2021 fue el año en el que más personas decidieron acabar con su vida en nuestro país: 4003, cuando la cifra máxima de 2020 fue de 3.941. Se calcula que cada año en el mundo fallecen por esta causa alrededor de 800.000 personas. No hay que olvidar que las estadísticas solo reflejan los fallecimientos, no los intentos de suicidio que se calcula que son 20 veces más frecuentes, según afirma el Observatorio de Biopolítica. Es decir, por cada suicidio se producen 20 intentos que no se llegan a consumar. Todos los casos son una tragedia que afecta a familias, comunidades y países y tienen efectos duraderos para los allegados de la víctima. Puede ocurrir a cualquier edad, y en 2019 fue la cuarta causa de defunción en el grupo etario de 15 a 29 años en todo el mundo.

La misma fuente apunta que la muerte por suicidio supone el 57% de todas las muertes por causas no naturales, por encima de las debidas a accidentes de tráfico o a las que se producen en el ámbito familiar.

Los suicidios no solo ocurren en los países de altos ingresos, sino que es un fenómeno que afecta a todas las regiones del mundo. De hecho, más del 77% de los suicidios ocurridos tuvieron lugar en países de ingresos bajos y medianos.

Un suicidio cada 40 segundos

En torno a 3.000 personas se suicidan al día en el mundo, una cada 40 segundos, siendo ésta una de las primeras causas de muerte en adolescentes y personas en edad reproductiva.

Trastornos de ansiedad o depresión

Jordi Alonso, especialista del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) de Barcelona y profesor de la Universidad Pompeu Fabra lideró un estudio en el que participaron cinco universidades españolasen el que se aseguraba que el suicidio es la segunda causa de muerte en la población de 12 a 25 años. La elección de este colectivo como objetivo, se fundamentó en el hecho de que el 75% de los trastornos mentales ya han aparecido a esta edad y alrededor de un 33% de los universitarios presentan algún trastorno de ansiedad o depresión.

Como apunta British Medical Journal, aunque no hay datos científicos que avalen que los índices de suicidios son más elevados en la población estudiantil que entre la población general, existen evidencias de que el perfeccionismo y la ansiedad intensa entre los estudiantes, propician un mayor número de tentativas de suicidio entre ellos. En el artículo que aborda el problema, Faye Gishen, médico y consultora, afirma: “Nuestros colegas de psiquiatría aseguran que preguntarle a alguien si está deprimido o experimentando pensamientos suicidas, no es un catalizador para el suicidio y ésta puede ser una intervención simple y efectiva. Sugerimos que reconozcamos el problema, lo nombremos y lo abordemos cuando sea apropiado”.

(con información del Observatorio de Bioética)