La inflación generalizada, con la factura de la luz disparada desde hace meses y el encarecimiento de las materias primas y el transporte, pueden ensombrecer el consumo tanto en la hostelería como en el comercio.
Tanto la hostelería como el comercio, dos de los sectores más afectados por las limitaciones derivadas de la pandemia, creen que será positiva, pues hay ahorro acumulado durante este tiempo al que no se le ha dado salida y este año ya no hay restricciones en las tiendas, ni de horario.
Pero con una subida de precios generalizada, empujada sobre todo por el precio de electricidad según se desprende del IPC, los empresarios de los bares y restaurantes temen que esto haga disminuir la renta disponible de los consumidores y, por consiguiente, el consumo fuera de casa.
La hostelería mira a las cifras de 2019
En lo que a empleo se refiere, el sector todavía está lejos de conseguir sus niveles prepandemia. No en vano, los bares, restaurantes y hoteles se situaron el pasado mes de septiembre por debajo de los 1,7 millones de afiliados registrados en el mismo mes de 2019; en concreto, contaba con 146.000 trabajadores menos.
Comercio
Una cita en la que el tema de la subida de precios tuvo especial protagonismo. Algunas empresas del sector de alimentación ya lo están haciendo y otras lo están estudiando. La distribución no alimentaria (tecnología, bienes del hogar, bricolaje) de momento los contiene, precisamente para no truncar el Black Friday.
La inflación no afecta sólo a alimentos y bebidas. El acero con el que se fabrican los contenedores de los barcos, por ejemplo, es mucho más caro. También la madera, el aluminio o la madera. Hay mucha más demanda que oferta. Esto repercute en el transporte, envases… en toda la cadena de suministro.