Kamala Harris, actual vicepresidenta de Estados Unidos, se enfrenta a una situación difícil ante la previsión de unos resultados electorales con un negro panorama para sus expectativas. Un amigo periodista amigo le preguntaba hace un par de días a ChatGTP – su tendencia pro Kamala Harris es evidente- sobre quién ganaría las elecciones del 5N analizando la media de las encuestas, las encuestas polimarket y el voto adelantado – por correo y presencial. ChatGTP señalaba: «Actualmente, Trump parece tener una ligera ventaja en las predicciones generales tanto por los mercados de apuestas como por algunas encuestas en estados clave. Los análisis del Polimarket y las tendencias en estados cruciales como Georgia, Carolina del Norte y Wisconsin favorecen levemente a Trump». Si esto lo dice un robot proHarris como ChatGTP, la realidad es, obviamente, más clara para Trump.
Las encuestas, pues, proyectan que Harris se va a enfrentar a una grave derrota en estas elecciones presidenciales.
¿Las causas? Kamala Harris, en su camino hacia las elecciones presidenciales de Estados Unidos, ha cometido múltiples errores estratégicos y tácticos que han marcado su campaña. Desde decisiones de equipo hasta su relación con influyentes figuras políticas, estos errores han erosionado su base de apoyo y debilitado su posición ante un electorado cada vez más exigente.
Los errores que le pueden costar la Casa Blanca a Kamala Harris
En una campaña que requiere habilidad, carisma y una conexión genuina con el electorado, Harris ha demostrado una falta de visión estratégica en aspectos esenciales, desde la elección de su equipo hasta su capacidad para proyectarse como una líder independiente. A continuación, repasamos seis errores que, según mi opinión, pueden costarle a Harris la Casa Blanca..
Su carácter de líder débil y maleable. Este no se puede considerar un error estratégico como tal de ella, sino un error del Partido Demócrata que la eligió como candidata.
Kamala Harris es un líder débil de izquierdas y proabortista, sin una postura firme ni convicciones claras. Su carácter maleable lo lleva a modificar sus opiniones de acuerdo con el ambiente o las encuestas, transmitiendo una imagen de inseguridad y falta de autenticidad. Su escasa formación en asuntos clave la deja expuesta ante cualquier pregunta técnica o compleja, evidenciando una falta de preparación que genera dudas sobre su capacidad para asumir responsabilidades de gobierno. Recurre constantemente a repetir consignas y frases que otros ya han mencionado, sin aportar un análisis propio ni un discurso que inspire confianza, lo que lo hace parecer más un portavoz sin ideas que un líder genuino. Sus «lagunas» en las entrevistas han sido estrepitosas.
La elección del ultraizquierdoso Tim Walz como compañero de fórmula
Uno de los primeros y mayores errores de Harris ha sido la selección de su candidato a vicepresidente. Al elegir al gobernador de Minnesota, Tim Walz, Harris optó por una figura de ideología marcadamente izquierdista, y un candidato débil y defectuoso que no fortalece su candidatura en términos de popularidad o impacto. Walz es percibido como un político de extrema izquierda pro chino que no aporta nada a una campaña ya débil en estados clave como Pensilvania. Al dejar pasar la oportunidad de seleccionar a un político más moderado, como el gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, lo que le hizo perder un respaldo potencial en un estado que será decisivo en las elecciones.
Shapiro habría podido apelar a los votantes moderados y urbanos en un estado tradicionalmente indeciso, mientras que Walz refuerza la idea de una candidatura fanática “woke” que puede resultar divisiva. Este movimiento ha debilitado a Harris, haciéndola ver como una candidata sin la solidez necesaria para enfrentar a Trump en la batalla por el voto independiente.
Su cercanía a la administración Biden
Desde el comienzo, Harris ha tenido la difícil tarea de desligarse de su antiguo jefe, el presidente Joe Biden, y marcar su propia identidad política. Sin embargo, en lugar de mostrar una postura renovada y fresca, Harris se ha mantenido alineada a las políticas de Biden de una manera que la ha hecho parecer un mero continuador de su mandato. Durante una entrevista en octubre, cuando se le preguntó si hubiera hecho algo distinto a Biden, respondió: “No se me ocurre nada”, y reforzó que ella misma ha sido parte activa en muchas de las decisiones equivocadas de la administración. Esta falta de diferenciación estratégica ha permitido que los republicanos la presenten como una versión inexperta de Biden, y la ha alejado de los votantes que buscan un cambio.
