Hacia un modelo coercitivo, sectario y regresivo

Uno de los aspectos de esta reforma más conflictivos y que demuestra su carácter regresivo y coercitivo es la sustitución de determinados elementos cuantitativos por otros cualitativos. En otras palabras: el Gobierno sopesa quitar importancia a la audiencia a la hora de asignar determinadas campañas, ya que en muchos casos no sean los que transmiten a los ciudadanos los mensajes gubernamentales con una mayor efectividad. Esto es, el gobierno quiere dar la publicidad no a los mejores medios ni a los de mayor incidencia sino a aquellos medios afines ideológicamente. Es un método sectario propio de las dictaduras comunistas.

En este sentido, desde Prisa han presionado durante los últimos tiempos -y eso es lo que se está debatiendo en Moncloa- para intentar que receptores de publicidad institucional cumplan un requisito subjetivo, como es el de la ‘responsabilidad social corporativa’, o el de ESG (que se refieren, en inglés al medio ambiente, el aspecto social y la gobernanza) para diferenciar los medios que ayudan a la “sostenibilidad democrática” de los que no lo hacen. De ese modo, se podría guiar a los anunciantes sobre cuáles son las plataformas idóneas para invertir. Y cuales son los mensajes a transmitir. Ese es el salto cualitativo.

Comprar a los medios y el mensaje

Dentro del sector, este tipo de planteamientos del gobierno han causado gran preocupación ya que con ello se podrá facultar a quienes reparten la publicidad institucional a privilegiar a los medios de comunicación más cercanos al Gobierno, al considerar que su línea editorial es más responsable que la del resto. Subjetividad pura y dura.

No es ningún secreto, a estas alturas, que desde el Ejecutivo emprendieron hace un tiempo una campaña contra los medios de comunicación que disienten con la línea oficial del Sánchez acusándoles de contaminar el debate público, de publicar bulos sobre el Gobierno y sobre las instituciones democráticas, etc. El propio Pedro Sánchez señalaba en su carta llorona que su esposa y él han sido víctimas de las publicaciones de la “galaxia de medios de derecha y ultraderecha”.

Y ese sería el doble objetivo – y el mensaje- : Por una parte, ya no solo quien critique al gobierno no tendrá publicidad – se les tildará de derecha y ultraderecha. Y el siguiente paso sería cerrarlos-; sino que, y sería la segunda consecuencia, para tener dicha publicidad estatal tendrás que emitir los mensajes que el gobierno les diga.

Conviene recordar que el Gobierno es la Administración que más fondos públicos reparte en publicidad institucional. Para 2024, ha previsto 162 campañas que estarán regadas con 138,29 millones de euros de presupuesto.

Fuente: Rubén Arranz | El Independiente

 

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