Los separatistas vascos y catalanes han usado la lengua como herramienta de dominación y para la erosión de la unidad de España

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Expertos de todos los sectores se han reunido en el CEU para analizar los efectos de los nacionalismos a través de las lenguas cooficiales

El lenguaje, en su esencia, es un vehículo para la comunicación, un puente entre las personas que une culturas y facilita el entendimiento mutuo. Sin embargo, en España, este instrumento tan esencial ha sido utilizado como una herramienta política para la fragmentación y el enfrentamiento, particularmente por los partidos separatistas vascos y catalanes. Estas fuerzas han empleado las lenguas cooficiales de sus regiones no solo como símbolos de identidad, sino como mecanismos de dominación y exclusión, priorizando el uso del vasco y el catalán en detrimento del español, la lengua común de todos los españoles.

La ingeniería social a través de la lengua: El caso del vasco en Vascongadas

Uno de los casos más claros de esta manipulación política del lenguaje es el del País Vasco. Según Ricardo Arana Mariscal, profesor y exmiembro de la Comisión Permanente del Consejo Escolar del País Vasco, en esta comunidad no se están cumpliendo las leyes que garantizan el derecho de los ciudadanos a recibir enseñanza tanto en vasco como en español. A pesar de la existencia de diferentes modelos educativos, la realidad es que la mayoría de los alumnos se escolarizan en el modelo D, donde todas las materias se imparten exclusivamente en euskera.

Arana califica este proceso como una forma de «ingeniería social», diseñada para imponer el vasco como lengua predominante, bajo la falsa premisa de que estudiar en una lengua minoritaria como el vasco proporcionará un conocimiento igual o superior en español. Esta narrativa se basa en la idea de que el español, por ser la lengua mayoritaria, se aprenderá en el entorno social, sin necesidad de ser enseñado en las aulas, una falacia que Arana desmiente con contundencia: «El entorno no es capaz de enseñar lenguas», subraya.

El impacto de esta política educativa es evidente en los resultados académicos. Los colegios públicos vascos ocupan el penúltimo lugar en comprensión lectora en español, mientras que los privados están en el último lugar. Esta situación pone de manifiesto los problemas de imponer una lengua minoritaria de manera unilateral, sin respetar el derecho de los estudiantes a recibir educación en su lengua materna, que en el caso de la mayoría de los vascos, es el español.

Cataluña y la «fagocitación» de las Islas Baleares: El uso del catalán como herramienta de control

El caso de Cataluña presenta una situación similar, donde el catalán ha sido utilizado como una herramienta para consolidar una identidad diferenciada del resto de España. Pero lo más preocupante es cómo esta política lingüística está «fagocitando» a otras comunidades autónomas, como las Islas Baleares. Joan Font Rosselló, profesor titular de Física de la Universidad de las Islas Baleares, denuncia que el «pisoteo» al español en Baleares es idéntico al de Cataluña. En las Islas Baleares, al igual que en Cataluña, el catalán se ha convertido en la lengua vehicular en las escuelas, incluso para aquellos estudiantes cuya lengua materna es el español.

La premisa detrás de esta imposición es que los catalanohablantes deben estudiar en su lengua materna, mientras que los hispanohablantes son obligados a estudiar en catalán, con el argumento de que ya hablan español en casa. Esta política no solo excluye el español de la vida académica, sino que también contribuye a la creación de una identidad cultural separada que alimenta los deseos separatistas de algunos sectores nacionalistas.

La manipulación lingüística como herramienta de desunión

El uso político de las lenguas cooficiales no es solo un asunto de política regional, sino que tiene implicaciones directas en la unidad de España. La lengua, que debería ser un vehículo para la cohesión social, está siendo manipulada por los movimientos nacionalistas para crear diferencias artificiales entre los ciudadanos de distintas regiones. Estos movimientos han utilizado las lenguas cooficiales como un instrumento de poder, imponiendo sus propios intereses identitarios sobre los derechos individuales de los ciudadanos.

En este contexto, se hace evidente cómo el nacionalismo vasco y catalán han empleado la lengua como una herramienta para desunir en lugar de unir. En lugar de celebrar la riqueza de la diversidad lingüística de España como un patrimonio común, los nacionalistas han optado por utilizarla como un símbolo de diferenciación, y en muchos casos, de exclusión.

El hecho de que el español, una lengua hablada por más de 500 millones de personas en todo el mundo y compartida por todos los españoles, sea excluida del ámbito educativo y social en ciertas regiones es un claro ejemplo de cómo se está utilizando la lengua como un arma política. La lengua, que debería servir como puente entre culturas y comunidades, se ha convertido en una barrera impuesta por los movimientos nacionalistas para consolidar su poder.

La realidad es que los derechos lingüísticos de los hispanohablantes en España están siendo erosionados de manera sistemática. Ana Losada, presidenta de la Asamblea por una Escuela Bilingüe, destaca que las herramientas a disposición de las familias que desean escolarizar a sus hijos en español son limitadas. Los ciudadanos se ven obligados a recurrir a la justicia, denunciar ante los medios de comunicación o ejercer presión política desde la oposición para defender un derecho que debería estar garantizado por el Estado.

La imposición de lenguas regionales en detrimento del español no solo es una violación de los derechos individuales, sino que también es una amenaza para la cohesión social y la unidad de España como nación.

El futuro de la lengua en España: Un desafío para la sociedad

La lengua no debe ser utilizada como un instrumento de dominación ni de diferenciación, sino como un vehículo de unidad que permita a los ciudadanos comunicarse y compartir una identidad común, sin renunciar a la diversidad cultural y lingüística que caracteriza a España.

Es fundamental que el Estado tome medidas para proteger los derechos lingüísticos de todos los ciudadanos, garantizando que el español siga siendo la lengua común de todos los españoles, sin que ello implique la exclusión o marginación de las lenguas regionales. La convivencia pacífica y el respeto a la diversidad son los pilares de una sociedad sana, pero cuando la lengua se convierte en un arma para dividir a los ciudadanos, estamos ante un problema que va más allá de la política lingüística: se trata de la defensa de la unidad nacional y de los derechos fundamentales de todos los españoles.

El futuro de España como nación unida depende en gran medida de cómo se maneje esta cuestión. El nacionalismo ha demostrado que está dispuesto a usar cualquier herramienta a su disposición para avanzar sus intereses separatistas, y la lengua ha sido una de las más efectivas. Es hora de que el Estado y la sociedad civil tomen conciencia de la gravedad de este problema y actúen en consecuencia, protegiendo los derechos de todos los ciudadanos, independientemente de la región en la que vivan. Y esta jornada del CEU ha servido para visibilizar esta problemática.

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