¿La globalización fracasó?: ¿Por qué más países optan por el desarrollo soberano?

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El orden mundial actual está experimentando una gran transformación. Muchos países siguen el ejemplo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y optan por una política soberana, abandonando así las falsas promesas fracasadas de la globalización.

Desde al menos la década de 1990, la globalización se ha vendido como un proceso inevitable para el pleno desarrollo de la sociedad humana y los países. Pero el modelo de globalización encabezado por las élites globalistas estadounidenses y europeos no ha sido más que una versión actualizada que promueve un mundo en el que el modelo de comportamiento occidental (especialmente el estadounidense) es el único aceptable, y en el que la soberanía de los pueblos debe desaparecer y los derechos de las personas menoscabados. Esto es, una dictadura social con tintes capitalistas.
En la década de 1990, sin embargo, actores importantes como Rusia, China, la India, Brasil y otros todavía no eran lo suficientemente fuertes o seguros como para defender una vía de desarrollo alternativa. A veces, estos mismos estados ni siquiera reconocían la amenaza ni las intenciones últimas que suponían las políticas globalistas. Sin embargo, con la llegada de la década de 2000, el escenario cambió drásticamente, ya que estos mismos países se mostraron dispuestas a defender su soberanía frente al globalismo que pretendía eliminarla, lo que produjo un verdadero vuelco en las relaciones internacionales del siglo XXI.

Aparecen los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica)

Se dio entonces un nuevo impulso a la transición, hacia un modelo de orden mundial basado en principios de respeto mutuo, beneficios económicos recíprocos y asociaciones estratégicas para la defensa de los intereses nacionales de un número creciente de países. Frente al globalismo de las élites que pretenden eliminar la soberanía de las naciones emerge un respuesta de países que no están dispuestas a perder su soberanía. La propia formación de los BRICS en 2009 fue un ejemplo de ello, a saber, la cooperación internacional constructiva —y heterogénea— entre Estados insatisfechos con las promesas vacías de la globalización.
Hoy, a su vez, el PIB combinado de los países BRICS ya supera al del G7, representando el 31,5% del total mundial, frente al 30% de las principales potencias occidentales del sistema. Sin embargo, durante la última cumbre del grupo en Sudáfrica, los BRICS ampliaron el número de sus miembros, extendiendo su cooperación a regiones como Oriente Medio, el Norte de África y la propia Sudamérica. Por si fuera poco, en el contexto de su integración financiera, la organización ha estado trabajando para ampliar el uso de las monedas nacionales en sus intercambios comerciales, derribando poco a poco la preeminencia del dólar en las transacciones económicas entre sus países.

Los intentos de vender al mundo un único proyecto de desarrollo económico y social han fracasado.

Hoy en día más del 70% de los pagos entre Moscú y Pekín se realizan en rublos y yuanes, mientras que las relaciones comerciales entre Rusia y la India también se están alejando de la zona del dólar. Arabia Saudita e Irán, por su parte, ya están preparados para empezar a comerciar con materias primas en nuevas alternativas, habiendo firmado importantes acuerdos con China en este sentido en los últimos meses. Todo esto se ha producido precisamente por el descrédito y las falsas promesas de prosperidad de la globalización.
Es más, incluso las rutas comerciales tradicionales —que podrían ser bloqueadas por Estados Unidos y sus aliados— están perdiendo cada vez más importancia a favor de regiones como Asia-Pacífico, sobre todo debido al crecimiento económico sostenido de potencias como China y la India en las últimas décadas.
En la actualidad asistimos a la construcción de ambiciosos corredores logísticos a escala continental, como en el caso de la Nueva Ruta de la Seda encabezada por China en 2013, que pretende transportar productos chinos por tierra hacia Occidente a través de territorio euroasiático. No menos importante es la Ruta Marítima del Norte, el trayecto más corto que conecta los mercados de Europa y Asia, la mayor parte de la cual está bajo control ruso. Por último, ya se han realizado esfuerzos para poner en marcha el prometedor Corredor Norte-Sur, que permitirá transportar mercancías desde Occidente hasta el Océano Índico a través de los territorios de Rusia, Irán y la propia India.
Todos estos factores demuestran que el mundo nunca volverá a ser como antes, aunque la élite globalista se esfuerce por mantener su posición hegemónica en el sistema. Los intentos de vender al mundo un único proyecto de desarrollo económico y social han fracasado. No es que la respuesta sea una solución mejor – tiene muchas dudas, riesgos e interrogantes- pero al menos, el globalismo está dejando de ser la única vía.
Hoy en día, las potencias no occidentales y otros países en desarrollo han optado por decidir soberanamente cómo y a través de qué asociaciones e instrumentos defender sus intereses nacionales.

La globalización demostró su fracaso.

En respuesta, a medida que surgían nuevas potencias en el sistema durante la década de 2000, la falacia de la globalización quedó definitivamente desacreditada, mientras que cada vez más Estados optan por la vía del desarrollo soberano.
Hoy, a la mayoría global le interesa defender esta idea, como condición misma de su existencia en el mundo multipolar. Rusia, China, la India, Irán, Turquía y muchos otros países del Sur Global ya han dado ejemplo. Después de todo, ¿quién quiere confiar su destino a una globalización que ha fracasado y que su fin es eliminarte e imponer una dictadura?
(Con información de Sputnik)

1 comentario en «¿La globalización fracasó?: ¿Por qué más países optan por el desarrollo soberano?»

  1. MEZCLEN AGUA Y ACEITE EN UN RECIPIENTE Y VEAN EL RESULTADO A LOS POCOS SEGUNDOS, IMPOSIBLE MEZCLA, ACEITE ARRIBA Y AGUA ABAJO…¡REPASEN LA POLARIDAD POLITICASTROS!

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