Menos promesas sin cumplir | José Antonio Ruiz de la Hermosa  

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Si por algo se caracteriza Madrid es por sus espacios abiertos, sus grandes plazas y avenidas, en las cuales, y desde hace mucho tiempo la gente con ganas de expresar lo que siente se reúne en ellas para, apoyar o denostar a alguien. Últimamente es a un político o a sus secuaces que, o bien nos pretenden apoyar, o bien nos pretenden destruir.

 

Este fin de semana los maricomplejines han llenado a rebosar, tanto que, incluso en calles adyacentes había gente pugnando por entrar en ella, una de esas plazas. Madrileños y foráneos, venidos estos últimos de muchos confines. Yo he visto convocatorias para pegarse buenos madrugones y después viajar de vuelta hasta altas horas a sus lugares de origen. Todo muy bonito y democrático, pero… yo me pregunto, ¿de verdad tanta gente ha venido a Madrid?, ¿de verdad tanta gente ha llenado esa plaza y sus aledaños? Pues sí, pero quizás no.

 

Yo soy de aquí, de Madrid, y además de preciarme de conocer bien la mayor parte de ella, conozco otras ciudades de España y de otros países que he visitado o vivido en ellos. Leo con estupor que el partido Popular esperaba que más de 10.000 personas vinieran desde fuera y, sumadas a las de la capital llenasen la plaza donde se iba a celebrar la manifestación contra la amnistía que el desgobierno quiere dar a los que, de facto, están siempre sangrándonos a los demás y de paso pidiendo separarse de una España y los demás españoles que, según ellos, les robamos y además somos unos deficientes mentales.

 

Pues muy bien, que diría alguien ya harto de tanta tontería. Ni les robamos, sino que es al revés, ni somos deficientes mentales. Eso sí, lo que somos es unas personas con demasiado aguante y poca sangre en las venas. No entiendo yo cómo mis compatriotas son capaces de aguantar el que les insulten a diario, ni que les humillen por ser españoles en España. Algo inaudito y que no pasa en ninguna otra Nación. Doy fe de ello, pues he vivido en tres continentes y varios países y lo que aquí pasa, solo pasa aquí y no lo aguantarían en ningún otro.

 

Apenas un diez por ciento de los votantes tiene contra las cuerdas al resto de los ciudadanos de esta Nación. Obtiene todo tipo de ventajas fiscales, de inversiones, de ventajas lucrativas. Mientras, los demás cada vez pagamos más impuestos, tenemos menos ventajas de cualquier tipo y nos empobrecemos económicamente más y más. Y no solo eso, sino que también la administración de la Nación va cada vez peor. Los servicios al ciudadano van destruyéndose lenta, pero con seguridad pasmosa. Y si no trate usted de resolver algún asunto en tal o cual oficina pública y verá como no es atendido.

 

Se llevan la palma los principales servicios al ciudadano. La Seguridad Social no le soluciona su pensión si después de cotizar decenas de años, le llega el momento de la misma. Pueden pasar meses y teniendo en cuenta que el nivel de ahorro y endeudamiento ha decrecido y crecido, según sea, exponencialmente. Nos estamos encontrando a personas que viven de prestado durante meses. Si encuentran quien les apoye, claro. También a personas que necesitan asistencia médica y que puede que les den cita para un especialista dentro de meses o incluso años. En algunos sitios por saturación y falta de medios, en otros, como en el de los sediciosos, porque si no sabes ese idioma inventado, no te dan trabajo, y el déficit de personal sanitario es brutal, porque de fuera no vienen profesionales y no todos los del lugar tienen el nivel idiomático deseado.

 

La seguridad por su parte viste esas mismas galas. No hay policías o guardias civiles suficientes, porque no se convocan las plazas que surgen y cuando se convocan lo hacen con unas premisas que no se corresponden con lo que verdaderamente se necesita. No es importante la capacidad o el sexo, y sí la filiación política como en las policías autonómicas. Un chollo para los delincuentes, que campan a sus anchas por lugares antes seguros y en los que ahora te puede pasar cualquier cosa, mientras los testigos miran sin hacer nada, por: primero porque la situación les ha hecho estatuas y segundo porque si se meten a ayudar, pueden pagar los vidrios que se rompan.

 

Plazas de bombero a las que puede acceder una persona que pese cincuenta kilos y mide unos cientos cincuenta y cinco cm., algo ideal cuando en un incendio tenga que sacar a un desfallecido por el humo con más de cien kilos y dos metros de alto. Bueno, hay excepciones, porque si tiene el “posee” del idioma que allí pretenden que solo se hable, las condiciones pueden ser aún peores. Pero no pasa nada. Lo importante es la igualdad teórica que choca con la realidad, pues las cosas son como son y no como cuatro marujas descerebradas quieran.

 

Y ahí debemos volver a una plaza, más bien pequeña, en la que han logrado meter a unas 45.000 personas, en una Comunidad de casi seis millones y eso con ayuda de gente que vino de fuera. Vergüenza les debería dar a los que promueven el evento, que es tan importante, que, si lo hubiesen hecho en otros afamados y, otrora importantes para estos eventos, llenaban con cifras de cientos de miles. Estos politiquillos que viven de espaldas al pueblo que les ha votado para que solucionen los problemas que acucian a la Nación y a los ciudadanos, no hacen nada por resolverlos.

 

Eso sí, los problemillas personales y familiares, de amigos y conocidos, se resolverán Dios mediante a la mayor brevedad posible y con los fondos necesarios, que por supuesto saldrán de su bolsillo y del mío. Menos frases altisonantes, menos promesas sin cumplir y pónganse de una vez a trabajar al unísono.

 

José Antonio Ruiz de la Hermosa es, de primera formación, Sanitario y Capitán retirado de Sanidad Militar. Después, historiador, escritor y divulgador. Actualmente dirige en Decisión Radio varios programas de divulgación histórica y “La Cortina de Humo” sobre la actualidad nacional.

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