Los tres Pablos | Paco Álvarez

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Como todas las cosas vienen de tres en tres, en nuestra actualidad se han juntado tres Pablos, como tres eran los cerditos. Pablo, el del moño, Pablo el ideólogo de Podemos y Pablo el de las canciones de odio.

Del último, quiero hablar muy poco. Sólo señalar que le deseaba otro zulo a Ortega Lara, pero él quiere una habitación individual en la cárcel. Faltaría más. A veces me pregunto si su canción en la que dice que “hay que clavarle un piolet en la nuca a José Bono” entra también en lo que los otros dos Pablos llaman “libertad de expresión”. Si es así, me gustaría entonces saber qué habría ocurrido si esa frase la hubiera cantado un rapero que no fuera de extrema izquierda, que también los hay… La respuesta, me temo que la sabemos todos.

Peor es lo del presidente de valencia Ximo Puig: “Indicar que se está a favor de que se liquide a una persona, yo desde luego nunca avalaré ese tipo de cuestiones, pero sí que avalaré que se puedan decir”. Dejando a un lado la farragosa redacción, lo que se trasluce es que avalará que se pueda decir libremente que se quiere liquidar a una persona. Tal cual. Es decir, que si alguien dice que quiere liquidar a un judío, o a un moro o a él mismo, tranquis, Ximo está de acuerdo con que se diga. Este es peor que el trío de los Pablos. 

El Pablo que agita las masas, el pequeño ideólogo de Podemos, Echenique, se excusa en el Pablo cantante para decir eso de que “Todo mi apoyo a los jóvenes antifascistas que están pidiendo justicia y libertad de expresión en las calles”. Ya lo vimos. La justicia tendrá más que opinar sobre ese tweet que lo que comentemos aquí. Sólo señalar el normal asombro de todos ante los robos y las agresiones; en qué momento los antifas decidieron vestirse de Max Mara o de Versace, por ejemplo. Y en cualquier caso, llamar antifascista a alguien que apoya a quien dice que hay que clavarle un piolet a un socialista, como en su día le hicieron a Trotsky, me parece cuando menos, aventurado. Claro que este Pablo es el mismo que hace un año, sobre la pandemia decía que: “En las portadas y en las tertulias, el coronavirus corre desbocado y es una peligrosísima pandemia que causa pavor. En el mundo real, el coronavirus está absolutamente controlado en España. Ojalá un día el sistema mediático tenga la mitad de calidad que el sistema sanitario”.

Pero es que este mismo Pablo se ve que acierta siempre. Supongo que era uno de los del “comité de expertos que avalaba a Sánchez, porque por ejemplo, él personalmente sabe cuándo el virus contagia y cuándo no. Por ejemplo, si las manifestaciones son contra el gobierno: “Por muy ridículas que sean las «manifestaciones» de la clase alta, golpeando señales de tráfico con palos de golf y cucharas de plata, la cosa es seria. Una minoría privilegiada no puede saltarse las normas y ponernos en peligro a todos. Las autoridades deben actuar”. En cambio, sobre las manifestaciones del 8 de marzo: “Si las hay, acudiremos” dice ufano y añade: “Que haya manifestaciones o no, lo tendrá que decidir el movimiento feminista”. Vaya, yo creía que estábamos en estado de alarma y que eso lo decidía Sanidad, pero no, ellos están por encima de todo, de las leyes, del virus y de la realidad. Es decir, que si se muere un allegado, no podémos acudir a despedirle más de quince personas por el virus, pero si es una mani feminista, ancha es Castilla… ay Pablo, Pablo… Por cierto, el “palo de golf” era un palo de fregona que él debería de conocer, es lo que usaba su “críada” por la que no cotizó y las cucharillas, salvo que las mangara, dudo que sepa si eran de plata o de latón.

Y nos falta el tercero de los Pablos y es que tres eran tres y ninguno era bueno. Este último, es el que ataca a la prensa libre (según él llamada poder mediático) diciendo que “ponen el foco en la violencia de las manifestaciones y no en la anormalidad democrática como estratagema para que se deje de debatir del problema real y nada cambie”. Este Pablo supone que lo que él llama “anormalidad democrática” es encerrar a alguien por agresión a un cámara de televisión, amenazas a un testigo, enaltecimiento del terrorismo y reiteración delictiva, de momento. En este caso, el otro Pablo,  Echenique dijo claramente: “meter a la gente en la cárcel por cantar no permite hablar de plena libertad de expresión ni de plena normalidad democrática en España”. Queridos Pablos, la principal anormalidad democrática de España, sois vosotros… erigidos en adalides de la libertad de expresión, de la democracia parlamentaria y de los conocimientos sanitarios… por ejemplo.

Iglesias, pide en el mismo discurso en el Congreso “libertad de expresión” y “controlar la prensa” que según él, no ha sido elegida y en cambio, fíjate tú, se permite (todavía) opinar libremente. Fascistas. Iglesias, no aplaude el discurso del Rey en los actos conmemorativos del 23 F. Iglesias puso en cuestión que la monarquía pueda ser hoy “condición de posibilidad de la democracia”. Y añadió la exigencia de que “los españoles quieren conocer la verdad sobre el 23-F antes que ver cómo se celebran actos suntuosos”.

Supongo que para él, celebrar que el fascismo no derrotó a la democracia no es digno de fiesta ni fasto. Total, él es comunista, no demócrata. Por eso sabe lo que los españoles queremos a pesar de contar con menos del 10% de nuestros votos. En su versión sobre la realidad, este Pablo, la tercera pata para un banco, dijo que: “hay un clamor social ante el hecho de que en España se pueda ir a la cárcel por escribir un tuit o hacer una canción, cuando Juan Carlos I está huido en los Emiratos Árabes”. Menos mal que el líder bajo el moño sabe todo sobre nosotros; lo que es un clamor social es que cada día siguen muriendo centenares de españoles y a vosotros os preocupa este niño pijo mucho más, y tampoco os preocupan los trabajadores y autónomos que sufren el vandalismo de los que vosotros llamáis “antifascistas”. Lo que nos preocupa a los españoles es que queráis acabar con la monarquía desde el gobierno de Su Majestad. Pablo, si quieres luchar porque España sea una República, dimite, provoca que se convoquen elecciones y preséntate con ese punto único en tu programa. Hasta entonces, déjate de postureo. Entiendo que desde un chalet en Galapagar se perciben con cierta distorsión los deseos de los demás españoles, por cierto, algunos denunciados por los señores porque se manifestaban (parece que sin derecho a la libertad de expresión) cerca de vuestra casa, pero creo que de lo que estamos hartos los españoles verdaderamente es de veros todos los días hasta en la sopa a los tres.

Paco Álvarez | Escritor

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