Oriente y Occidente, con Rusia y China en un extremo, y Estados Unidos y Europa el otro, pujan por conquistar la geografía mundial del dato. Se hace de una forma solapada para la población, pero evidente para quienes gobiernan los países.

El Caballo de Troya son las aplicaciones

En general poco nos importa lo que haga o deje de hacer con nuestra información una app o servicio. Se busca la funcionalidad, lo práctico. Sin embargo, quienes están al frente de dictaduras o democracias son perfectamente conscientes de lo peligroso que es para sus intereses que otro país tenga parte de su Big Data, por el nivel de detalle que se puede tener de cada ciudadano.

Si usted duerme con el teléfono en la mesilla, ha de saber que es muy posible que algunas de las aplicaciones sepan su vida sexual, las veces que mantiene relaciones, las que va al servicio por la noche o cuándo tiene una pesadilla. De hecho, puede hasta tener fotos de su habitación, de sus hijos, de su familia. Y es que muchas de las aplicaciones instaladas en el terminal reclaman permiso para activar el micrófono, la cámara o la localización en cualquier momento. Si no se habilitan estas posibilidades, simplemente no se permite la instalación. WhatsApp, por ejemplo, solicita muchos de esos permisos. Como TikTok, Instagram o Telegram.

Todo eso son datos tratados por las propias aplicaciones.

Lo que se hace con ellos está detallado en las Políticas de Privacidad de este tipo de servicios. Italia ha prohibido el uso de ChatGPT porque la app no recoge los datos del usuario conforme a la ley, y el organismo de privacidad de datos italiano tampoco considera que ChatGPT cuente con un mecanismo que impida que los menores de 18 años puedan utilizarla.

En China también está prohibida o hasta cierto punto vetada por el régimen dictatorial chino. En este caso no es, como sucede en Europa, por no ajustarse a la ley. Saben que la aplicación puede utilizarse como un arma de alta precisión mediante la recolección y tratamiento de millones y millones de datos de los usuarios chinos que la utilicen.

Las consultas que se realizan en ChatGPT marcan siempre un perfil, una tendencia de determinados grupos poblacionales. Esta información puede utilizarse para desestabilizar, mediante propaganda, un país.

ChatGPT, mucho potencial

TikTok está prohibida entre los funcionarios estadounidenses. Joe Biden, el actual presidente, sabe que se enfrenta a la aplicación del momento. No hay adolescente que no la tenga, si bien se extiende también como la espuma entre otras capas poblacionales de mayor edad. En España ya se ha abierto de forma tímida el debate sobre si se debe o no usar entre el funcionariado.

Atendiendo a los números, Occidente, con Estados Unidos al frente, gana la guerra con muchos cuerpos de distancia si hablamos de número de usuarios de sus principales servicios y aplicaciones, pero con un matiz muy importante. Google tiene 2.000 millones de usuarios activos de su sistema operativo en el mundo -y por tanto de apps como Youtube, Gmail o Google Maps-. Hay que tener en cuenta que su uso en China no está permitido de manera oficial, aunque parte de la población accede de forma ilegal. ChatGPT tiene ahora mismo cien millones de usuarios -con fecha de enero de 2023-, pero el régimen de Pekín sabe de su peligrosidad. Es la red social que más rápido ha crecido de la historia de internet, y además su leit motiv es la Inteligencia Artificial, con todo lo que ello conlleva. China ha prohibido su uso a las empresas tecnológicas del país.

Si miramos los números de TikTok, supera los 1.000 millones de usuarios en todo el mundo, pero tiene mucho alcance. Como decíamos anteriormente, el país tiene bloqueado a Google. Lo mismo sucede con Facebook y Twitter. Pero TikTok sí accede a la mayoría de los datos de ciudadanos occidentales de todo el mundo. Está menos perseguida fuera de China.

Y es que detrás de cada persona hay información muy específica que, ordenada por grupos y debidamente tratada, se convierte en un arma de destrucción masiva. Silenciosa y letal para manejar colectivos de personas. Occidente, de momento, parece no haberse dado cuenta de eso. Es lo saben TikTok y ChatGPT. Eso lo saben China y EEUU. La guerra cibernética está servida.

(Con información de VozPopuli)