una lucha que abarca medios de comunicación, redes sociales, el ámbito educativo y, sobre todo, el compromiso personal de los ciudadanos.

La derecha cultural en España deben aprender de esta estrategia y priorizar un mensaje claro que conecte con las preocupaciones reales de la población: la familia, la vida, la seguridad, la educación y la libertad religiosa. Y por supuesto, la unidad de nuestra Patria. Esto significa rechazar la autocensura y no caer en el juego de las etiquetas descalificadoras que impone la izquierda.

Asimismo, es crucial entender que no se trata de responder al activismo woke con simples reacciones defensivas. La clave está en presentar una alternativa positiva, atractiva y fundamentada, tal como ha hecho el movimiento MAGA en Estados Unidos al proclamarse como “el movimiento político más grande” que el país ha visto jamás.

La valentía como motor del cambio

La experiencia reciente en EE.UU. demuestra que la batalla cultural puede ganarse si se lucha con valentía, coherencia, firmeza y una estrategia bien diseñada. Los valores tradicionales no solo son defendibles, sino que tienen la capacidad de movilizar a amplias mayorías cuando se presentan como una respuesta coherente y realista a los problemas actuales.

España debe tomar nota de esta lección: el miedo y la pasividad ante la hegemonía cultural de la izquierda solo perpetúan el dominio de agendas ajenas al sentir de la mayoría.

Cuando se ganan las batallas culturales, los principios y valores no solo prevalecen, sino que moldean el futuro de las naciones.

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