ONU = Hamás x 10 | Javier Toledano

ONU = Hamás x 10

Algunos pensaron que el ejército israelí, tras la matanza perpetrada por Hamás en octubre de 2023, entraría en Gaza, detendría a los terroristas, rescataría a los más de 200 rehenes sin un rasguño y saldría de allí sin causar una sola víctima civil. “Entréguense”, les conminarían, “han sido unos niños malos y merecen una azotaina”. “Nos entregamos, pero no nos hagan pupita”. Y, además, repartiría caramelos. Todo limpio y aseado, sin pegar un solo tiro. Otros, es debate estelar en las cafeterías a raíz del boicot orquestado por el gobierno Sánchez a La Vuelta ciclista, creyeron que, en el peor de los casos, Israel, las gallinas que entran por las que salen, mataría mediante acciones quirúrgicas de sus kidonim (“las bayonetas del Mossad”) a tantos terroristas como víctimas causaron éstos: unas 1.200. Y que se conformaría alcanzado ese umbral de represalia. Empatados a muertos y a otra cosa, mariposa.

Pero las cosas no funcionan así. Israel conoce el paño y no es un Estado que deserte de sí mismo y procure su autodestrucción. Trae la lección aprendida. La Historia está para estudiarla y, a partir de su conocimiento, andarse con mil ojos. Hamás le ha metido en una guerra espantosa, y si quiere derrotar a la organización terrorista no le quedan más bemoles que registrar casa por casa y peinar esos túneles quilométricos donde se esconden los matarifes que utilizan a su “gente”, es un decir, como escudos humanos. No es una guerra convencional contra un ejército que despliega sus tropas en el campo de batalla. Los civiles pagan las consecuencias. Sí, ése es uno de los feos aspectos de una guerra espeluznante donde los hospitales, las escuelas y los domicilios particulares son utilizados como depósitos de armas por Hamás, que controla la franja con mano de hierro. Población civil que, en buena parte, celebró con disparos al aire, jijijajá, y albórbolas festivas la sanguinaria incursión de esos criminales sin escrúpulos (lanzallamas, machetazos, desgarradas tripas de mujeres encintas). “Mamá, he matado a 10 judíos”, “Hijo mío, estamos orgullosos de ti”. A mí no se me olvida aquello. Por cierto, a esa roña humana se le escapó un misil (hospital Al-Ahli) y organizó una buena escabechina entre los suyos. Culparon a los israelíes del estropicio, pero las imágenes desmintieron la propaganda interesada. El cohete salió rana, fiuuu, como un petardo defectuoso y estalló a los pocos segundos de su lanzamiento.  

Pues va una relator (anagrama de “trolera”) de la ONU, Albanese, de nacionalidad italiana, y concluye que Israel ha matado en su ofensiva a 680.000 personas, chúpate ésa, un 30% de la población gazatí. Y de entre ellos a 350.000 menores de 10 años. Posiblemente dicha cantidad rebase el censo de ese grupo de edad en el enclave, queriendo decir que la doña ha contabilizado a beneficio de inventario a los niños no nacidos aún y en fase seminal en las hirvientes pelotas de sus padres. Acabáramos, la ONU multiplica… ¡¡¡POR ONCE!!!… (ni 9, ni 10…¡11!)… las cifras de mortandad deliberadamente infladas por los asesinos de Hamás, que hablan de algo más de 60.000 “entre civiles y combatientes”, entendiendo por “combatientes” a energúmenos que cortan manitas a los bebés judíos con hachas pequeñitas. El énfasis en descuartizar a sus víctimas no es un capricho. Los ritos funerarios hebreos establecen la necesidad de enterrar el cuerpo del finado completo… y los terroristas lo saben. Todos los noticieros TV nos dan el reporte diario de víctimas: 30, 70, 100 los días más productivos, según las “autoridades palestinas”. Si tomamos 70 como valor medio, en dos años de conflicto, el balance ronda las 47.000. Cierto que la ONU participó por delegación en la matanza a través de su filial UNRWA, pues algunos de sus agentes, como es sabido, y la propia ONU ha reconocido, aportaron su despedazadora mano de obra a la carnicería.

Me pregunto qué ha sido de los agentes del aborigenismo catalanista que años atrás trocaban milagrosamente, en las “manis” de la Diada, decenas de miles de asistentes por millones. Para conocer detalladamente aquellos, todo hay que decirlo, multitudinarios eventos, nada mejor que consultar los minuciosos estudios publicados por Dolça Catalunya, que dan fe de ratios de personas por metro cuadrado con autenticidad notarial, así como de la superficie real ocupada por los manifestantes. Un trabajo de orfebrería topográfica y demoscópica. Si concurrían, según cálculos verosímiles (1’5 personas x metro cuadrado, concentración muy densa), 50.000 manifestantes, que no es cualquier cosa, la Guardia Urbana de Barcelona, al servicio siempre de las más innobles causas, aumentaba la cifra a 350.000, frente a los 800.000 de los convocantes. Y quien dice 800.000, dice un millón. Ahora lo sabemos: los ha contratado la ONU para contar las víctimas de la contraofensiva israelí. De ahí el crecimiento exponencial: de 60.000, según Hamás, a 680.000. Acaso los mismos individuos que contabilizan, o mejor en este caso, “descuentan” parados a Yolanda Díaz, pues es notorio que cuelan en el “Haber” de asalariados a más de 800.000 fijos discontinuos en busca de empleo, tal cual, que en buena lógica habrían de figurar como asiento en el “DEBE” de los desocupados.

A esta izquierda española antinacional y que flota en la balsa grumosa de todas las ignominias, le ha tocado la lotería con Gaza. Ha mordido ese hueso y no lo va a soltar. Un filón. Gaza es nuevo distrito, vale que simbólico, de Barcelona. Así lo ha decidido el pleno municipal. Cabe recordar que Barcelona ya tuvo su colosal progromo en El Call (barrio judío), siglo XIV, al culpar a los judíos de la propagación de la peste bubónica. De Barcelona ha zarpado la heroica e itinerante Flotilla por la Libertad capitaneada por Ada Colau. El Fiscal General, investigado por revelación de secretos, y a un paso del banquillo, da pie a sus subordinados (Dolores Delgado de Garzón), sin jurisdicción que le avale, para llevar a Netanyahu ante al Tribunal Penal Internacional. Javier Bardem, el mismo que fue papá feliz en el paritorio de una clínica judía exclusiva en Los Ángeles, alza el puño por Palestina. Y la ONU. Con estos aliados, afortunadamente, Hamás nunca ganará la guerra.     

Javier Toledano | escritor

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