La arquitectura ideológica que sustenta la Unión Europea actual, sometida a la Agenda 2030 y a la ingeniería social globalista, comienza a tambalearse. La reciente decisión del Parlamento de Hungría, aprobando la salida del país del Tribunal Penal Internacional (TPI), representa mucho más que un simple acto político: es un grito de soberanía en medio del colapso moral e institucional del proyecto europeísta.
El liderazgo de Ursula von der Leyen al frente de la Comisión Europea es cada vez más cuestionado. Mientras el mundo gira hacia un nuevo tablero geopolítico multipolar, con Estados Unidos, China y Rusia como actores principales, la Unión Europea ha quedado relegada a un papel secundario, sin voz ni influencia real. La estructura burocrática y elitista de Bruselas se tambalea frente al resurgir de los Estados-nación.
La iniciativa del Gobierno de Viktor Orbán de abandonar el TPI ha sido aprobada por el Parlamento húngaro este martes. Según palabras textuales del ministro de Exteriores, Péter Szijjártó, recogidas en redes sociales:
«Con esta decisión rechazamos formar parte de una institución politizada que ha perdido su imparcialidad y su credibilidad».
Este movimiento, que será efectivo tras un año de la notificación formal, supone un paso firme hacia la recuperación de soberanía jurídica frente a estructuras supranacionales que ya no representan la justicia, sino la imposición ideológica.
Frente al ejemplo valiente de Hungría, España sigue atrapada en el vasallaje político. El Gobierno de Sánchez no busca la libertad nacional, sino simplemente cambiar de amo. La sumisión a los intereses de Estados Unidos ha sido sustituida, sin debate ni transparencia, por una creciente dependencia de China, tanto en términos económicos como estratégicos. En lugar de liberarse del yugo globalista, España está configurando su rol como colonia geopolítica de nuevas potencias, sin liderazgo propio ni defensa real de su soberanía.
La pregunta es inevitable: ¿Seguirá España subordinada a los intereses de otros o elegirá el camino de la soberanía, como lo está haciendo Hungría? La clave está en recuperar valores innegociables: familia natural, vida desde la concepción hasta la muerte natural, libertad de expresión, religiosa y educativa, y, por supuesto, unidad nacional y la soberanía frente al globalismo. Solo desde una posición firme y coherente se podrá enfrentar el colapso de esta Europa decadente.
Mientras Hungría se sacude las cadenas del globalismo, España debe decidir si quiere ser actor o mera marioneta del escenario internacional. Es tiempo de hablar claro, actuar con firmeza y defender, sin complejos, los principios que han hecho grande a nuestra civilización.
2 comentarios en «¿La Europa globalista se desmorona?: mientras Hungría se libera del globalismo, España cambia de amo»
En cierto modo, se cumplirá lo q, pensaba AH: bloquea continentales que superan al Estado-nación, USA es el enemigo de Europa, y esta debe acercarse a Rusia, que debe abandonar veleidades imperiales. El enemigo es Oriente en su totalidad y China en partícular. En cuanto a América Central y Sur pues tengo dudas. África debe ser apoyada por Europa, para que no nos supere la inmigración.
Colombia también se salió hace algunos años como miembro de esta institución convertida en un fiasco international.