Harris tenía la oportunidad de establecer una narrativa distinta, mostrando un liderazgo propio, pero su falta de visión ha terminado por consolidar la idea de que es una “segunda Biden”, en vez de una opción fresca y renovada.
Harris, una marioneta de Obama
Para agravar aún más la percepción de dependencia, Harris ha recurrido al apoyo de Barack Obama de una manera inusualmente visible. Obama ha hecho campaña por Harris de manera mucho más activa de lo que lo hizo en su momento por Hillary Clinton o por el mismo Biden, y esto ha restado protagonismo a Harris, dejándola en una posición que parece subordinada a la influencia de Obama. Esta intervención pública de un expresidente ha proyectado la imagen de que Harris es, de alguna forma, un “proyecto” de Obama, en lugar de una líder con visión propia. Esta falta de independencia puede ser perjudicial entre los votantes indecisos que buscan una figura de liderazgo clara y autónoma. Harris ha terminado pareciendo una marioneta de Obama,
Un enfoque negativo hacia su oponente
Harris ha cometido otro error estratégico al centrarse excesivamente en atacar a Trump, describiéndolo con términos extremos como nazi, fascista, etc., en lugar de construir una narrativa positiva sobre su propia candidatura. En vez de proyectarse como una alternativa viable y digna de confianza, Harris ha basado su campaña en una crítica constante hacia su oponente, pintando una imagen de Trump como una amenaza a la democracia y al país. Sin embargo, mientras ella construía este discurso nagativo, Trump ha desarrollado una narrativa populista y cercana a la ciudadanía, atrayendo a votantes cansados de la retórica polarizadora. Harris ha perdido la oportunidad de consolidarse ante los ojos de los votantes como una figura confiable al limitarse a mensajes negativos sobre su rival en lugar de exponer sus propias fortalezas.
Una desconexión con el electorado afroamericano masculino
Otro punto crucial en el declive de Harris es su falta de respaldo entre los votantes afroamericanos, particularmente los hombres. Mientras que Biden captó el 85% del voto masculino afroamericano en 2020, las proyecciones para Harris apenas llegan al 70%. Este declive preocupa especialmente porque el voto afroamericano es clave para los demócratas y suele ser un bloque de apoyo fundamental. Analistas señalan que esta pérdida de respaldo podría estar relacionada con la imagen elitista y distante que algunos perciben en Harris, una figura que contrasta con la cercanía más natural que proyectaba Biden.
Además, temas como el enfoque del partido en asuntos de género y políticas “woke” han alienado a una parte del electorado tradicionalista. Los hombres afroamericanos más jóvenes, en particular, están inclinándose hacia Trump, lo cual es una señal alarmante para la campaña de Harris y para los demócratas en general. Esta erosión del apoyo en uno de los pilares más importantes de su base electoral sugiere que Harris no ha logrado conectar de manera efectiva con todos los sectores de su partido.
Conclusión
En definitiva, Kamala Harris ha cometido errores que, en una contienda tan reñida como la de 2024, le pueden costar la Casa Blanca. Desde la elección de un compañero de fórmula cuestionable hasta su excesiva cercanía con Obama y su incapacidad para ofrecer una narrativa positiva, Harris se ha mostrado más como una figura pasiva que como una líder activa e independiente. Su incapacidad para conectar con votantes clave, incluidos los afroamericanos y los indecisos, sugiere que Harris ha perdido oportunidades valiosas para consolidar su posición como una opción fuerte y confiable frente a Donald Trump. En el juego político, estos errores estratégicos son determinantes.
En unas horas lo veremos y saldremos de dudas, y salvo recuentos electorales que se puedan considerar fraudulentos, es muy probable que Kamala Harris pierda las elecciones. O dicho de otro modo, que Donald Trump las gane.
José María Romero | Analista Político
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